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En anticipo

Pedro Oller poller@ollerabogados.com | Martes 08 marzo, 2011



En anticipo


Mientras escribo, espero. Espero que la Corte Internacional de Justicia con sede en La Haya resuelva respecto de las medidas cautelares solicitadas por la República de Costa Rica respecto a las actividades desarrolladas por la República de Nicaragua, en torno a la Isla Calero.
De explicar que, las medidas cautelares son instrumentos que, por sí mismos no constituyen una decisión definitiva, pero que puede ordenar un juez o tribunal previendo la ocasión de un daño ulterior cuyo efecto no sería remediable mediante el fallo que en sentencia podría establecerse. Como bien sentenciaba Calamandrei, son “ayuda de precaución anticipada y provisional.”
Resulta oportuno recapitular lo que pretende el Gobierno costarricense en la disputa actual con la Nicaragua de Ortega.
Hemos solicitado que la Corte sentencie y declare que Nicaragua ha incumplido sus obligaciones internacionales incursionando y ocupando el territorio costarricense, que ha infringido un serio daño a nuestros bosques lluviosos y humedales, así como ha dragado y canalizado el río San Juan en detrimento nuestro. Particularmente, hemos pedido que la Corte declare el incumplimiento nicaragüense en lo que respecta a (entre otras):
(a) El territorio de la República de Costa Rica de conformidad con el Tratado limítrofe de 1858, los laudos Cleveland y Alexander;
(b) los principios fundamentales de la integridad territorial y la prohibición del uso de fuerza según los Tratados constitutivos de las Naciones Unidas y de la Organización de Estados Americanos;
(c) la obligación impuesta por el tratado limítrofe de 1858 a Nicaragua para no usar el río San Juan para desarrollar acciones hostiles;
(d) la obligación de no dañar el territorio de la República de Costa Rica;
(e) la obligación nicaragüense de no dragar el río San Juan si causa un perjuicio al territorio costarricense (incluyendo el Río Colorado) de conformidad con el laudo Cleveland de 1888;
(f) las obligaciones asumidas por la República de Nicaragua respecto de la convención RAMSAR sobre humedales;
Nada fuera de lo que pareciera indicar el buen juicio, la correcta intención y la sana crítica de un Estado que se precia de respetar el derecho y las normas internacionales. Hemos recibido por respuesta una serie de epítetos y sin sentidos que cuesta trabajo contestar.
Hemos también, he de señalar, recelado del verdadero trasfondo que reviste la disputa por la voluntad, trasgresión y daños del régimen Ortega en cuanto a Isla Calero. La administración Chinchilla, de escaso sustento en su primer año frente a una administración Arias en franco detrimento, ha sacado provecho del impasse mediático que hoy nos ocupa.
Ojalá que, sin mediar tratos discursivos que impliquen Wikileaks respecto de muertos, este país conozca la verdad sobre Calero como respecto de todo lo que nos acontece. Sin filtros, sin pausas y sin interpretaciones. Y que se deje de jugar con la psiquis de un pueblo noble, que cada vez encuentra más razones para encumbrarse.
Que Dios nos agarre confesados.

Pedro Oller

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