"Chespirito" pone atención a la vejez
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Viernes 25 abril, 2008
Roberto Gómez Bolaños visitó ayer en compañía de Oscar Arias el hospicio Carlos María Ulloa
“Chespirito” pone atención a la vejez
• Compartió cerca de una hora con más de 200 huéspedes y funcionarios del lugar
• Actor declaró tener un especial cariño por el país
Israel Aragón
iaragon@larepublica.net
El salón de actos del asilo Carlos María Ulloa, en Goicoechea, pronto estaría a reventar a las 11 a.m. Parecía como si las sillas solo hubieran alcanzado para un lado de la habitación pero en realidad el sector despejado sería aparcamiento para las sillas de ruedas.
Más de 200 ancianos se amontonaban en el aposento, ansiosos de que llegara la visita anunciada desde dos días atrás: Roberto Gómez Bolaños, más conocido como “Chespirito”.
La espera no sería corta, así que unos optaron por sacar el periódico y empezar a leerlo, otros buscaron el sol y el resto, los más, se limitaron a fijar su mirada al frente y, sin más movimiento que el de unos labios temblorosos, se dedicaron a esperar, oficio común en un asilo.
“Nos alegró mucho cuando nos dijeron que venía, porque aquí adentro uno está muy aparte y nos alegra cualquier vista”, dijo Víctor Arrieta, “a la orden”.
“Unos hasta empezaron a bailar cuando les dijeron que iba a venir 'Chespirito'. Uno se alegra de ver a la gente contenta y además a mí toda la vida me gustó 'El Chavo', desde la época de don Otilio Ulate. Jovencilla me hacía reír mucho”, recordó Leticia Montoya.
Diez minutos antes del mediodía se abrió la puerta del carro presidencial al inicio del pasillo que conduce hasta la estancia donde se celebraría el acto. Sobre un asiento de cuero apareció un cuerpo de 1,60 metros de estatura, 79 años, sonrisa estirada y ojos de mirar atónito.
La expresión y la sonrisa intermitente dejaron claro el impacto que causó en Gómez Bolaños salir del vehículo enfriado a punta de aire acondicionado para entrar a una calurosa y cordial bienvenida, interpretada por jóvenes mujeres con niños en brazos, ancianos, monjitas de blanco y gran cantidad de funcionarios de uniforme azul del hospicio.
El actor tardó casi diez minutos en recorrer los 100 metros del pasillo, hombro con hombro con su esposa, Florinda Meza y el presidente Oscar Arias.
Uno de los principales obstáculos fue el fuerte cerco que formó la prensa en torno a los personajes, que les dificultaba avanzar e imposibilitaba a los ancianos, que desde hacía una hora flanqueaban el pasillo, verlos. No obstante, ninguno se quejó, para eso tuvieron a sus familiares y monjas que los cuidaban.
En el recorrido abundaron los besos y abrazos para “Chespirito”, así como los que él dio e intentó dar llegando hasta donde su espalda le permitió agacharse.
Al entrar en el salón del acto, el ambiente pasó del de un asilo a parecerse más al de un jardín de niños, entre aplausos y citas de sus frases célebres proclamadas por los viejitos: “síganme los buenos”, “fue sin querer queriendo”, “bueno pero no se enoje…”.
“Me emociona porque yo siempre lo veía de muchacho, hace muchos años, desde que empezó. Solo me imaginaba verlo y ahora lo puedo hacer antes de que se retire”, dijo Lafit Hidalgo, otro de los huéspedes del asilo.
El breve y emotivo acto empezó con unas palabras de Florinda Meza, a quien siguió su esposo. Al tomar el micrófono “Chespirito”, Meza le pidió que mejor se pusiera de pie. Tras una mirada de sorpresa, este le obedeció. “Pero te dije que te pusieras de pie”, le dijo Meza cuando ya se había levantado.
Chespirito empezó a gesticular, pero ninguno pudo escuchar sus palabras. Las miradas se dirigieron de inmediato a los parlantes pero pronto fueron jaladas de nuevo cuando dijo “pero si no he dicho nada todavía”.
“Llegar a Costa Rica es llegar a recibir un derroche de cariño. Amo México y voy a morir ahí, ya me falta poco, pero si tuviera que elegir otro país elegiría Costa Rica”, afirmó.
Arias, por su parte, cerró sus palabras citando un poema de “Chespirito“, del cual declaró no darse por aludido: “¿Político yo? Jamás, y voy a decir por qué, porque no puedo ser un individuo rapaz…”.
