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Entre cielo y tierra

Luis Alberto Muñoz redaccion@larepublica.net | Viernes 14 noviembre, 2014


Para el ser humano actual parece más atractivo y cómodo estar emancipado, esperando que otros piensen en su lugar


Entre cielo y tierra

En Costa Rica el presupuesto dedicado hacia la educación pública tiene el propósito de alcanzar el 8% de la producción anual del país.
Este monto es significativamente grande y demuestra la convicción, al menos en el papel, de dar una mayor importancia a la enseñanza en nuestra sociedad.
Sin embargo, valdría la pena analizar si más dinero es una garantía para alcanzar una mejor educación, o por el contrario viene solo a contribuir en el fenómeno de alimentar la incompetencia burocrática de un Estado que no logra responder a las necesidades de su población.
En buena teoría, el propósito de una buena educación debería ser la de transformar a las personas y dotarlas de las capacidades para servirse de su propia inteligencia para construir una vida con mejor calidad a su alrededor.
Sin embargo, la enseñanza se ha transformado más en un sistema de adiestramiento, de capacitación, que parece estar en función de los intereses productivos, en lugar de proveer a las personas de las capacidades y del valor de servirse de su propia razón frente a las dificultades de su vida.
Como resultado, hoy tenemos una sociedad que sufre una profunda falta de valores y aspiraciones superiores.
El sistema de educación ha funcionado como un gran homologador, en especial para limitar la aspiración hacia ideales en comunidad, sobre todo aquellos que vayan más allá de una visión meramente comercial.
En la actualidad el axioma que predomina es, “si puedo pagar, no me hace falta pensar”. Claramente este es uno de los principales peligros que afronta nuestro país.
Para el ser humano actual parece más atractivo y cómodo estar emancipado, esperando que otros piensen en su lugar, tomen decisiones y le ofrezcan las soluciones a los fastidiosos problemas que implica razonar.
Frente a esta pereza que cada día nos empequeñece, el sistema de educación costarricense recibe más dinero para gastos administrativos, salarios, pensiones, cuando frente a tal crisis, debería estar formulándose la urgente tarea de ayudar a superar esta terrible cobardía de servirse de la propia inteligencia para salir adelante.
Mientras eso no suceda, seguiremos consumiendo recetas y fórmulas que desde el exterior nos hunden en la dependencia y falta de coraje para asumir la tarea de construir nuestro propio país.

Luis Alberto Muñoz Madriz
@luisalberto_cr


 

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