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El país tiene un enorme y creciente faltante de energía que lo está haciendo energéticamente más pobre, más caro y más vulnerable (I)

Roberto Dobles roberto.dobles@gmail.com | Lunes 05 septiembre, 2022


Los datos muestran que Costa Rica es cada vez más un país energéticamente pobre, a pesar de que la naturaleza lo dotó de un importante potencial de diversas fuentes de energía.

La primera pregunta que uno se hace al analizar esta información es la siguiente: ¿por qué es que esto está ocurriendo si los datos muestran claramente que en el territorio nacional existe un importante potencial energético de muy variada índole de fuentes renovables y no renovables?

La respuesta es muy evidente y muestra que la política energética populista es la causa principal que ha venido provocando esta lamentable situación.

Las políticas energéticas de papel que el país ha tenido en los últimos gobiernos, plagadas de dogmas, ideologías y sesgos, no han incidido en corregir esta situación (por acción y por omisión) porque no han estado arraigadas en la realidad y, consecuentemente, han provocado que el país sea energéticamente cada vez más pobre, caro y vulnerable.

Costa Rica se vuelve cada vez más pobre energéticamente porque así lo ha provocado. No es la falta de potencial en el territorio nacional.

Estas políticas no han tenido ninguna incidencia relevante sobre la crítica situación energética nacional. Ante esto, la cruda realidad siempre se impone y le pasa la factura al país en términos económicos, sociales y energéticos (incluyendo un aumento de la pobreza y la vulnerabilidad energética).

Al entronizarse los dogmas, los mitos y las ideologías populistas en la política energética nacional, se ha evadido actuar sobre la cruda realidad y se ha bloqueado todo lo que se debiera de hacer para que el país sea energéticamente rico y, consecuentemente, prospero económica y socialmente.

Mientras en el mundo los países buscan fortalecer su desarrollo económico y social accediendo a explotar sosteniblemente su potencial energético, en el país ha ocurrido lo contrario.

La creciente pobreza energética tiene muchas consecuencias, entre las que se podrían encontrar períodos de inflación impulsada por la energía más cara y una pérdida importante de crecimiento económico y de producción.

Esta funesta situación está afectando, entre muchas otras cosas, el crecimiento económico, la calidad de vida y el bienestar social y aumentará las desigualdades de ingresos de la población y la pobreza.

Todo esto ha venido ocurriendo a vista y paciencia de todo el mundo sin que a nadie le preocupe nada.

1. Evolución y situación actual

En el 2012 escribí una columna titulada “¿País energéticamente pobre?” en la que señalaba que en una conferencia internacional llamada “Latin America’s Energy Future”, uno de los temas analizados fue la situación de los países de la región que eran energéticamente ricos (‘The Haves’, ‘Los que tienen’) y los que eran energéticamente pobres (‘The Have Nots’, ‘Los que no tienen’).

Los datos analizados en esa conferencia internacional mostraban que los países energéticamente pobres de la región eran fuertes importadores de petróleo y derivados porque necesitaban compensar su pobreza energética. Necesitaban compensar su faltante energético con importaciones de energía, particularmente con energía no renovable (petróleo y derivados).

Entre los países considerados como energéticamente pobres en esa conferencia internacional se ubicó a Costa Rica.

Lo peor es que la información oficial disponible actualmente muestra que, desde ese año, el país más bien se ha ido empobreciendo todavía más, ya que la altísima dependencia de energía no renovable importada (petrolera) ha venido aumentando con los años reduciendo la participación de la energía nacional.

La participación de las fuentes nacionales de energía (que son todas renovables) en la matriz energética ha venido reduciéndose, aumentando así el faltante energético nacional y, consecuentemente, la pobreza energética nacional.

Y lo peor es que, si no hay un cambio importante, todo apunta a que en el futuro el país se irá empobreciendo energéticamente todavía más ya que, con la información actualmente disponible, el consumo de energía importada no renovable (derivados de petróleo) continuará creciendo más rápidamente que el consumo de energía nacional (renovable), por lo que la dependencia de los derivados de petróleo importados crecerá aún más.

2. ¿Cuáles son los datos sobre la evolución de la pobreza energética?

Los datos oficiales sobre la evolución de la matriz energética nacional confirman que el país se ha venido haciendo energéticamente más pobre:

• 2012: Petróleo: 62,4%, Biomasa: 16,7%, Hidroelectricidad: 16,4%, Otras Renovables (Geotermia, Eólica y Solar): 4,4% y Carbón: 0,1%.

