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Entre cielo y tierra

Luis Alberto Muñoz redaccion@larepublica.net | Viernes 29 agosto, 2014


La cultura es un activo de enorme valor para la humanidad, y como cualquier otra riqueza, existe para ser compartida


Entre cielo y tierra

Tíbet- La complejidad y misterio de las manifestaciones del budismo tibetano es sin dudas el elemento de mayor atracción de esta región. A la vez ha sido el principal punto de tensión utilizado en el juego geopolítico, cuyo objetivo es dificultar el sentido de unificación de China.
Tíbet hoy cuenta con más de 1.787 sitios sagrados de varias creencias y una comunidad de unas 46 mil monjas y monjes. El fervor y la profesión de fe han hecho que algunas ciudades tibetanas sean vibrantes lugares que captan la atención de millones de personas adentro y afuera de China.
Esta situación significa para esta región que le espera un futuro lleno de curiosos visitantes de todas partes del mundo, algo de lo que en particular el Gobierno chino está consciente y por lo cual ha ido logrando generar una apertura prudencial de sus espacios, a pesar de las amenazas constantes de fuerzas separatistas.
El turista que busca Tíbet desea experimentar los rituales, tradiciones y valores que la han diferenciado, y los cuales continuarán existiendo en el tanto las autoridades chinas puedan salvaguardarla de los procesos de hibridación, característicos del avance de la globalización.
En el fondo, la cultura es un activo de enorme valor para la humanidad, y como cualquier otra riqueza, existe para ser compartida, y cumple su propósito solo cuando logra ser orientada a la generación de beneficios para los demás y la sociedad.
Nuestro mundo se enriquece de la amplitud de puntos de vista sobre la vida, los cuales también se convierten en elementos de partida para enfrentar los retos, cuestionamientos y dilemas que hoy afectan el destino del ser humano.
Estos valores resultan de mayor importancia cuando en esencia promueven el desarrollo de la dignidad humana mediante la promoción de la verdad, libertad, justicia y el amor.
Estas piezas fundamentales son la verdadera herencia intangible de los pueblos, las fuerzas invisibles que impulsan el espíritu del mejoramiento personal y colectivo.
Tíbet es un área de una inmensa riqueza cultural, gracias a la preservación de ella a través del tiempo.
En este sentido la promoción de la lengua tibetana, el fortalecimiento de su sistema de educación y el desarrollo de su propia literatura, cuentos, bailes folclóricos, ayudarán sin dudas en la proyección y expansión de los servicios culturales a favor su comunidad.

Luis Alberto Muñoz Madriz
@luisalberto_cr
 

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