El Pacto de Concordia para el siglo XXI
Pedro Muñoz pedro@pedromunoz.cr | Jueves 08 septiembre, 2016
Divididos, fraccionados, seremos débiles y vulnerables
Costa Rica Puede Más
El Pacto de Concordia para el siglo XXI
La historia nacional clama por un nuevo Pacto de Concordia. No es una tarea exclusiva para los políticos o los gobernantes de turno; es una tarea a la que estamos llamados todos los costarricenses.
Si permanecemos divididos, el país jamás encontrará el rumbo. Ya antes los costarricenses tuvimos la oportunidad de cerrar filas y apostar por el consenso para definir el destino de esta tierra.
En octubre de 1821, al Ayuntamiento de Cartago le correspondió invitar a ciudadanos legados con amplios poderes para decidir el derrotero que habríamos de seguir al declararnos independientes.
Acudieron representantes de diversas tendencias ideológicas. La jornada terminó con la firma del Pacto Social Fundamental Interino, o Pacto de Concordia, el cual concedió la ciudadanía a todos los hombres libres naturales de la otrora provincia o avecindados en ella con cinco años de residencia.
Hoy, 195 años más tarde, la historia nos reclama un nuevo pacto tras décadas de vivir divididos por nuestras diferencias ideológicas, nuestras acciones o, incluso, nuestras omisiones.
Por eso la idea del diputado del PAC Ottón Solís de buscar puntos de consenso en temas sustantivos ha sido bien acogida por el Partido Unidad Social Cristiana (PUSC) y el Frente Amplio. Se trata de encontrar una ruta sin abandonar —o traicionar— los principios ideológicos que nos dan identidad como partidos.
Aunque en el PUSC no estamos de acuerdo con la idea de un gabinete compartido, somos conscientes de que en estos momentos cobra importancia, como nunca, la imperiosa necesidad de buscar puntos en común, definir una agenda prioritaria, arribar a acuerdos y despojarnos de egoísmos con la finalidad de tomar esas decisiones que hoy resultan impostergables.
Divididos, fraccionados, seremos débiles y vulnerables. Unidos por el respeto, la tolerancia, el consenso democrático y la necesidad de remar todos en una misma dirección, el destino de la patria se movilizará hacia un puerto seguro. Es momento de sentarnos en la mesa de negociación cobijados por una sola bandera: la de Costa Rica.
La Asamblea Legislativa, con su “multitudinaria” oferta ideológica, ha sido un claro ejemplo de que bajo un espíritu constructivista es posible tomar grandes decisiones sin importar colores políticos o diferencias doctrinarias. Aquí lo que importa es Costa Rica.
Estamos todos invitados a este esfuerzo nacional. El empujón debe provenir de cada costarricense. Pequeño o grande, es un aporte en la construcción de esa Costa Rica que Puede Más.
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