Entre cielo y tierra
Luis Alberto Muñoz redaccion@larepublica.net | Viernes 22 agosto, 2014

La idea romántica de un Tíbet alejado en el tiempo y de pueblos distantes al progreso, no es más que una ficción
Entre cielo y tierra
Nyngchi, Tíbet- Con la densidad de población más baja de China, la región autónoma del Tíbet está predominada por más de 40 grupos étnicos, entre los que se incluye a los Han, Hui, Monba, Lhoba, Deng y Sherpa.
La población es de unos 3 millones, de los cuales solo un 8% corresponde a la descendencia Han y el 92% está distribuido entre los demás grupos minoritarios.
Las urbes del Tíbet en la actualidad disponen de buenas obras públicas, servicios de salud y de educación estatal.
Tal vez lo que más puede sorprender al recorrer algunas ciudades y villas, es la calidad de la infraestructura de que se dispone, entre la que destaca, el desarrollo de un moderno tren, autopistas y aeropuertos que comunican esta amplia zona de 1,2 millones de kilómetros cuadrados (más de 24 veces Costa Rica).
Hoy este amplio territorio está lejos de ser una zona distanciada de los avances tecnológicos. El proceso de globalización ha traído industrias de diversa índole, textiles, maquinaria, farmacéuticas, energéticas, mineras, entre una amplia lista.
La idea romántica de un Tíbet alejado en el tiempo y de pueblos distantes a la nueva economía, no es más que una ficción alimentada por la cinematografía.
Modernas maquinarias, una agricultura cada vez más tecnificada y un amplio inventario industrial saltan a la vista al salir del aeropuerto de Gongga.
Este desarrollo ha sido un proceso de décadas y aún quedan espacios remotos por cubrir, pero es evidente que para el 1,8 millones de agricultores y pastores, las condiciones de agua, electricidad, combustibles, telefonía y otras necesidades básicas vienen mejorando considerablemente.
Aparte del invaluable patrimonio arqueológico de unos 4 mil años del Tíbet, me ha llamado la atención el progreso alcanzado por este pueblo sonriente.
Sin dudas, las condiciones geográficas y climatológicas son duras, en un lugar donde un 85% de las tierras se encuentra en promedio a 4 mil metros sobre el nivel del mar (el Chirripó alcanza los 3.820, como referencia).
En amistad con la naturaleza que los rodea, estos grupos étnicos han ido buscando la forma de utilizar la energía solar, el viento y la abundante agua para ir solventando poco a poco sus necesidades energéticas.
Considero que siguiendo esta ruta de desarrollo, a los pueblos que forman el Tíbet les espera un buen futuro.
Luis Alberto Muñoz Madriz
@luisalberto_cr
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