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El año de Merkel: de “canciller de hierro” a “Mutti” de refugiados

Bloomberg | Viernes 25 diciembre, 2015




 De la crisis del euro a la de los refugiados: el año 2015 fue para la canciller alemana, Angela Merkel, un año lleno de altibajos donde las crisis modificaron su imagen de liderazgo pasando de ser vista como una mujer implacable a una líder preocupada por las miles de personas que huyen de sus países.

“Fue un año drástico para la canciller alemana”, resumió recientemente la revista alemana “Der Spiegel”. “En 2015 vivió al mismo tiempo los puntos más altos y más bajos de su poder como canciller”, señaló.

El año comenzó con esperanza. A principios de 2015, la líder cristianodemócrata contribuyó al acuerdo de paz en Minsk, donde se fijó un paquete de medidas para lograr la paz en el este de Ucrania. Sin embargo, once meses después su implementación se sigue retrasando y la Unión Europea (UE) acordó prorrogar seis meses más las sanciones económicas impuestas a Rusia.

En el verano boreal fue una de las personas decisivas para sacar adelante el nuevo paquete de rescate para Grecia bajo la máxima de “no hay prestaciones sin contraprestaciones”, pero con el objetivo de mantenerlo dentro de la eurozona a pesar de las voces en el interior de Alemania que reclamaban su salida.

Lejos de poder descansar tras apagar de nuevo el reavivado fuego heleno, la nueva crisis acechaba ya en la otra esquina. “La gestión de la gran cifra de refugiados ocupará a la UE en breve más que Grecia o la estabilidad del euro”, adelantó Merkel ya en agosto en una entrevista concedida a la televisión ZDF.

A partir de ese momento, cambió su discurso en defensa de la austeridad por un discurso a favor de la humanidad. “Lo vamos a conseguir”, empezó a repetir sin descanso. “Unas palabras que construyen una frase optimista, pero que para Merkel podrían ser fatal”, aseguró “Der Spiegel”.
Sus inicios no fueron fáciles. En julio provocó el llanto de una niña palestina proveniente de un campo de refugiados del Líbano al explicarle que la política es “dura” y que no siempre se puede acoger a todo el mundo.

Pero del llanto de la niña y las críticas por su falta de empatía, pasó a ganarse el corazón de los miles de refugiados al abrir las fronteras alemanas, lo que la convirtió en la “Mutti” (madre, en alemán) de los refugiados. “Fue ni más ni menos que un imperativo humanitario”, afirmó recientemente.

La llegada de refugiados, que este año pueden llegar al millón, aumentó el odio xenófobo y los ataques a centros de refugiados calificados por el gobierno como una “vergüenza para Alemania”.

Ella misma fue víctima de este odio durante su visita a un centro a finales de agosto en la localidad sajona de Heidenau, que fue objeto de ataques de la extrema derecha. Merkel fue recibida con pitidos y gritos de “traidora, traidora”.

“Si debo empezar a disculparme por mostrar humanidad en situaciones de emergencia, entonces éste no es mi país”, aseguró la primera mujer al frente de la mayor economía de Europa y la primera crecida en la República Democrática Alemana (RDA).

Su política de puertas abiertas y su famoso “selfie” con uno de los refugiados desató un duro debate sobre “el efecto llamada” de la política seguida por Merkel.

“¿De verdad cree que los cientos de miles que dejan sus hogares y se embarcan en un viaje tan difícil como éste lo hacen sólo por un ‘selfie’ con la canciller alemana?”, se defendió Merkel en televisión en octubre.

Su política de gestión de la crisis de refugiados llevó a la revista “Der Spiegel” a presentarla en portada emulando a la madre Teresa de Calcuta y su nombre sonó con fuerza para el Premio Nobel de la Paz.

Pero las críticas continuaron en un país desbordado por la gran afluencia de solicitantes de asilo y Merkel se vio obligada a acabar con un conato de rebelión interna durante el congreso federal de la CDU la semana pasada.

Por si la crisis económica y la de los refugiados no fueran suficiente, los actos terroristas vividos en noviembre en París obligaron a Merkel a mostrar solidaridad con Francia y poner en marcha una de las misiones más complicadas hasta el momento del Ejército alemán: la lucha contra el Estado Islámico en Siria.

Su poder quedó patente más allá de las fronteras europeas. “Si se mira Europa, uno de los líderes sobresale sobre el resto: Angela Merkel”, escribió en noviembre la revista “The Economist” en su artículo titulado “La europea indispensable”. “La señora Merkel ha crecido con cada turbulencia”, analizó la publicación.

De esta manera, la segunda persona más poderosa del mundo, según la revista “Forbes” -por detrás del presidente ruso, Vladimir Putin, y por delante del estadounidense, Barack Obama- acabó siendo elegida por la revista neoyorquina “Time” como “personaje del año” 2015.

“Con Merkel apareció un nuevo canon de valores como la humanidad, la bondad y la tolerancia para mostrar cómo el gran potencial de Alemania se puede utilizar para salvar en lugar de para destruir. Es raro ver a un líder renunciando a una vieja y agonizante identidad nacional”, escribió la publicación.

La política conservadora de 61 años exigió de sus ciudadanos mucho más de lo que otros políticos se habrían atrevido a pedir, se erigió contra la tiranía y la conveniencia, y creó un “liderazgo moral inquebrantable” en un mundo con muy pocos ejemplos a seguir, añade la revista.







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