Francotiradores sin brújula
| Sábado 07 junio, 2008
Francotiradores sin brújula
Gaetano Pandolfo
gpandolfo@larepublica.net
Son varios y de primer nivel.
Ocupan foros de opinión en los medios de prensa escrita del país y los une mucho en común: nombre, prestigio, inteligencia, buena pluma, pero además, un odio enfermizo hacia don Oscar Arias, que desde luego dentro de esa corriente de opiniones negativas arrastra en la marea a su hermano Rodrigo.
Los leo con respeto, varios de ellos son amigos, algunos mis viejos profesores, todos columnistas de peso y valor y sin embargo, esa misma opinión que pretenden orientar, se les devuelve como voraz y feroz bumerán; les pega y estalla duro en sus mentes y conciencias, pero no los hace variar.
Cuanto más escriben y opinan en contra del gobierno de Oscar Arias, descalificándolo al tildarlo de régimen, no electo democráticamente, tiranía en democracia y otras sandeces, las encuestas de opinión elevan la gestión del actual mandatario a límites jamás apreciados en gobiernos anteriores.
Entre más escriben contra Oscar Arias, más opiniones favorables recibe su gobierno, lo que no deja de ser paradójico dada la categoría y rango de las plumas que lo adversan. Una de las dos partes debe estar equivocada.
Los columnistas que despotrican contra el gobierno o los miles de miles de ciudadanos que lo apoyan.
Me imagino que debe ser triste y frustrante escribir columnas de opinión en LA REPUBLICA, La Prensa Libre, La Nación, La Teja, Al Día y Extra, el mismo día o al día siguiente de que el pueblo en inmensa mayoría apoya la gestión (no el régimen) de este gobierno.
Y vieran que río muchísimo leyendo a mis maestros desahogándose contra los Arias, porque creo conocerlos y estoy seguro de que algunos de ellos, no todos, tendrían sus lapiceros guardados sin don Oscar los hubiera tomado en cuenta en alguna posición pública en alguno de sus dos gobiernos.
Hay rencor en unos; envidia en otros; falta de honestidad en algunos; posiciones ideológicas contrarias que vienen de años viejos y desde luego también complejos de inferioridad, que no permiten ver más allá precisamente del complejo.
Creo que fui el único miembro de mi familia que votó en contra del TLC; fanático de la lectura de casi toda la prensa nacional, encontré mucho más honestos, sinceros y sobre todo solidarios, los argumentos de excelentes ciudadanos y también de varios de estos columnistas (no todos), contrarios a la aprobación del tratado. Me formé mis propias convicciones y voté “no”.
Sin embargo, eso no me nubla para reconocer, como lo hace una mayoría aplastante de mis compatriotas, esta gestión de gobierno que se luce en muchísimas de sus áreas y ha sido flaca en otras.
Quienes atacan desde relevantes trincheras, utilizan argumentos de muy bajo nivel, no propios de la educación de quienes los escriben, lo que convierte a varios de estos francotiradores en autores enfermizos, nublados por la envidia y el odio hacia dos hermanos que bien o mal, podrían estar disfrutando de sus millones de colones en otros escenarios y no sometidos al fuego cruzado de estos disparadores, por dicha sin brújula, dado lo que dictan en contra de sus balas perdidas, las encuestas.
Gaetano Pandolfo
gpandolfo@larepublica.net
Son varios y de primer nivel.
Ocupan foros de opinión en los medios de prensa escrita del país y los une mucho en común: nombre, prestigio, inteligencia, buena pluma, pero además, un odio enfermizo hacia don Oscar Arias, que desde luego dentro de esa corriente de opiniones negativas arrastra en la marea a su hermano Rodrigo.
Los leo con respeto, varios de ellos son amigos, algunos mis viejos profesores, todos columnistas de peso y valor y sin embargo, esa misma opinión que pretenden orientar, se les devuelve como voraz y feroz bumerán; les pega y estalla duro en sus mentes y conciencias, pero no los hace variar.
Cuanto más escriben y opinan en contra del gobierno de Oscar Arias, descalificándolo al tildarlo de régimen, no electo democráticamente, tiranía en democracia y otras sandeces, las encuestas de opinión elevan la gestión del actual mandatario a límites jamás apreciados en gobiernos anteriores.
Entre más escriben contra Oscar Arias, más opiniones favorables recibe su gobierno, lo que no deja de ser paradójico dada la categoría y rango de las plumas que lo adversan. Una de las dos partes debe estar equivocada.
Los columnistas que despotrican contra el gobierno o los miles de miles de ciudadanos que lo apoyan.
Me imagino que debe ser triste y frustrante escribir columnas de opinión en LA REPUBLICA, La Prensa Libre, La Nación, La Teja, Al Día y Extra, el mismo día o al día siguiente de que el pueblo en inmensa mayoría apoya la gestión (no el régimen) de este gobierno.
Y vieran que río muchísimo leyendo a mis maestros desahogándose contra los Arias, porque creo conocerlos y estoy seguro de que algunos de ellos, no todos, tendrían sus lapiceros guardados sin don Oscar los hubiera tomado en cuenta en alguna posición pública en alguno de sus dos gobiernos.
Hay rencor en unos; envidia en otros; falta de honestidad en algunos; posiciones ideológicas contrarias que vienen de años viejos y desde luego también complejos de inferioridad, que no permiten ver más allá precisamente del complejo.
Creo que fui el único miembro de mi familia que votó en contra del TLC; fanático de la lectura de casi toda la prensa nacional, encontré mucho más honestos, sinceros y sobre todo solidarios, los argumentos de excelentes ciudadanos y también de varios de estos columnistas (no todos), contrarios a la aprobación del tratado. Me formé mis propias convicciones y voté “no”.
Sin embargo, eso no me nubla para reconocer, como lo hace una mayoría aplastante de mis compatriotas, esta gestión de gobierno que se luce en muchísimas de sus áreas y ha sido flaca en otras.
Quienes atacan desde relevantes trincheras, utilizan argumentos de muy bajo nivel, no propios de la educación de quienes los escriben, lo que convierte a varios de estos francotiradores en autores enfermizos, nublados por la envidia y el odio hacia dos hermanos que bien o mal, podrían estar disfrutando de sus millones de colones en otros escenarios y no sometidos al fuego cruzado de estos disparadores, por dicha sin brújula, dado lo que dictan en contra de sus balas perdidas, las encuestas.