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Sábado, 14 de diciembre de 2024



NOTA DE TANO


La niña Pochita y el pase de gol con ventaja

Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Miércoles 21 junio, 2023


Dejando de lado si soy pésimo, malo o buen periodista deportivo, tengo la ventaja, por razones lógicas de edad, de contar y tener argumentos de sobra para hacer comparaciones, tan odiosas como valiosas.
Dejando de lado si soy pésimo, malo o buen periodista deportivo, tengo la ventaja, por razones lógicas de edad, de contar y tener argumentos de sobra para hacer comparaciones, tan odiosas como valiosas.


Estamos en clases con la niña Pochita.

Ella gusta y sabe de fútbol y explica a sus alumnos, las obligaciones de cada jugador en el terreno de juego.

Para facilitar la tarea a sus alumnos, Pochita escribe en la pizarra que el jugador número 10 es el creativo del equipo. Es el constructor. Lo ayuda también el número 8.

El 10 y el 8 construyen fútbol y generan acciones en ofensiva para que el 9, el 11 o hasta el 7, ejecuten en la red esas acciones de ataque.

O sea: el 10 crea y el 9 ejecuta.

Así de fácil.

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Sumo 73 años de ver fútbol en Costa Rica, 53 de ellos como cronista deportivo. Dejando de lado si soy pésimo, malo o buen periodista deportivo, tengo la ventaja, por razones lógicas de edad, de contar y tener argumentos de sobra para hacer comparaciones, tan odiosas como valiosas.

Entonces, me es fácil recordar varios binomios de jugadores, unos como 10 u 8, otro como 9 o 7 u 11, que en cada partido hacían cantidad de pases de gol con una facilidad propia de sus respectivos talentos y calidad individual.

La niña Pochita explicaba a sus alumnos, que un pase de gol es cuando el 10 filtra un balón al 9 y éste lo recibe con ventaja, porque el servicio superó la barrera de su marcador. El delantero recibe el balón sin marca y queda solo frente al portero.

Tuve la suerte, porque mi papá era fiebre del fútbol y nos llevó al estadio siendo niños, de ver jugar tantas parejas de “nueves y dieces”, que después de Wilmer López y Walter Centeno, desaparecieron como por encanto.

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Alvaro Murillo y Rubén Jiménez en el Saprissa de los años 50; Danilo Montero y Cuico Bejarano, dos “Chaparritos de Oro” del Team del 56; Cuca Herrera y Juan Ulloa en la Liga tricampeona 59-60-61; Guillermo Padilla y Memo Elizondo en el Uruguay campeón nacional 1963; Pelirrojo Córdoba y Leonel Hernández en el Cartaginés; Kleber Ponce a Leony Flores en el Puntarenas campeón nacional 1986; Juan José Gámez a Errol Daniels; Chico Hernández a Edgar Marín; Ananías Ruiz a Memo Valenciano y podemos citar varios binomios más.

Entonces, después de ver a estos jugadores, analizarlos, escribir de ellos, recordar los pases mágicos del Pato a Joseph Miso y del Pate a Alvaro Saborío, nos topamos con una Selección Nacional, dirigida por Luis Fernando Suárez, cuyos integrantes construyen un pase de gol o un pase con ventaja, quizá uno cada cuatro o cinco partidos y la pura verdad, que dan muchas ganas de mandar todo al carajo.

gpandolfo@larepublica.net








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