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Elecciones municipales, predicar la gran estrategia

Claudio Alpízar redaccion@larepublica.net | Jueves 28 enero, 2016


 Aquí la mejor estrategia es caminar, cara a cara, más para candidatos primerizos y novedosos que tendrán ventaja para generar empatía y pocos reclamos directos

Elecciones municipales, predicar la gran estrategia

Las elecciones municipales en casi todos los cantones son muy difíciles de predecir en sus resultados finales, ningún candidato puede estar seguro del triunfo, por más años o experiencia que tenga en estos procesos, que hoy por hoy, están muy distantes de representar la típica lucha de una elección nacional. Los partidos cantonales, y más aún los candidatos con arraigo regional, son una realidad determinante del resultado final.
Estoy convencido de que la participación aumentará en relación a la última elección de 2010, puesto que en febrero próximo se escogen regidores, síndicos y concejales, no solo alcaldes como sucedió en aquel proceso, estos actores promueven —por interés propio— el voto en sus nichos familiares, de amigos, profesionales y comunales. Podría aumentar entre un 8% y un 12% la votación general.
Los partidos nacionales y tradicionales tienen una ligera ventaja al tener una “clientela” electoral permanente, disminuida, pero relevante aún, que se hace significativa cuando el abstencionismo es alto. En cambio, el planeamiento de políticas regionales y la mayor comprensión de lo que es un gobierno local —adquirido por el votante— ayuda más a los partidos cantonales autóctonos.
Dirigirse por encuestas en estas elecciones es prácticamente un engaño, cuando el abstencionismo y la duda de participación pueden fácilmente variar los resultados de encuestas con altos márgenes de dudas en las personas consultadas.
Si aumenta la participación —como percibo— los más perjudicados serán los candidatos tradicionales o que busquen reelección, pues siempre el voto directo es la forma más apropiada para que el ciudadano pase factura de malestar a la continuidad injustificada por incumplimiento.
El abstencionismo promedio, a lo que apuestan algunos acostumbrados a la clientela electoral permanente que les ha permitido ganar con lo mínimo, ha venido disminuyendo desde 2002 (77,2%), 2006 (76,2%) y 2010 (72,1). Mi olfato me dice que en  2016 puede llegar a un 60 y 65%, lo que aumentará el riesgo de derrota de los tradicionales.
El aumento de la población aumentó la densidad electoral por kilómetro cuadrado, así que siendo estas elecciones en territorios pequeños, el cara a cara, el puerta a puerta, es determinante, mucho más que la publicidad masiva. La densidad promedio en el país paso de 45,6 (2002) habitantes a casi 62 personas hoy por kilómetro cuadrado.
Por ejemplo, el Cantón Central de San José es pequeño, menos de 45 km2 y votan 229.306, con una alta densidad de 5.095 votantes por km2. En 2006 solo votó un 18,4%. Aquí la mejor estrategia es caminar, cara a cara, más para candidatos primerizos y novedosos que tendrán ventaja para generar empatía y pocos reclamos directos.
Otro tema importante a considerar es que en política una cosa es la percepción ciudadana de triunfo —la cual aumenta sin mucho sustento en las elecciones municipales— y otra es la intención de voto. Algunos ciudadanos predicen ganadores de elecciones en lugares en los cuales ellos no votan y aumentan así una percepción equivocada.
Sin duda, el candidato más carismático y que más camine, con buenas ideas en la “mano” y sin “cola que le majen” para enfrentar el “cara a cara”, lleva ventaja para el triunfo. Conclusión, predicar es la estrategia.

Claudio Alpízar Otoya
Politólogo

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