El poder de cambiar
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Sábado 05 enero, 2008
Esta semana los resultados de la primera cita oficial de la campaña presidencial de Estados Unidos sorprendieron a muchos, incluida la senadora Hillary Clinton.
Aunque la derrota no es definitiva, Clinton debió enfrentar una realidad que hace meses se asomaba como posibilidad muy remota.
La candidata que semanas atrás aparecía como favorita en la carrera por la Casa Blanca, acabó la noche del jueves en tercer lugar detrás de Barack Obama y John Edwards.
Obama, el hombre que aspira a convertirse en el primer presidente negro de Estados Unidos, varió los pronósticos con su estrategia de basar la campaña en la captación de votos jóvenes.
Un día después los analistas coincidieron en que la nueva ola de jóvenes que participó en los “caucus” de Iowa marcó el resultado final y que puede suponer una tendencia para este año.
Los expertos aseguran que la victoria de Obama se debió en gran parte a la afluencia de jóvenes, muchos de los cuales acudieron por primera vez a votar.
Según la organización Declare Yourself, que pretende aumentar el número de votantes entre los menores de 30 años, la entrada de jóvenes en el proceso electoral estadounidense ha rebasado todas las estimaciones.
Desde julio de 2007, el aumento de jóvenes registrados para votar ha subido un 575% y muchos de ellos son de origen hispano.
Una noticia que debe llenar de esperanza y valor a las futuras generaciones, en razón de que está quedando demostrado que con la participación de sangre nueva se puede cambiar el destino a como consideren que les conviene.
Los jóvenes no solo de Estados Unidos, sino en Costa Rica también, son los llamados a involucrarse más y jugar un papel protagónico en la creación de las políticas que regirán en los próximos años.
Lejos de considerarse ajenos a lo que ocurrirá en sus países o comunidades, deben empaparse y formar parte de lo que se está fraguando en razón de que tarde o temprano serán los afectados directos.
Las nuevas caras tienen hoy en día la capacidad de cambiar o mejorar el mañana; mantenerse distantes es una posición poco valiente que les restará autoridad para reclamar en un futuro el curso que tomaron las cosas.