• 2019: Petróleo: 64,3%, Hidroelectricidad: 15,4%, Biomasa: 12,4%, Otras Renovables (Geotermia, Eólica y Solar): 6,9% y Carbón: 0,1%.

Se toma como parte de este análisis los datos del 2019 porque los del 2020 y del 2021 no reflejan la realidad estructural de la oferta y del consumo energético nacional debido a que la lucha contra la pandemia distorsionó fuertemente en el consumo energético en esos dos años.

Las severas restricciones que el gobierno impuso para “cerrar la economía” hasta donde pudo crearon efectos importantes en los patrones de abastecimiento y consumo energético.

La severa crisis económica que se creó como consecuencia de la lucha contra la pandemia provocó así una importante reducción y distorsión del consumo energético, particularmente el relacionado con el sector transporte, lo cual introdujo una gran distorsión artificial de los datos.

Con la disminución de los efectos económicos negativos de la pandemia, los datos del 2022 están mostrando que se está regresando de nuevo a los patrones de abastecimiento y consumo de energía que existían antes. Esto era de esperar ya que durante la pandemia no hubo ningún cambio estructural en el sector energético.

De esta manera, reaparece la tendencia de un gran y creciente faltante de energía nacional, el cual se está solucionando nuevamente, como medida funesta, con una creciente importación de energía no renovable (derivados de petróleo) que nos hace energéticamente más pobres, más caros y más vulnerables a los eventos y a las crisis energéticas generadas por eventos externos fuera de nuestro control.

El balance energético nacional muestra lo siguiente sobre la nefasta situación en que se encuentra el sector energético nacional:

• En el 2012, la Biomasa, que es una energía renovable, era la principal fuente nacional de energía con una participación en la matriz energética nacional del 16,7%, mientras que en el 2019 su participación bajó al 12,4%, lo que representa un desplome estrepitoso y la convierte en la gran perdedora. Y lo peor es que se prevé que esta caída continúe en el futuro.

Lo anterior a pesar de que en el mundo la Biomasa es una fuente de energía que está creciendo rápidamente.

• El Gas Licuado de Petróleo (GLP), que es una energía no renovable importada, es la fuente de energía más ganadora en el país porque tiene el mayor crecimiento en el consumo de todas las fuentes de energía que se consumen (nacionales e importadas).

Entre otras cosas, este acelerado crecimiento del consumo de GLP se está dando también porque está desplazando a la electricidad generada con fuentes renovables nacionales, inclusive en el sector residencial que, por su naturaleza misma, debiera de estar consumiendo más electricidad.

3. ¿Qué revelan los datos sobre la pobreza energética actual?

Entre otras cosas, la serie de los datos anuales de la matriz energética en el período 2012-2019 revelan lo siguiente:

• La participación de la energía nacional se redujo en un 2,8% mientras la de la energía no renovable importada aumentó en un 1,9%.

• El tamaño del faltante energético nacional (que está siendo cubierto con importaciones de energía no renovable) se ha venido acelerando conforme pasa el tiempo.

Los datos del balance energético nacional muestran que durante el período 2015-2019, la participación de la energía nacional en la matriz energética bajó un 4,0% mientras que la de la energía no renovable importada subió un 3,0%.

• En lugar de diversificar el abastecimiento energético nacional, como se está haciendo en todo el mundo, no solamente éste se concentró en dos fuentes de energía (derivados de petróleo e hidroelectricidad), sino que también lo hizo con las dos fuentes de energía más vulnerables a eventos externos sobre los cuales no tenemos ningún control.

• En el 2019, la energía no renovable importada y la hidroelectricidad nacional representaron el 80 % del abastecimiento energético nacional.

• No solamente esta gran concentración del abastecimiento energético nacional en dos fuentes de energía es muy peligrosa, sino que ambas fuentes son las más más vulnerables a eventos externos fuera de nuestro control.

• Las crecientes importaciones petroleras agregan vulnerabilidad en términos de cambios abruptos en los precios que tienen un efecto devastador en la economía nacional y en la sociedad en general.

• La hidroelectricidad agrega vulnerabilidad porque es la fuente renovable de energía más vulnerable a los efectos del cambio climático (propensión a menores caudales promedio en los ríos y sequías).

• Las crecientes importaciones petroleras están desplazando de manera continua y peligrosa a las fuentes renovables nacionales de energía.

En la siguiente columna analizaré las tendencias de pobreza y de vulnerabilidad energética hacia el futuro.

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