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Experiencia de vida

Sofia Ramirez sramirez@larepublica.net | Viernes 04 febrero, 2011




Experiencia de vida
Omar Reygadas, minero chileno, compartirá hoy en el Hotel San José Palacio, su historia desde un punto de vista empresarial


¿En qué consiste el seminario que impartirá en el país?
La idea es transmitir mi experiencia con respecto a lo vivido en la mina; la parte fundamental de todo esto es hablar sobre la importancia del trabajo en equipo, el respeto a los demás y sobre todo tener fe.

¿Cómo una experiencia de vida como la suya puede visualizarse desde un punto de vista empresarial?

Si bien es cierto, vivimos experiencias críticas, eso nos sirvió para darnos cuenta de que el trabajo en equipo es el pilar y que las grandes cosas se obtienen del trabajo en grupo, de la colaboración unos con otros, del respeto mutuo; eso fue algo que allá en la mina nos funcionó muy bien y creo que les puede servir al empresario y al trabajador.

¿Cómo le cambió la vida después del derrumbe?

La vida cambia, mi vida es diferente; ahora veo mi vida con más valor; cambió también en el sentido espiritual porque reafirmé mucho más la fe en Dios, me cambió en el sentido de querer estar más con la familia, aunque siempre había estado con ella, ahora es mucho más fuerte.

¿Se siente como un héroe?

No, yo no soy un héroe, solo una víctima de un accidente. Héroes fueron las personas que estuvieron fuera; mi familia, que estuvo fuera bajo el sol, el frío y entre incomodidades, la gente que trabajó por nosotros, ellos son los verdaderos héroes.

Los 33 mineros habían acordado crear una fundación para ayudar a los colegas de escasos recursos. ¿Sigue en pie este proyecto?

Ese plan se mantiene, pero todavía tenemos que echarlo a andar y darles vida a los proyectos para ayudar a estas familias de mineros.

¿Cómo resistió durante el encierro?

Creo que mi base fue el amor a mi familia y la fe en Dios, que me ayudó a sentirme fuerte siempre.

¿En algún momento se prepararon para morir?

Sí, hubo momentos en los que nos pasó esto por la mente, pero la fe y la creencia de que Dios estaba con nosotros nos sostuvo en los malos momentos, esto nos hizo soportar y dejar de lado este temor; claro, sin dejar de lado que todos nos ayudábamos mutuamente a resistir, porque en el fondo todos teníamos la fe y la esperanza de que en algún momento íbamos a salir. En Chile la ley que obliga a las empresas a sacar a los mineros atrapados; vivos o muertos, no importa, deben ser sacados.

¿Cómo fueron los primeros días, cuando no sabían si los estaban buscando o no?

Era una convivencia normal, con las preocupaciones normales de ver cómo podíamos salir o por lo menos cómo ayudábamos a que nos encontraran. Era buscar la forma de sobrevivir.

¿Qué pasaba por su mente en el momento en que iba subiendo a la superficie?

Pasaban muchas cosas, una de ellas es lo que dejaba atrás; otra era las ansias de llegar arriba y abrazar a mi familia.

¿Sintió nostalgia al dejar la mina?

Claro, fue mi hogar durante 70 días; ahí comía, hacía mis oraciones, costaba un poquito dejarlo, era como dejar algo de uno, pero podían más las ansias de ver la luz.

¿Volvería a entrar a una mina?

Sí, de hecho es algo que ya me han propuesto, tenía planes de a trabajar nuevamente a una mina que me había ofrecido empleo, pero mi familia no me lo permite. Esto es lo que me gusta, me gusta la minería y tengo que trabajar, ese siempre fue mi trabajo. Pero es algo que debo probar porque si siento que me va a dar miedo mejor renuncio.

Sofía Ramírez
sramirez@larepublica.net







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