¡Campaña electoral nociva!
Emilio Bruce ebjreproduccion@gmail.com | Viernes 10 septiembre, 2021
Sinceramente
Educar es gobernar. Gobernar es educar. Todos los días educamos con la palabra, con el ejemplo, con nuestras acciones y con nuestras omisiones. Se educa de manera cívica a los costarricenses con la campaña electoral o se mal educa a los mismos con una desastrosa campaña. La educación cívica generada por una campaña electoral es invaluable. Una campaña desastrosa mal educa y pervierte los valores de la democracia y de nuestra institucionalidad.
Hemos comenzado a observar las primeras muestras de la actividad política de esta campaña para renovar nuestras autoridades en el 2022. Como es usual se hablará poco de los problemas y menos aún de las soluciones urgentes a ellos. En realidad, hablar de problemas es recordar cosas desagradables y de sufrimientos, y hablar de las soluciones es evidenciar que las mismas no vendrán sin dolor para quienes sufren de problemas y para el resto de los ciudadanos.
Es el camino hacia una campaña dura en insultos y descalificaciones, es el camino hacia la culpabilización de las actuales autoridades de las durezas que vivimos sean o no plenamente responsables de ello. Es el tratamiento de los problemas y soluciones “light”, superficiales y con ligereza para no comprometerse mucho en lo que harían si llegaran a triunfar y para disimular mucho su improvisación en el manejo de los temas.
Felicidad, prosperidad, futuro halagador, trabajo, la Costa Rica del bienestar, el país de todos, lo que deseamos al alcance de la mano, serán las frases características de discursos y mensajes en la propaganda partidista. Una vez más dirán lo que cada audiencia desea escuchar, lo que los oyentes suspira por recibir y lo que cada grupo está esperando se haga y así lograr que contribuya con plata a la campaña y con votos en la elección. No importa si al final estos mensajes son contradictorios entre sí. Cumplieron con su audiencia.
Nadie hablará cómo se gastan en el gobierno dos por cada colón de ingresos. Ningún candidato hablará como es insostenible esta situación, cómo aumentar los impuestos es económicamente devastador al crecimiento y a la atracción de la inversión local y extranjera. Ninguno hablará cómo se debe reformar el estado, como las instituciones que han concluido su ciclo de vida deberían cerrarse y esos enormes recursos desperdiciados en lo que nadie quiere ni nadie aprovecha serian redirigidos hacia metas y objetivos nacionales superiores.
Ya han comenzado a hablar de los reformadores del pasado, aunque la inmensa mayoría de la población no haya escuchado siquiera hablar de ellos. Muchos instarán a votar por el pasado en nostalgia y revivirán los éxitos de instituciones y leyes que generaron aquellos próceres del pasado, pero no hablarán de cómo los problemas en esas mismas instituciones están acabando con el país y deben ser resueltos con espíritu de urgencia. Instarán a votar por la herencia de quienes fueron exitosos hace décadas, pero no ofrecerán las soluciones a los problemas del presente como sí lo hicieron esos que forjaron el país. Las soluciones estatistas del pasado ya no son factibles ni sostenibles en el presente, pero algunos sostendrán las mismas en nostalgia e imprudencia.
Difícilmente en la coyuntura del mundo actual, de su economía y de las posibilidades del país en el presente sean compatibles instituciones e ideas, planes y programas tomados al calor de los problemas y coyunturas del ayer. Es posible que hablen del lindo país del pasado, de los cafetales, de la carreta de bueyes, de las escenas pastoriles de nuestros campos. No se referirán al país de ayer, del feo, del país de los descalzos, del país sin escuelas, del país de los panzoncitos por las lombrices que tenían, de la expectativa de vida mínima, de los salarios de hambre, de las enfermedades crónicas, del patriarcado. Buscarán hablar del lindo país de ayer porque la gente se ha olvidado de lo horroroso que fue en muchos aspectos y en las luchas por transformarlo que nos tienen hoy acá. No hablarán de las malas decisiones del pasado que nos tienen en el barrizal social, económico y político del presente.
Es casi definitivo que no hablarán de cómo los impuestos sobre los impuestos para conservar el gasto político de gobierno son insostenibles. No hablarán de cómo muchos piensan irse del país a vivir y a trabajar porque acá las condiciones son desfavorables a quien produce y a quien trabaja, porque entre impuestos y trámites ya no podemos casi ni respirar. Nadie hablará de cómo a esta espantosa situación nos ha llevado el empecinamiento de seguir gastando lo que no tenemos y endeudándonos para seguir haciéndolo.
Muchos candidatos estarán a la caza de chivos expiatorios y culparán a terceros eludiendo la responsabilidad compartida. Muchos señalarán culpables, corruptos, delincuentes, pero no expresarán soluciones a nuestros problemas ni las consecuencias de esas soluciones. Este será una vez más un juego de culpables y de apariencias.
Veremos acusaciones, juicios sumarios, condenas ruidosas y ejecuciones públicas. Este será una vez más el teatro de buscar a quien echar culpas y hacer responsable. De este lado los buenos de aquel los malos. ¿Soluciones y consecuencias? Brillarán por su ausencia.
Pobre Costa Rica, ¿Qué saldrá de este sancocho?
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