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Democracia en bancarrota

Luis Alberto Muñoz redaccion@larepublica.net | Viernes 22 noviembre, 2013


Los políticos la han quebrado. No solo por el despilfarro y elaborados abusos, sino por ir gastando poco a poco su credibilidad


Entre cielo y tierra

Democracia en bancarrota

Entramos a la época de las promesas electorales, cuando los candidatos necesitados de seguidores, ofrecen el oro y el moro con tal de esos deseados votos que los lleven al poder, al Olimpo de la democracia, a esa casta de quienes viven de los privilegios y favores de la política, sin importar el costo.
Por su parte, el pueblo apremiado por tanta tribulación y falta de atención a sus necesidades, sueña despierto, una vez más fantasías que pasada la pachanga electoral se transforman en tragos amargos de desilusión.
La prueba más clara de este egoísmo político es la incapacidad de los partidos para lograr alianzas, acuerdos, coaliciones.
Con puñalada por bollo de pan, así defiende cada uno sus intereses, sin mayor desvelo por el hundimiento moral del país.
La cosa se puso fea, pues la democracia está en bancarrota. Los políticos la han quebrado. No solo por el despilfarro y exuberantes abusos, sino por ir gastando poco a poco su credibilidad.
La democracia no se sostiene por sí misma, es un anhelo, una idea en construcción, la cual se edifica a partir de las acciones. Si las personas que la representan, con el poder otorgado por el pueblo, no están a la altura de mantener encendido ese fuego de esperanza, entonces no la podemos culpar.
Ya bastante manoseada está la pobre. Carente de recursos intelectuales para defenderla de los constantes abusos y corrupción, del populismo descarado que crece entre quienes esperan fórmulas mágicas, soluciones inmediatas.
Flaco favor le hacen también quienes pregonan que la democracia se reduce a las urnas, a las instituciones que la desangran, al clientelismo y amiguismo del poder.
La participación del pueblo como eje central de nuestro sistema político es esencial. El atolillo con el dedo debe terminar. Ni la Asamblea, ni la Sala IV, ni los presidentes podrán sacar solos nuestra sociedad del atolladero.
Lo delicado del asunto es que así cuan robusta puede ser la democracia para soportar tanta iniquidad, así de frágil es también para sucumbir frente al populismo, demagogia y apatía ciudadana. Debemos entender que se pierde fácilmente, aquello a lo que no se le da valor.

Luis Alberto Muñoz
@luisalberto_cr

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