Gustavo Matosas regresó a la línea de cuatro
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Lunes 10 junio, 2019
Formo parte de la “barra” que considera que la Selección Nacional se ve mejor cuando juega con tres centrales, dos carrileros, tres piezas en la cintura y dos atacantes.
Así jugó Jorge Luis Pinto en Brasil y repitió en muchas ocasiones Oscar Ramírez en su época. Gustavo Matosas igual jugó sus primeros partidos de fogueo con tres centrales: Waston, Pipo y Calvo (Juan Pablo Vargas). Sin embargo, frente a Perú salió con línea de cuatro.
En la zona central de la defensa Costa Rica no tiene problemas y se la juega bonito con ese pequeño arsenal.
Tengo la impresión técnica, quizá errada, de que jugar con carrileros pone al equipo en posición de vanguardia, sobre todo en los viejos tiempos en que Christian Gamboa y Bryan Oviedo eran un par de aviones. Siento que jugar línea de cuatro, como contra Perú, lanza a los defensas laterales hacia atrás.
En todo caso, defensivamente, Costa Rica hizo un buen papel en el Monumental de Lima, y aparte del gol, Leonel Moreira no tuvo intervenciones determinantes.
Donde no me sonó la flauta fue en la cintura. Estuvo bien que Christian Bolaños asumiera las funciones de Bryan Ruiz, tiene clase para hacerlo, pero alinear juntos a Jimmy Marín y Randall Leal sacrificó un puesto en ofensiva al lado de Mayron George.
Quizá, bajar a Joel Campbell a la cintura, para que jugara a la espalda de los delanteros y ubicar a Alvaro Saborío o a Jonathan McDonald al lado de George, le pudo dar mayor presencia ofensiva al equipo.
Jugar con dos torres en ataque no es mala idea, muchos equipos en el mundo lo hacen, e incluso en San Carlos, “Sabo” es acompañado por Juan Vicente Solís en algunos partidos.
Quizá Matosas, en lugar de alinear a “tres dieces”: Bolaños, Leal y Marín, pudo arrancar con “dos nueves”: George y Saborío, y atrasar a Joel a sus espaldas.
A la Selección Nacional no le va jugar con solo un delantero, y ese mal lo arrastramos desde la etapa de Oscar Ramírez. Y no le luce, porque contrario a lo que dibujan los mejores equipos del mundo, carecemos del talento y el brillo en nuestro medio campo, que permita atacar en grupo, de manera que los carrileros y los creativos se unan al solitario “nueve” y lo acompañen en las faenas ofensivas.
Contra Perú, Mayron George quedó aislado del resto del equipo, y un cráter se instaló entre él y sus compañeros, lo que rompe la estructura y el esqueleto de la formación. Falta mucho trabajo en ese sentido.
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