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COLUMNISTAS


El hoyo negro de las universidades públicas en materia salarial

Felipe Guadamuz Flores redaccion@larepublica.net | Martes 09 marzo, 2021


Volando Guayabazos

Felipe Guadamuz Flores

En la cultura de exigir y no de ofrecer, las universidades públicas se han enquistado con una cúpula docente, en general simpatizantes del socialismo y hasta el chavismo, que adoctrinan a nuestros jóvenes para que exijan a la sociedad en vez de ofrecer algo a cambio. Esto se ve reflejado en cómo hasta la fecha, no existe claridad en el sistema universitario público sobre cuántas personas han ingresado de quienes aplicaron, cuántas de esas personas se graduaron, cuántos trabajan en lo que estudiaron y el promedio de ingreso anual y mensual de esos graduados, aparte de los empleados en los propios centros universitarios. Sin embargo, diputados fieles a disponer del dinero ajeno, han introducido una moción para crear, ya no instituciones autónomas, sino verdaderas repúblicas independientes en el sistema universitario, pasándole por encima a la propia Constitución Política, por lo que la ciudadanía no debe aceptar esto.

En múltiples ocasiones y a través de varios medios, este servidor ha expresado que esta Asamblea Legislativa se encuentra, en su mayoría, integrada por diputados que no han satisfecho las expectativas de la ciudadanía, delegando la responsabilidad de limitar los derechos fundamentales al Poder Ejecutivo, cuando corresponde al legislativo, entre otras falencias.

La fracción oficialista no ha necesitado ser mayoría para tener a diputados adláteres sirviéndole cuales lacayos fueran del gobierno, a pesar de que, en sus discursos para llegar a las curules, dijeron una cosa y, una vez en Cuesta de Moras, hicieron otra. Olvidaron aquella frase atribuida a algún filósofo que, a como uno piensa, debe hablar, a como habla debe actuar.

Su inconsistencia ha desencantado a la población y alguno que otro oportunista ha tomado la ventaja para declararse independiente de su fracción pero con conductas claras que reflejan un servilismo hacia las iniciativas del gobierno, las cuales, si bien no todas han sido completamente descabelladas o faltas de sentido, como ciertos sindicatos las han querido hacer ver, en el caso de algunos legisladores oficialistas y sus adláteres independientes y de fracciones de partidos políticos tradicionales, han mostrado inconsistencia y esto es algo sobre lo cual la población está clara al respecto.

Entonces, que se permita a las universidades públicas definirse sus propios salarios, es contraproducente porque en el ámbito universitario público priva una ideología y muchas veces los estudiantes deben callar ante esa ideología, so pena de no poder recibir los beneficios que resultan de apoyar manifiestamente las tesis y puntos de vista de muchos de los docentes. Sería bueno que, con números ciertos, un auditor externo e imparcial evaluara a las universidades públicas, para determinar cuán independiente y pluralizado es el pensamiento en esas instituciones. Es paradójico, pero siendo la universidad el lugar donde debería haber pluralidad de pensamiento, el adoctrinamiento socialista lo limita y hasta suprime.

No cabe duda de que, en el pasado, esas instituciones aportaron al país y esto se ve reflejado en la herencia de nuestros abuelos con la educación de las generaciones anteriores. Sin embargo, desde la década de los setenta se ha visto una toma gradual de estas instituciones por un grupúsculo académico simpatizante con el socialismo y hasta el chavismo, exigiendo del estudiantado ciertas posturas y conductas, las cuales, lejos de implicar educar más bien parecieran adoctrinar a nuestros jóvenes, para perpetuar el ciclo de exigir al Estado en vez de ofrecer al pueblo.

Hay profesores intocables en esas universidades que hacen y deshacen con la venia y complacencia de los altos mandos y todo esto ahora recibe el premio de aprobar una moción para que escojan qué salario recibir, en detrimento del interés general.

Nuestra educación entonces va alcanzando niveles críticos, porque aquellas universidades privadas que dicen ser las mejores, en la práctica no lo son y algunas se han convertido en verdaderos centros de adoctrinamiento, donde los profesores que no piensen como el establecimiento desea, son despedidos, violándose así la libertad de cátedra, sin perjuicio de venderle una idea a los estudiantes sobre educación que es cualquier otra cosa menos eso.

