De aumentos y ajustes
Marcello Pignataro manogifra@gmail.com | Lunes 20 julio, 2009
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De aumentos y ajustes
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En ambos casos los vocablos utilizados son incorrectos y llaman a la confusión.
Empecemos por el primero. La Real Academia define “ajustar”, en su octava acepción, “concertar el precio de algo”. En el caso de los combustibles la concertación ha brillado por su ausencia y, más bien, la ARESEP parece disfrutar de ir contra la corriente y se saca de la manga un incremento superior al 15% en el precio de los combustibles, sin que pareciera mediar razón (válida) alguna, más allá de generar utilidades a la ineficiencia de la Repartidora Costarricense de Petróleo, las cuales, posiblemente, el año entrante prometan “devolvernos” a los consumidores… ¿Será que ya, en menos de cuatro meses, RECOPE “devolvió” los ¢80 mil millones en utilidades que generó el año pasado?
Sigamos con el segundo. La misma Academia define “aumentar” como “adelantar o mejorar en conveniencias, empleos o riquezas”. Si el tan cacareado “aumento” de salarios —risible tanto para empleados públicos como privados— se hace basándose en la inflación acumulada en el primer semestre del año, no hay verdaderamente ningún incremento salarial, como nos lo quieren hacer ver, sino una mal entendida equiparación con la realidad económica nacional.
En síntesis los términos se están invirtiendo y lo que verdaderamente estamos recibiendo es un aumento en el precio de los combustibles y un ajuste salarial.
Si, efectivamente, la ARESEP estuviese ajustando el precio de los combustibles, este debería tener un decremento (esto quiere decir: disminución en el precio, por aquello de que ahí no conozcan el significado) de, más o menos, un 18% (equivalente a unos ¢75 en el caso de la regular) y si, efectivamente, el Gobierno estuviese aumentando el salario a todos los trabajadores del país, el porcentaje estaría muy lejos de los risibles 2% (para empleados privados) y 1,2% (para empleados públicos) y sería de, mínimo, un 15%.
Y lo mejor de todo es que los costarricenses seguimos tan campantes, dejando que las cosas pasen sin hacer ni reclamar absolutamente nada.
Domesticados es poco.
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