Impeachment a Trump: qué significa para él, para Biden y para Estados Unidos
Anthony Zurcher - Corresponsal de la BBC en Washington DC | Jueves 14 enero, 2021
Exactamente una semana después de que las fuerza de seguridad tuvieran que defender a los congresistas estadounidense de una turba enfurecida, los legisladores se reunieron en la misma cámara para acusar al presidente apoyado por esa turba.
Es la primera vez en los 231 años de historia de Estados Unidos que un presidente ha sido sometido a dos juicios políticos en un mismo período, sin duda un final ignominioso para un mandatario al que le gusta presumir de los éxitos históricos de su presidencia.
El único artículo del impeachment acusa al presidente Donald Trump de haber incitado a los disturbios que estallaron en el Capitolio de EE.UU. luego de que se dirigió a miles de sus seguidores en un mitin cerca de la Casa Blanca el miércoles 6 de enero por la mañana.
La acusación ahora será remitida al Senado y sus 100 miembros volverán a servir como jurados de un juicio político presidido por el presidente del Tribunal Supremo
Y aunque el resultado de ese juicio, que no comenzará hasta después de la toma de posesión de Joe Biden, es dudoso, las implicaciones políticas de la acción del Congreso ya pueden ser evaluadas.
Republicanos que le dan la espalda al presidente
Hace poco más de un año, la Cámara de Representantes aprobó su primera acusación contra Trump sin un solo voto republicano.
Esta vez, 10 miembros del partido del presidente rompieron filas para apoyar la resolución, y un número mayor condenó sus palabras y acciones el día del motín del Capitolio.
Liz Cheney, la tercera republicana más importante de la cámara baja e hija del ex vicepresidente Dick Cheney, fue la deserción más notable.
"Nunca ha habido una traición más grande por parte de un presidente de Estados Unidos a su oficina y su juramento a la Constitución", escribió en un comunicado que fue citado con frecuencia por los demócratas durante el debate del impeachment.
Y según reportes, algunos republicanos en el Senado están dispuestos a votar para condenar al presidente. El "New York Times" informó el martes por la noche que el líder de la mayoría republicana, Mitch McConnell, estaba "complacido" de que Trump estuviera a punto de ser acusado y esperaba que el proceso le permitiera al partido desvincularse claramente del mandatario.
Desde entonces, McConnell ha dicho que reservará su juicio hasta que concluya el proceso, pero los informes de la oficina del senador -que suele ser muy cuidadosa- no se materializan de la nada: las líneas de batalla dentro del partido ya se están trazando, al menos tentativamente.
La división evidente en la Cámara el miércoles pone de manifiesto la elección que los republicanos tendrán que hacer en los próximos días.
Por un lado está la opción de seguir siendo leales al tipo de política representado por Trump, la que creó una nueva coalición de votantes que entregó la Casa Blanca y el Congreso en 2016, pero perdió ambos en 2020.
Por el otro, hay un futuro incierto, pero libre de la marca y retórica del presidente.
Un juicio contra Trump y el trumpismo
En las horas posteriores a los disturbios de la semana pasada, los demócratas debatieron sobre la mejor forma de responder y castigar al presidente por instigar un ataque que, en su opinión, no solo amenazaba la democracia estadounidense sino que también puso sus vidas en riesgo.
Al final, decidieron que convertir a Trump en el primer presidente obligado a enfrentar dos juicios políticos era la acción más efectiva, aunque la acusación llegara en la última semana de su presidencia.
El miércoles, sin embargo, los demócratas no solo estaban acusando a Donald J. Trump: también estaban acusando al trumpismo en su conjunto.
El artículo de juicio político hizo referencia específicamente a los meses que Trump pasó atacando y socavando las elecciones generales de noviembre.
Y durante el debate en la Cámara de Representantes, atacaron el comportamiento de Trump en el transcurso de su presidencia y arremetieron contra los republicanos en el Congreso que se hicieron eco de la retórica del presidente.
Puede que haya republicanos que quieran alejarse de Trump y el trumpismo, pero está claro que al menos algunos demócratas en el Congreso intentarán atar al presidente, y al motín de la semana pasada, al cuello de todo el Partido Republicano.
Trump, debilitado pero no vencido
Imagínese, por un momento, un curso alternativo de la historia durante los últimos meses, en el que en lugar de desafiar vociferantemente su derrota electoral, Trump hubiera concedido silenciosamente en noviembre.
Los republicanos probablemente habrían ganado al menos una de las elecciones de segunda vuelta en Georgia y seguirían controlando el Senado. Y Trump, en lugar de enfrentar una amenaza muy real de los republicanos ansiosos por enterrarlo, sería el referente indiscutible del partido.
En ese contexto, otra carrera presidencial en 2024 sería una posibilidad muy real.
En cambio, Trump está contra las cuerdas. Ha sido silenciado de las redes sociales, perdiendo su amada cuenta de Twitter. E incluso si una condena del Senado no le prohíbe postularse para un cargo, su poder e influencia dentro del Partido Republicano se han visto mermados significativamente.
Las encuestas de opinión pública, así como sus defensores más vocales en la Cámara de Representantes, sugieren que el mandatario todavía goza de un importante apoyo dentro de su partido.
Pero las últimas semanas envalentonarán a sus adversarios, que perciben la oportunidad de dar un golpe de gracia duradero al presidente mientras está en el suelo.
En otras palabras, ahora corre más riesgo que nunca.
Durante cinco años, Trump se ha reído de sus críticos y de los pronosticadores que se han equivocado muchas veces escribiendo su epitafio político, sobreviviendo a escándalos y controversias que habrían acabado con la mayoría de los políticos. Pero esta vez podría ser diferente.
Un juicio incómodo para Biden
Después de tomar juramento como presidente, Biden tendrá que lidiar con una pandemia que se está cobrando la vida de más de 4.000 estadounidenses al día y una economía que sigue empeorando. Y ahora además tendrá que hacerlo mientras el Senado lidia con el juicio político de su predecesor.
Los republicanos advirtieron el miércoles que el juicio político inflamaría y dividiría aún más a los estadounidenses en un momento en que la nación necesita empezar a sanarse. Dicen que haría la promesa de Biden de unificar la nación aún más difícil.
Ese puede terminar siendo el caso, aunque los demócratas rápidamente hicieron notar que las referencias a la necesidad de sanar al país sonaban huecas en boca de los republicanos que no dudaron en ser parte de una larga campaña para socavar la legitimidad de la elección de Biden.
El juicio político, sin embargo, presentará algunos desafíos prácticos muy reales para Biden en los primeros días de su presidencia.
Un Senado preocupado por la necesidad de emitir un juicio sobre Trump es uno que no podrá concentrarse en promulgar la ambiciosa agenda de los primeros 100 días del nuevo mandatario.
También es uno que quizás no pueda confirmar rápidamente a los funcionarios nombrados por la administración de Biden, lo que limitará su capacidad para administrar con éxito el extenso aparato del gobierno federal.
Biden ha preguntado si el Senado podría llevar a cabo un juicio a tiempo parcial de Trump, trabajando en las confirmaciones y la legislación cuando no esté actuando como jurado en el proceso contra el expresidente.
Pero no hay garantías de que los republicanos o los senadores independientes acepten el plan.
Los primeros 100 días son un momento crucial para cualquier nuevo presidente, pues durante ese momento su influencia política es máxima.
Y al menos parte del poder de Biden se verá drenado por esta pelea en particular.
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