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EDITORIAL


Hagamos “seleccionados” educadores

| Miércoles 09 julio, 2014




El salto que acaba de dar Costa Rica futbolísticamente, impresionando al mundo en un campeonato en el que le tocó competir con los mejores, debería, al menos, hacernos pensar en formas de aplicar lo mismo a otras actividades. ¿Y qué mejor que la educación y la cultura para lograr que todo lo demás se eleve también?


Hagamos “seleccionados” educadores

Ya que en estos días, como es lógico, pensamos tanto en las satisfacciones que ha deparado la Sele… ¿por qué no dedicar unos minutos a pensar en algunas de las circunstancias que acompañaron su triunfo en este Mundial?
Más aún. ¿Por qué no pensar en el hecho de que si tomáramos en cuenta eso para mejorar la educación en el país podríamos lograrlo?
Después de todo, lo que recibieron los jugadores fue —en términos generales y además de su personal talento— educación técnica, buena dirección, disciplina, cultura para competición deportiva y varios de ellos, roce con el buen fútbol del mundo.
De los 23 jugadores convocados al Mundial, 14 juegan actualmente fuera del país. Esto les ha dado la posibilidad de crecer mucho. Lo han hecho futbolísticamente pero también en su condición física y en su inteligencia emocional.
Además, claro, hubo un tiempo suficiente para que un buen entrenador estudiara mucho, creara una estrategia y preparara al equipo para desarrollarla.
Todo esto dio excelente resultado. ¿Y si pensáramos en una estrategia parecida para, del mismo modo, aunque poco a poco, ir elevando la condición de nuestros maestros y educadores?
¿Por qué no crear un sistema de becas para maestros activos o recién graduados que les permitiera ir al menos un año a otro país a entrar en contacto directo con otros educadores, con sus estrategias y prácticas para llevar a cabo el proceso enseñanza – aprendizaje?
Un grupo pequeño que recibiera ese beneficio podría, al regresar a Costa Rica, dedicarse a formar a otros mientras un nuevo grupo sale hacia el exterior a hacerlo. Posteriormente, se incorporarían nuevamente a un centro educativo. Estos ciclos, repetidos y abarcando todo el país, irían elevando la calidad de la educación.
Esto mismo podrían hacer los formadores de educadores. No porque en este momento no lo estén haciendo bien, sino, por el contrario, porque sus conocimientos se verían enriquecidos con la experiencia en otro país, que debería ser, desde luego, de mayor nivel que el nuestro.
El salto que acaba de dar Costa Rica futbolísticamente, impresionando al mundo en un campeonato en el que le tocó competir con los mejores, debería, al menos, hacernos pensar en formas de aplicar lo mismo a otras actividades. ¿Y qué mejor que la educación y la cultura para lograr que todo lo demás se eleve también?







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