Cómo los globos se han utilizado desde hace siglos para el espionaje militar
Frank Ledwidge - The Conversation* | Martes 14 febrero, 2023
Una de las imágenes más surrealistas de la reciente guerra afgana fueron los globos cautivos (también conocidos como "aerostatos") que se cernían sobre las bases de las fuerzas internacionales.
Estos "sistemas de detección de amenazas persistentes" llevaban un conjunto de cámaras de 360 grados que proporcionaban una visión constante -de hasta 160 kilómetros- de las zonas circundantes a los equipos estadounidenses de "protección de fuerzas" dentro de las instalaciones fuertemente custodiadas.La reciente saga de cuatro días de un presunto globo espía chino husmeando en secretos nucleares estadounidenses sirve para recordar que las tecnologías más antiguas siguen desarrollándose para conseguir efectos militares en la actualidad. Los globos se han utilizado para el servicio militar durante más tiempo del que han existido las fuerzas aéreas.Fue el brillante ingeniero francés Jean-Marie-Joseph Coutell (fundador del Cuerpo Aerostático francés) quien demostró por primera vez las posibilidades de utilizar un globo para observar las posiciones del enemigo.
En junio de 1794, Coutell se elevó por encima de la batalla de Fleurus (actual Bélgica) e informó sobre las posiciones austriacas, lanzando mensajes que describían sus movimientos y posiciones desde su globo, mientras los artilleros, algo sorprendidos, le disparaban sin éxito.
Pero a pesar de este éxito, el cuerpo fue disuelto en 1799, tras su despliegue en Egipto con Napoleón, que no supo ver el potencial de esta nueva arma.
Su uso fue limitado en la Guerra de Secesión estadounidense y en la guerra franco-prusiana. Pero en la Primera Guerra Mundial, los aerostáticos cobraron protagonismo. Los dirigibles, los famosos Zeppelin -que por definición eran propulsados y dirigibles- tuvieron un papel efímero como bombarderos.
Sin embargo, el papel de los globos en el campo de batalla tuvo consecuencias mucho más inmediatas.
Ofrecían plataformas relativamente estables por encima del campo de batalla desde las que observar las posiciones enemigas y dirigir el fuego de artillería contra ellas.
El inconveniente, por supuesto, es que eran fácilmente visibles desde esas mismas posiciones enemigas. No se escatimaron esfuerzos para derribarlos, por lo que pertenecer a las tripulaciones de los globos era un oficio especialmente peligroso.
Uso durante la Segunda Guerra Mundial
El tamaño y el poco manejo de los globos en comparación con los aviones a motor, así como la mayor precisión de los cañones antiaéreos, los convirtieron en una propuesta poco práctica como plataformas de observación de artillería en la Segunda Guerra Mundial.
No obstante, prestaron un servicio vital, aunque poco glamuroso, en la defensa antiaérea, formando "barreras" no tripuladas, especialmente en Reino Unido, donde se desplegaron en ciudades y alrededor de objetivos vitales.
Los cables que los ataban al suelo eran letales para los aviones de vuelo bajo, que tenían que sobrevolarlos y rodearlos. Los globos barrera se convirtieron en un icono del Blitz, el bombardeo que sufrió el país durante la Segunda Guerra Mundial a manos del Ejército nazi.
Algo menos eficaz fue el intento de Japón de aterrorizar a la población estadounidense enviando miles de bombas transportadas por globos (conocidos en japonés como "Fu-Go") sobre el territorio continental de Estados Unidos.
Seis personas murieron en Oregón, las únicas víctimas de la acción enemiga en el territorio continental de EE.UU. durante ese conflicto.
El siguiente uso militar importante de los globos se produjo durante la Guerra Fría, cuando el proyecto estadounidense "Moby Dick" llevó a enviar cientos de globos para espiar sobre la Unión Soviética.
Simple pero eficaz
Los globos pueden parecer candidatos poco probables para un reconocimiento de largo alcance como el que China supuestamente intentó recientemente.
Sólo se pueden dirigir alterando la altitud, utilizando corrientes de aire variables para cambiar de dirección.
La semana pasada, un uso hábilmente planificado de las corrientes de aire dirigió un globo de vigilancia sobre el elemento más sensible del ejército estadounidense: las bases de silos de misiles balísticos intercontinentales de Montana.
El Departamento de Defensa de EE.UU. declaró que "se han observado anteriormente casos de este tipo de actividad con globos en los últimos años".
Al parecer, China niega que el globo realizara actividades de vigilancia, y sostiene que se trataba de una "aeronave civil" que estaba recogiendo datos meteorológicos y se había desviado de su ruta.
A pesar de su tamaño y vulnerabilidad, los aerostatos de este tipo ofrecen ventajas sobre los satélites y los aviones tripulados.
Son lentos y pueden permanecer sobre un objetivo mucho más tiempo que un satélite que pasa a velocidad orbital.
Volando a sólo 60.000 pies (20 km), sus cámaras pueden alcanzar una resolución mayor que las que se encuentran en órbita a 160 km.
Además, son más baratos que los satélites, drones o aviones tripulados, pueden hacer uso de grandes cargas y presentan una cara menos abiertamente agresiva.
De hecho, ofrecen la posibilidad de una negación plausible: ¿quién se sentiría amenazado por un simple globo aerostático?
Dicho esto, es poco probable que esta misión haya logrado mucho desde el punto de vista de la inteligencia. Como mínimo, Estados Unidos tomó las precauciones adecuadas para interferir los sistemas de comunicaciones del globo y deslumbrar a sus cámaras.
Pero puede que el mensaje fuera el propio medio. China está diciendo: "Aquí tienen este dilema muy público. ¿Qué hacemos ahora?".
El globo fue finalmente derribado sobre el océano Atlántico el 4 de febrero, sacado del mar frente a la costa de Carolina del Sur y llevado al laboratorio del FBI en Quantico, Virginia, para ser analizado por expertos militares.
Irónicamente, puede que Estados Unidos aprenda más que China de esta misión de espionaje.
*Frank Ledwidge es profesor titular de Estrategia y Derecho Militar, Universidad de Portsmouth (Inglaterra).
*Este artículo fue publicado en The Conversation y reproducido aquí bajo la licencia Creative Commons. Haz clic aquí para ver la versión original.
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