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Del “Nací para ser libre” al “Nací para cuidarte”

Marilyn Batista Márquez mbatista@batistacom.com | Miércoles 09 septiembre, 2020


Nací para ser libre, no asesinada, es la consigna del movimiento virtual que alza la voz en contra del mayor y atroz acto de discriminación de género –el feminicidio–, perpetrado, no solo en Allison Pamela Bonilla Vásquez, sino también en María Luisa Cedeño Quesada, Karla Alexandra Quirós Araya, Luany Valeria Salazar, Danysha, Karla, Marlene, Flor y Vilma, que son parte de la pandemia de femicidios confirmados entre enero y agosto de este año, según datos del Observatorio de Violencia de Género Contra las Mujeres y Acceso a la Justicia.

Debemos rechazar y fustigar a quienes que comenten y hasta se atrevan a cuestionar sobre las vidas y acciones de cualquiera de las que hoy fueron silenciadas a golpes y puñaladas por los machos cabríos. Tampoco se vale que algunos hombres bien intencionados sean criticados y censurados al intentar unirse a este movimiento virtual utilizando la frase “Nací para cuidar a la mujer, no para asesinarla ni violarla”.

Debería estar claro que los hombres no nacieron para cuidar a las mujeres, ni las mujeres nacimos para servirles a ellos. Cuidar a cambio de brindar un servicio, es similar a la esclavitud, y no creo que ese haya sido el mensaje que los hombres quisieron enviar, porque sería afirmar que las mujeres somos incapaces de velar por nosotras mismas, situación que es meritoria para las personas menores de edad e incapacitadas.

Por primera vez –en forma abierta, pública y voluntaria– observamos que un grupo de hombres comunes (no son políticos que aprovechan la ocasión para buscar ovación), en forma masiva se solidarizan con la discriminación de género. Ciertamente no seleccionaron la frase correcta, debido al probable desconocimiento de la situación histórica de la violencia de los hombres hacia las mujeres, pero dejaron claro la intención de unirse a la protesta en contra de una acción vil, delictiva, repulsiva e inhumana, perpetrada por hombres sin ningún tipo de raciocinio y moral.

A estos hombres hoy los defiendo, porque representan el inicio de un comportamiento que merece ser reconocido y no sancionado. No es tiempo de discurso de odio, mejor dicho, ningún tiempo debe admitir discursos de odio que fragmenten, ofusquen y polaricen la sociedad. Es tiempo de que hombres y mujeres al unísono clamen por la igualdad y equidad de género; que nuestras parejas, esposos, hijos y nietos marchen en una manifestación en contra de la desigualdad de género a la par de cada una de nosotras, y que participen en vigilias, en foros, conferencias, escriban columnas, ensayos y poesías de reivindicación femenina.

La lucha por la igualdad de género como un derecho humano y como un principio dogmático impulsado y defendido solo por mujeres está destinado al fracaso, si no les enseñamos a los hombres –día tras día, sin cansarnos y hasta que aprendan– que nadie es mejor, más fuerte o superior a otro debido a sus genitales.

Apoyemos el “Nacimos libres” e impulsemos el cambio del “Nací para cuidarte”, incluyendo a los hombres solidarios en este peregrinaje muchísimo más largo que el Camino de Santiago. Ya es hora de que los ellos participen a nuestro lado –OJO, al lado, no al frente– como compañeros de lucha, colegas, amigos y ciudadanos, en la búsqueda de soluciones y en la implementación de acciones que reduzcan, mitiguen y eliminen el absurdo del especismo humano.

La supremacía del falo debe terminar, pero no para que emerja el reinado de la vagina, sino para que cumplamos con la frase “améis los unos a los otros” y añado “las unas a las otras”, el principio básico capaz de crear sociedades igualitarias, de respeto, tolerancia y sana convivencia.

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