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Educación a sangre fría

Luis Alberto Muñoz redaccion@larepublica.net | Viernes 16 julio, 2010




La maldita violencia nos carcome, tan evidente que se respira por doquier

Educación a sangre fría

La violencia cubre de luto nuestras aulas, aquellas donde niños y jóvenes son llamados a abandonar la ignorancia, madre de todas las desgracias y ruina de toda sociedad.
La lamentable imagen de un estudiante con arma, cuya desesperanza dio paso a ráfagas hirientes, que en algún momento se pensaron lejanas para nuestro país, abrieron sangrantes agujeros de realidad.
Somos una sociedad violenta, y para quienes tienen aún dudas, hoy compartimos los mismos infortunios de culturas norteamericanas, donde el ensordecedor estruendo de las armas, hizo espeluznante eco en las escuelas, anunciando la desgarradora muerte de alumnos y profesores.
La maldita violencia nos carcome, tan evidente que se respira por doquier, es exaltada y se le rinde culto en películas, televisión y videojuegos.
La tecnología ha sido cómplice de este adoctrinamiento, donde se enlistan tanto soldados como hampones cibernéticos y se les enseña a matar y faltar contra todo sentido de respeto a la vida, una que sin dudas no es virtual.
A sangre fría se promociona una cultura de muerte en nuestra cara y la aceptamos como una descripción de la dureza, frustración y amargura.
Esa es la educación que verdaderamente ha permeado.
¿Qué se hace al respecto? Quienes deben responder intentan esconderse bajo un manojo de cifras y estadísticas dispuestas para adormecer.
Las señales son evidentes. Costa Rica requiere acciones contundentes para llevar la pregonada paz ante el mundo, a los pupitres y a las pizarras.
En una nación de paz, los revólveres deberían estar prohibidos. Pero quienes legislan y gobiernan parecen ver este tema lejano.
Cada bala que mata se lleva consigo parte de nuestra democracia, del sagrado derecho a vivir sin que nadie decida nuestra muerte.
Ya son suficientes acontecimientos, que deberían provocar acciones más determinantes para enfrentar la violencia escolar.
Lo que más sorprende es la parsimonia burocrática, ministerial, gubernamental con que se pretende limpiar la sangre que hoy mancha nuestra educación.

Luis Alberto Muñoz

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