Aclaro, no todas las universidades privadas son así, hay universidades con un verdadero credo de libertad de expresión y cátedra, pero son las menos ante la creciente toma de graduados de las universidades públicas adoctrinados en el socialismo, dentro y fuera del país, que imparten lecciones en centros privados y, la falta de compromiso con el rigor académico de algunos dueños de esas universidades privadas, quienes anteponen el lucro ante la educación.

Lamentablemente, los afectados somos todos, porque esos profesores, muchas veces extranjeros provenientes de otras latitudes de donde huían por pensar distinto a lo que los dictadores en sus países de origen pretendían, se instalaron en nuestras universidades, vivieron de los impuestos de los contribuyentes y, lejos de permitir el libre pensamiento, establecieron verdaderas dictaduras académicas en las cuales todo estudiante que no pensara como ellos, era excluido y hasta perseguido. En lo personal, conozco casos de esas persecuciones y es una verdad de Perogrullo sobre la cual muchos temen hablar, para, precisamente no ser perseguidos.

No debe sorprender entonces que, en un sistema de adoctrinamiento universitario en el socialismo, tengamos a simpatizantes del chavismo ahora en el gobierno y en medios de comunicación estatales, firmando acuerdos con dictaduras y buscando gradualmente disminuir la libertad de expresión, todo esto, reitero, pagado con el dinero de los contribuyentes.

Al igual que en Recope, las universidades públicas han demostrado no tener empatía por las finanzas del país y más bien cada vez exigen más, cuando, en términos proporcionales, lo que dan no es reflejo de lo recibido, generando así un saldo al descubierto con la sociedad, el cual, lejos de ser premiado con una verdadera soberanía, como lo han pretendido los diputados, debería de ser auditado y fiscalizado, trayendo a cuentas a los jerarcas de esas instituciones, para que brinden datos claros sobre su gestión, tomando como indicios, entre otros, las sugerencias que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo, OCDE, ha realizado con respecto a la gestión de estas instituciones.

La petulancia alfabetizada debe ceder ante la humildad académica y el verdadero compromiso con el prójimo. No habría problema en remunerar bien a los docentes universitarios, si los salarios fueran más equitativos y las universidades demostraran con hechos continuos y constatables su verdadera contribución a la educación de la sociedad y no de su adoctrinamiento y cesarismo escolarizado.

Sin embargo, Cuesta de Moras ha demostrado una vez más su ineficiencia y complacencia con un doble discurso de perseguir los salarios menos competitivos de los funcionarios en el gobierno central y abrir la puerta para el despilfarro en las instituciones autónomas. Ha dejado de lado lo más importante, que es la igualdad entre iguales.

El salario único en toda la Administración Pública y los demás Poderes del Estado, sería la solución más equitativa para quienes optaron por servir al público, pero, para ello es necesario que sea por medio de una auditoría del Estado, con un ente imparcial, una auditora de renombre, con trayectoria e historial de excelentes resultados, la que realice una auditoría de todo el Estado, incluyendo las instituciones autónomas.

En otras palabras, si y solo si, la evidencia amparada por el método científico demuestra la idoneidad del salario único, debería aplicarse, si no, será necesario buscar otras alternativas para cuidar las finanzas públicas, pero, hasta la fecha, no existe tal análisis de un tercero, porque pedirles a las universidades realizar esos estudios es el equivalente a pedirle al lobo realizar un análisis de la anatomía de las gallinas cautivas en el gallinero.

Naturalmente, habrá oposición de los grupos en el poder, tanto los que integran los círculos políticos, así de como quienes están detrás de los telones, porque sería socavar toda una estructura de beneficios y prebendas, que no solo se resume en los salarios de los empleados públicos en las instituciones autónomas, sobre todo en las cúpulas, sino en evasión fiscal y contrataciones administrativas irregulares.

No obstante, la potestad de legislar reside en el pueblo y éste a su vez la delega en la Asamblea Legislativa. Los diputados están para representar los intereses del pueblo, pero no parecen estar haciéndolo, más bien, con su actuar, la gran mayoría de ellos dejan claro que si las personas preparadas no ingresan a la política, los resultados seguirán siendo los observados hasta ahora, pues, ese es el problema de que los mejores no gobiernen, y por ello se vuelve necesario el análisis de los resultados de las universidades públicas, porque una sociedad adoctrinada es una sociedad condenada, en tanto que una sociedad educada es una sociedad de avanzada.

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