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De ideologías y Plan de Gobierno

Ennio Rodríguez ennio.rodriguez@gmail.com | Martes 26 septiembre, 2017


De ideologías y Plan de Gobierno

Para quienes pensamos que la persona humana tiene un destino particular intransferible en sus dimensiones individuales, pero también sociales, y materiales, así como espirituales, partimos aguas con las ideologías individualistas y el colectivismo materialista. El individualismo no acepta la dimensión social en el tanto en que coarta la libertad del individuo, erigiendo así la libertad como su valor preponderante. El colectivismo materialista niega la dimensión espiritual trascendente por cuanto, para ellos, la materia y el colectivo (la clase social) determinan la conciencia. Así, lo social, en particular el Estado, están por encima del individuo y la propiedad y la distribución de la riqueza pasan a ser un asunto de Estado. La solidaridad, expresada como colectivismo, pasa a ser su valor dominante.

Para nosotros, la colectividad, entendida como sociedad, no es el fin, como lo es para el colectivismo, sino un medio para que la persona logre sus fines. Pero frente al individualismo, pensamos como norte social el bien común, lo cual define deberes y derechos de la persona para con la sociedad.

Por ello, nuestra definición de bien común tiene esa doble vertiente de garantizar que las personas materialicen su trascendencia a partir de sus valores, pero también de garantizar la equidad en la distribución del producto económico en consonancia con lo niveles de productividad socialmente alcanzados y, también forma parte del bien común, elevar los estándares de productividad.

Derivado de los principios anteriores se puede colegir que no somos estatistas como los colectivistas, ni anti-Estado como los individualistas. Las intervenciones y las políticas públicas deberán justificarse en términos de su contribución positiva al bien común. Es decir, no nos deben definir intervenciones particulares del Estado, que podrían haberse justificado en determinadas circunstancias históricas. Reivindicamos, por lo tanto, el papel de las ciencias, particularmente de las ciencias sociales, en la determinación de los efectos de las políticas públicas sobre el bien común. Por su parte, el Estado siempre tendrá la responsabilidad de garantizar los derechos individuales. Por eso nos definimos profundamente demócratas. No creemos que ninguna ideología o programa político, ya sea colectivista o individualista, justifique un sistema político que no se funde en la dignidad y respeto a las libertades de la persona humana. La libertad se constituye así en uno de nuestros valores fundamentales.

De tal manera, que la tarea de construcción del Plan de Gobierno es la de definir las políticas públicas necesarias para promover el bien común a la luz de los desafíos y rezagos en el desarrollo nacional y de las transformaciones en marcha en el entorno internacional, incluido, de manera especial, el cambio tecnológico, conscientes de estar viviendo la Cuarta Revolución Tecnológica. Para la definición de las políticas públicas, no se debe partir del andamiaje institucional, producto de una historia particular, sino que este debe formar parte del objeto de análisis sobre las intervenciones públicas pertinentes.

Por lo tanto, para nosotros, el objetivo del Plan de Gobierno debe desarrollar las políticas públicas tomando en cuenta: las preocupaciones ciudadanas y otros elementos del diagnóstico nacional fruto de los postulados de nuestro pensamiento y su contraste con la realidad nacional e internacional; las grandes tendencias de cambio en nuestro entorno internacional; y el marco interpretativo de variables causales del desarrollo económico, social y político. De tal manera que las políticas públicas deben ser consistentes con los valores fundacionales (libertad, solidaridad y equidad), responder a las demandas ciudadanas y a otros aspectos relevantes de la realidad, y detonar los cambios en las variables estratégicas del desarrollo nacional, para que, de sus interrelaciones positivas, se generen causalidades múltiples de círculos virtuosos de desarrollo. Pensamos que solo así lograremos convertirnos en una sociedad desarrollada, sostenible y equitativa, que promueva el desarrollo pleno de las potencialidades de todas las personas en democracia y libertad. 

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