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Cuesta arriba y sin anteojos

Vilma Ibarra vilma.ibarra@gmail.com | Miércoles 12 febrero, 2014


Lo que ha cambiado es el electorado. Y esa es la lectura para la cual a los altos dirigentes liberacionistas, incluyendo al candidato, les urgen nuevos lentes


Hablando Claro

Cuesta arriba y sin anteojos

Cual si se tratara de un deportista que tras perder impulso termina por ser rebasado en la competencia por otro al que ni siquiera vio llegar, ¡y como si fuera poco hasta pierde los lentes en la carrera!
Esas parecieran ser las difíciles condiciones que prevalecen en las altas dirigencias liberacionistas. Han pasado diez días tras la derrota del 2 de febrero y aún los verdiblancos no se reponen del golpe que recibieron.
Acaso apenas están recuperando el aliento en el intento de recomponerse, reagruparse y rearmarse para enfrentar la batalla decisiva del 6 de abril, con la mayor hidalguía posible.
Hasta ahora, sin embargo, las señales a las dirigencias (las primeras que deben recibir contundentemente los mensajes) y a los votantes (objetivo final de cualquier estrategia electoral) son confusas, cuando no contraproducentes.
Desde el domingo mismo por la noche cuando jefe de campaña y candidato decían que eran el partido más votado de la contienda y bailaban en tarima con rostro forzado de alegría sin capacidad de advertir que iban a quedar de segundos casi en el instante mismo que pronunciaban sus palabras, pasando por las torpes iniciativas (seguro que algunas muy bien intencionadas, pero no por ello totalmente inapropiadas) de no presentarse a la segunda ronda y ahora las desesperadas afirmaciones de que el PAC no solo no tiene equipo para gobernar, sino que constituye la nueva amenaza comunista.
Todo lo que sucede en el PLN dibuja un retrato de confusión, desconcierto y derrota que está siendo muy mal contenido.
Por supuesto que en política los únicos hechos ciertos son los que ya pasaron y faltando siete largas semanas para la elección definitiva, en sana teoría los verdiblancos pueden replantear la estrategia de una campaña que a todas luces resultó siempre errática con todo y los correctivos de última hora que se intentaron en diciembre tratando de contener la caída sostenida que vislumbraban las encuestas, tan vilipendiadas hoy.
También —no lo dudo— están a tiempo de analizar cantón por cantón, distrito por distrito y hasta cuadra por cuadra, qué fue lo que suponen falló en la otrora poderosa maquinaria electoral verdiblanca motivo de orgullo y hasta de petulantes desplantes de la alta dirigencia que nunca ocultó su menosprecio por el trabajo de las otras fuerzas políticas. Ahora don Johnny nos anuncia que también enfatizarán en lucha contra la corrupción, combate a la pobreza y eficacia en la construcción de obra pública, por supuesto, amén de abrirnos las entendederas respecto del inminente peligro de que llegue a conducir los destinos del país un partido que no sea el suyo, que por cierto no es el que gobierna, del que se desmarca con su apuesta de rectificación. Una verdadera ensalada.
El punto es si todos esos correctivos de estrategia, organización y mensaje servirán para revertir el resultado cuando lo que ha cambiado es el electorado. Y esa es la lectura para la cual a los altos dirigentes liberacionistas, incluyendo por supuesto al candidato, les urgen nuevos lentes.

Vilma Ibarra
 

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