“Chespirito” pone atención a la vejez
• Compartió cerca de una hora con más de 200 huéspedes y funcionarios del lugar
• Actor declaró tener un especial cariño por el país
Israel Aragón
iaragon@larepublica.net
El salón de actos del asilo Carlos María Ulloa, en Goicoechea, pronto estaría a reventar a las 11 a.m. Parecía como si las sillas solo hubieran alcanzado para un lado de la habitación pero en realidad el sector despejado sería aparcamiento para las sillas de ruedas.
Más de 200 ancianos se amontonaban en el aposento, ansiosos de que llegara la visita anunciada desde dos días atrás: Roberto Gómez Bolaños, más conocido como “Chespirito”.
La espera no sería corta, así que unos optaron por sacar el periódico y empezar a leerlo, otros buscaron el sol y el resto, los más, se limitaron a fijar su mirada al frente y, sin más movimiento que el de unos labios temblorosos, se dedicaron a esperar, oficio común en un asilo.
“Nos alegró mucho cuando nos dijeron que venía, porque aquí adentro uno está muy aparte y nos alegra cualquier vista”, dijo Víctor Arrieta, “a la orden”.
“Unos hasta empezaron a bailar cuando les dijeron que iba a venir 'Chespirito'. Uno se alegra de ver a la gente contenta y además a mí toda la vida me gustó 'El Chavo', desde la época de don Otilio Ulate. Jovencilla me hacía reír mucho”, recordó Leticia Montoya.
Diez minutos antes del mediodía se abrió la puerta del carro presidencial al inicio del pasillo que conduce hasta la estancia donde se celebraría el acto. Sobre un asiento de cuero apareció un cuerpo de 1,60 metros de estatura, 79 años, sonrisa estirada y ojos de mirar atónito.
La expresión y la sonrisa intermitente dejaron claro el impacto que causó en Gómez Bolaños salir del vehículo enfriado a punta de aire acondicionado para entrar a una calurosa y cordial bienvenida, interpretada por jóvenes mujeres con niños en brazos, ancianos, monjitas de blanco y gran cantidad de funcionarios de uniforme azul del hospicio.
El actor tardó casi diez minutos en recorrer los 100 metros del pasillo, hombro con hombro con su esposa, Florinda Meza y el presidente Oscar Arias.
Uno de los principales obstáculos fue el fuerte cerco que formó la prensa en torno a los personajes, que les dificultaba avanzar e imposibilitaba a los ancianos, que desde hacía una hora flanqueaban el pasillo, verlos. No obstante, ninguno se quejó, para eso tuvieron a sus familiares y monjas que los cuidaban.
En el recorrido abundaron los besos y abrazos para “Chespirito”, así como los que él dio e intentó dar llegando hasta donde su espalda le permitió agacharse.
Al entrar en el salón del acto, el ambiente pasó del de un asilo a parecerse más al de un jardín de niños, entre aplausos y citas de sus frases célebres proclamadas por los viejitos: “síganme los buenos”, “fue sin querer queriendo”, “bueno pero no se enoje…”.
“Me emociona porque yo siempre lo veía de muchacho, hace muchos años, desde que empezó. Solo me imaginaba verlo y ahora lo puedo hacer antes de que se retire”, dijo Lafit Hidalgo, otro de los huéspedes del asilo.
El breve y emotivo acto empezó con unas palabras de Florinda Meza, a quien siguió su esposo. Al tomar el micrófono “Chespirito”, Meza le pidió que mejor se pusiera de pie. Tras una mirada de sorpresa, este le obedeció. “Pero te dije que te pusieras de pie”, le dijo Meza cuando ya se había levantado.
Chespirito empezó a gesticular, pero ninguno pudo escuchar sus palabras. Las miradas se dirigieron de inmediato a los parlantes pero pronto fueron jaladas de nuevo cuando dijo “pero si no he dicho nada todavía”.
“Llegar a Costa Rica es llegar a recibir un derroche de cariño. Amo México y voy a morir ahí, ya me falta poco, pero si tuviera que elegir otro país elegiría Costa Rica”, afirmó.
Arias, por su parte, cerró sus palabras citando un poema de “Chespirito“, del cual declaró no darse por aludido: “¿Político yo? Jamás, y voy a decir por qué, porque no puedo ser un individuo rapaz…”.