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Competitividad: un requisito indispensable de la transición energética y del crecimiento económico

Roberto Dobles roberto.dobles@gmail.com | Lunes 12 marzo, 2018


Competitividad: un requisito indispensable de la transición energética y del crecimiento económico

La competitividad de un país es importante porque, entre muchas otras cosas, potencia la inversión interna y externa, la producción de bienes y servicios, la generación de recursos fiscales, el crecimiento económico, el empleo y la prosperidad.

Como muchas otras organizaciones mundiales, el Foro Económico Mundial ha sido claro en señalar que “el aumento de la competitividad significa aumento de la prosperidad” y que “las economías competitivas son aquellas con más probabilidad de crecer de forma sustentable e inclusiva, lo que significa más probabilidad de que todos los miembros de la sociedad se beneficien con los frutos del crecimiento económico”.

Dentro de este contexto, la competitividad energética es cada vez más un factor determinante de la competitividad de un país, como lo señalan los estudios en el mundo. Uno de ellos, titulado “Energy: a key to competitive advantage” y elaborado por la prestigiosa firma consultora McKinsey & Company, indica que “la energía se ha convertido en un factor estratégico en la competencia global”.

Por esta y otras razones, los países buscan impulsar su desarrollo económico y social y su transición energética con fuentes de energía que sean competitivas internacionalmente, junto con otros factores como la sostenibilidad y la seguridad de abastecimiento.

Entre sus estrategias, los países exitosos en el mundo fomentan también la competencia continua entre las diversas fuentes de energía (en costos, calidad, sostenibilidad, seguridad energética, entre otros factores). Lo anterior para provocar los cambios que se necesitan en su matriz energética de manera permanente para potenciar su desarrollo.

Uno de los más recientes estudios sobre las perspectivas energéticas mundiales y regionales, publicado a finales del mes de enero pasado y titulado “BP: Perspectivas Energéticas, Edición del 2018” (“BP Energy Outlook, 2018 Edition”), señala lo siguiente:

  • “Estamos viendo una creciente competencia entre las diferentes fuentes de energía, impulsada por los abundantes suministros de energía y las continuas mejoras en la eficiencia energética”.
     
  • “La mezcla (matriz energética) de fuentes de energía prevista para el 2040 será la más diversificada jamás vista”.
     

Los estudios destacan el fuerte crecimiento que están teniendo las dos fuentes de energía que más están impulsando la competitividad, el desarrollo económico y la transición energética en el mundo:

  • La energía solar, para generar electricidad.
     
  • El gas natural, para múltiples usos energéticos y no energéticos (producción de miles de productos no energéticos de la petroquímica, como fertilizantes, textiles, productos para la construcción y para las industrias, entre muchos otros).
     

Con respecto a la energía solar, este estudio de BP señala lo siguiente:

  • “El fuerte crecimiento de la energía renovable está siendo posible gracias a la creciente competitividad de la energía eólica y solar”.
     
  • “En el escenario ET (‘Evolving Transition’), la energía solar global en el 2035 es más de un 150% más alta que en el caso base del Energy Outlook 2015. Esto refleja que los costos de la energía solar caen más rápido de lo previsto”.
     

Con respecto al gas natural, este estudio señala lo siguiente:

  • “El gas natural crece mucho más rápido que el petróleo o el carbón y su participación en la matriz de energía primaria mundial superará al carbón y convergerá con el petróleo hacia el final de las Perspectivas (año 2040)”.
     
  • “El crecimiento proyectado del gas natural tiene dos componentes: el crecimiento por sustitución de otras fuentes de energía (carbón y petróleo) y el crecimiento causado principalmente por el crecimiento económico”.
     
  • “El consumo de gas natural casi se triplica (de aquí al 2040), con un fuerte crecimiento en el uso del sector industrial, que incluye también su uso como materia prima para la producción de fertilizantes”.


Con respecto a este tema, Reuters informó hace poco que “BP espera que el gas natural supere al petróleo como la principal fuente de energía mundial alrededor del año 2040”.

Congruente con el anterior estudio y otros estudios en el mundo, el más reciente informe elaborado por la International Energy Agency (IEA) sobre las perspectivas energéticas futuras, titulado ‘World Energy Outlook 2017: A World in Transformation’, señala lo siguiente:

  • “La forma en que el mundo va a satisfacer sus crecientes necesidades de energía cambia drásticamente en el Escenario de Nuevas Políticas, con el liderazgo ahora tomado por el gas natural, el rápido aumento de las energías renovables y la eficiencia energética”.
     

Este estudio de la IEA confirma que la energía solar es la que más crece en el mundo dentro de las energías renovables:

  • “En los próximos cinco años, la energía solar fotovoltaica tendrá la mayor incorporación anual de capacidad para las energías renovables, muy por encima de la eólica y la hidráulica”.
     
  • “En el 2016, el crecimiento en la capacidad instalada de energía solar fotovoltaica fue más grande que para cualquier otra forma de generación; desde el 2010, los costos de la nueva energía solar fotovoltaica han disminuido en un 70%, el viento en un 25% y los costos de las baterías en un 40%”.
     

Este estudio de la IEA confirma también el alto crecimiento del gas natural:

  •  “El uso del gas natural crecerá en un 45% de aquí al año 2040”.
     

Mientras que la competitividad energética en el mundo está mejorando aceleradamente, impulsada fundamentalmente por la energía solar y el gas natural, en Costa Rica cada día que pasa nos estamos quedando atrás.

Contrario a lo que ocurre en muchos países, la diversificación energética con fuentes de energía competitivas no se está dando y más bien seguimos incorporando en la matriz energética nacional energía más cara y no competitiva.

El consumo de energía importada no renovable, compuesto por los caros derivados de petróleo que representan casi las 2/3 partes de consumo nacional, aumenta a un ritmo muy superior al consumo de energía renovable nacional y al consumo mundial de petróleo, lo que obstaculiza seriamente el desarrollo económico y social, la generación de empleo y la generación de recursos fiscales a través del crecimiento económico.

La participación de la energía solar en la generación eléctrica nacional es insignificante y en el 2017 representó un 0,02% de toda la electricidad generada en el país. Como la electricidad representa un 22% del consumo nacional de energía, la participación de la energía solar en la matriz energética del país es todavía mucho más baja y más insignificante. Lo anterior se da a pesar de su bajo costo, de las tendencias mundiales y de que la radiación solar en el país es muy importante.

La participación del gas natural en la matriz energética nacional es cero, a pesar de su bajo costo, de las tendencias mundiales y de que los estudios han determinado que existe un potencial importante de gas natural en varias zonas del país.

En el caso del gas natural, pareciera que no se conoce tampoco que además de aumentar significativamente la competitividad energética nacional, la eventual producción de gas natural en el territorio nacional podría:

  • Sustituir las crecientes importaciones petroleras que dominan actualmente el consumo energético nacional.
     
  • Generar grandes cantidades de recursos fiscales y no fiscales que mucho nos hacen falta.
     
  • La eventual sustitución del caro petróleo importado por gas natural nacional de bajo costo permitiría igualmente eliminar las grandes y crecientes transferencias de recursos fiscales y no fiscales y de divisas que continuamente se envían al exterior como parte del costo de las importaciones petroleras que crecen sin cesar.
     
  • Reducir los impactos en el ambiente, ya que el gas natural es una fuente de energía mucho más limpia que el petróleo importado que consumimos en este momento masivamente y en cantidades crecientes.
     

Contrario a lo que están haciendo otros países, en Costa Rica no tenemos una política de competitividad energética que contribuya de manera determinante a potenciar nuestro desarrollo económico y social.

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