Indígenas intentan salir adelante con turismo
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Sábado 03 julio, 2010
Además de agricultura y artesanías, ahora apuestan a los visitantes como actividad económica
Indígenas intentan salir adelante con turismo
Hay por lo menos 11 comunidades dedicadas a ese negocio en diferentes zonas del país
Ante la necesidad de buscar el desarrollo económico de sus comunidades, mediante una actividad que puedan realizar, muchos indígenas se han abocado a aumentar sus ingresos mediante el turismo rural y cultural.
Un ejemplo es la comunidad indígena Bribri, en el territorio de Salitre, que le ha apostado recientemente al turismo rural comunitario con la implementación de tres posadas, un restaurante, biblioteca, tienda de artesanías y tours que se abren a partir de este mes.
La posada permitirá oportunidad de trabajo a 13 personas en ocupaciones como la construcción, funciones administrativas, cocina, aseo, ornato y la elaboración de artesanías.
“Son muy grandes las esperanzas, estamos contentos, es nuestra iniciativa, lo hemos hecho con mucho esfuerzo, porque empezamos a organizarnos hace ocho años y este se hará realidad lo del turismo”, dijo Guillermo Elizondo, coordinador de Bríbripa Kanèblö.
Esta práctica es ya común en las comunidades indígenas porque a la fecha se calcula que existen 11 dedicadas al turismo rural repartidas entre las diferentes culturas: cinco de los bribri en Talamanca, una de los cabécares, dos de los térrabas, una boruca, una maleku y una gnöbe.
En Costa Rica hay ocho culturas indígenas repartidas en 24 territorios a lo largo y ancho del país. Su población es de cerca de 70 mil habitantes y casi el 100% vive en condición de pobreza tomando en cuenta que no aparecen en planilla, no poseen electrodomésticos en sus casas y no tienen acceso a los servicios públicos, de acuerdo al último censo del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).
El desempleo existente en las comunidades indígenas lleva a sus habitantes a pensar y buscar alternativas para ganarse la vida. Su situación tiene que ver con el poco acceso a la educación formal que les merma la oportunidad laboral y los ingresos familiares.
“Otro problema frecuente es la pérdida de sus tierras. Esta es una grave situación que los lleva a ser peones de personas no indígenas que explotan tierras que en realidad han pertenecido siempre a ellos. Las mejores tierras están en manos ajenas y ellos con las peores, no fértiles y lejanas”, aseguró Hugo Lázaro, asesor legal de la Mesa Nacional Indígena (MNI).
Debido a esto, la riqueza en biodiversidad, costumbres, paisajes y formas de vida distinta, son características que se convierten en atractivo para el turista. Surge así una opción para estas poblaciones que les genera alguna entrada económica y es compatible con su cultura.
Los trabajos más usuales para este sector han sido la agricultura para el consumo familiar y comercio local, la elaboración de artesanías, la prestación de servicios de turismo rural cultural y la conservación y recuperación de la biodiversidad a través del uso y manejo natural de los recursos, con los certificados de carbono que les paga por hectáreas protegidas el Fondo Nacional de Financiamiento Forestal, comentó Ovidio López, miembro del equipo técnico de la MNI.
Yorleny Gamboa
ygamboa@larepublica.net
Indígenas intentan salir adelante con turismo
Hay por lo menos 11 comunidades dedicadas a ese negocio en diferentes zonas del país
Ante la necesidad de buscar el desarrollo económico de sus comunidades, mediante una actividad que puedan realizar, muchos indígenas se han abocado a aumentar sus ingresos mediante el turismo rural y cultural.
Un ejemplo es la comunidad indígena Bribri, en el territorio de Salitre, que le ha apostado recientemente al turismo rural comunitario con la implementación de tres posadas, un restaurante, biblioteca, tienda de artesanías y tours que se abren a partir de este mes.
La posada permitirá oportunidad de trabajo a 13 personas en ocupaciones como la construcción, funciones administrativas, cocina, aseo, ornato y la elaboración de artesanías.
“Son muy grandes las esperanzas, estamos contentos, es nuestra iniciativa, lo hemos hecho con mucho esfuerzo, porque empezamos a organizarnos hace ocho años y este se hará realidad lo del turismo”, dijo Guillermo Elizondo, coordinador de Bríbripa Kanèblö.
Esta práctica es ya común en las comunidades indígenas porque a la fecha se calcula que existen 11 dedicadas al turismo rural repartidas entre las diferentes culturas: cinco de los bribri en Talamanca, una de los cabécares, dos de los térrabas, una boruca, una maleku y una gnöbe.
En Costa Rica hay ocho culturas indígenas repartidas en 24 territorios a lo largo y ancho del país. Su población es de cerca de 70 mil habitantes y casi el 100% vive en condición de pobreza tomando en cuenta que no aparecen en planilla, no poseen electrodomésticos en sus casas y no tienen acceso a los servicios públicos, de acuerdo al último censo del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).
El desempleo existente en las comunidades indígenas lleva a sus habitantes a pensar y buscar alternativas para ganarse la vida. Su situación tiene que ver con el poco acceso a la educación formal que les merma la oportunidad laboral y los ingresos familiares.
“Otro problema frecuente es la pérdida de sus tierras. Esta es una grave situación que los lleva a ser peones de personas no indígenas que explotan tierras que en realidad han pertenecido siempre a ellos. Las mejores tierras están en manos ajenas y ellos con las peores, no fértiles y lejanas”, aseguró Hugo Lázaro, asesor legal de la Mesa Nacional Indígena (MNI).
Debido a esto, la riqueza en biodiversidad, costumbres, paisajes y formas de vida distinta, son características que se convierten en atractivo para el turista. Surge así una opción para estas poblaciones que les genera alguna entrada económica y es compatible con su cultura.
Los trabajos más usuales para este sector han sido la agricultura para el consumo familiar y comercio local, la elaboración de artesanías, la prestación de servicios de turismo rural cultural y la conservación y recuperación de la biodiversidad a través del uso y manejo natural de los recursos, con los certificados de carbono que les paga por hectáreas protegidas el Fondo Nacional de Financiamiento Forestal, comentó Ovidio López, miembro del equipo técnico de la MNI.
Yorleny Gamboa
ygamboa@larepublica.net