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En peligro de extinción las mujeres Presidentas

Marilyn Batista Márquez mbatista@batistacom.com | Jueves 01 julio, 2021


La historia política de Latinoamérica registra un suceso que parece no querer repetirse. Se trata de cuatro mujeres Presidentas de naciones en este hemisferio, cuyos mandatos coincidieron en un mismo periodo del siglo XXI: Michelle Bachelet-Chile, 2006, Cristina Fernández-Argentina, 2007, Laura Chinchilla-Costa Rica, 2010 y Dilma Rousseff-Brasil, 2011.

Los políticos tradicionales –y afirmo en masculino, porque son los hombres los que lideran la gran mayoría de los partidos políticos en América Latina y en el mundo– encontraron una forma “bonita y justa” de impedir el ascenso de mujeres a las presidencias. Decidieron darle el lugar que aparentemente merecen, las vicepresidencias, puestos en los que se destacarán solo si el Presidente fallece, enferma, renuncia o es inhabilitado.

Desde el 2016 no se reporta ninguna mujer presidenta en América Latina, pero sí tenemos nueve vicepresidencias, que están ocupadas por Cristina Fernández-Argentina, Epsy Campbell-Costa Rica, María Alejandra Vicuña-Ecuador, Rosario Murillo-Nicaragua, Dina Boluarte Zegarra-Perú, Raquel Peña-República dominicana, Beatriz Argimón-Uruguay, Delcy Rodríguez-Venezuela y Marta Lucía Ramírez-Colombia. Si esta tendencia perversa persiste, de dejar en segundo lugar a las mujeres con aspiraciones presidenciales, para evitar que lleguen a la cúpula del poder, y con este cargo argumentar que hay paridad, entonces las presidentas femeninas están en peligro de extinción.

En México no existe la vicepresidencia, y aunque de vez en cuando se abre el debate de restaurarla, hasta ahora no ha progresado. En Venezuela se había extinguido y reapareció en la Constitución de 1999; su nombramiento y remoción es facultad del Presidente. En Colombia, tras 86 años sin el cargo de vicepresidente, la Constitución de 1991 la trajo de vuelta.

En los países en donde existe la vicepresidencia, queda claro que la función es predominantemente sucesoria, a excepción de Argentina, que además del rol común, recae en este cargo presidir la Cámara de Senadores de la nación, puesto que deja a un lado cuando le corresponde ocupar la titularidad del poder ejecutivo.

Estudiosos del tema de las vicepresidencias en América Latina, como Ariel Sribman Mittelman, afirman que en muchos casos el votante ni siquiera sabe quién es él o la candidata a la quien le está dando su apoyo, porque actúa respaldando al Presidente y su dupla. Esta situación hace más débil la proyección y credibilidad del cargo.

Lo anterior nos lleva a cuestionarnos la relevancia de las vicepresidencias y el por qué el poder político las entrega con facilidad a las mujeres, argumentando ¡hasta con orgullo! el apoyo a la paridad de género y la alternancia.

Cabe destacar, que aún bajo este esquema de irrelevancia política y baja proyección pública, muchas mujeres que han ocupado vicepresidencias han asumido en paralelo otras funciones, y desde diversas trincheras mostraron su capacidad y liderazgo. Estos son los casos de Elizabeth Odio Benito, que en la administración Rodríguez Echeverría fue designada vicepresidenta de la República y ministra de Ambiente y Energía; Laura Chinchilla Miranda, vicepresidenta de la República y ministra de Justicia y Gracia en la administración Arias Sánchez, y Lineth Saborío Chaverri, vicepresidenta de la República, ministra de la Presidencia y ministra de Planificación Nacional y Política Económica, del gobierno Pacheco de la Espriella. Es esta última, doña Lineth, una de las dos mujeres que aspiran a ocupar el cargo de Presidenta de la República de Costa Rica, para el periodo 2022-2026. La otra candidata presidencial es Natalia Díaz, del partido Unidos Podemos.

Sobre estas dos mujeres recae la esperanza del reinicio de un nuevo periodo de Presidentas de naciones en América Latina, en donde el liderazgo femenino demuestre –una vez más– que el sexo no determina el éxito o fracaso de los gobiernos.

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