Caldera y su carretera
Francisco Villalobos fvillalobos@icstax.com | Martes 21 septiembre, 2010
Es hora de que nos acostumbremos a pagar por lo que usamos y no a esperar del Estado sin entender que tenemos que pagar por lo que recibimos
Caldera y su carretera
Esperar tantos años para tener una vía que en muchos tramos es solo de un carril es frustrante y ver en el presupuesto nacional una partida por indemnizaciones a concesionarias, aún más. Pero a la carretera le sobran detractores así que yo quiero enfocarme en otro aspecto del tema. Hace unos días en el programa de radio que dirijo en Columbia ( 98.7 FM) Gente Gerente, tuve la oportunidad de entrevistar a Joaquín Rodríguez Aldao de la empresa Stay in Costa Rica en Los Sueños, Herradura, quien decía, “San José está a una hora de un país maravilloso”. No es que los del Pacífico Central estén pensando en declararse independientes y hacerse un país maravilloso, que ya lo tienen, pero sí que su metáfora ilustra lo que hace por una zona y por su economía, la inversión en infraestructura, no importa si pública o privada. Esta vía, que solo cuesta a sus usuarios menos de 3 mil colones ida y vuelta, solo cuando la usan y que no tiene cargo al presupuesto nacional, implica posibilidades de desarrollo vital para los ciudadanos que son difícilmente cuantificables. Yo al menos, he visitado la zona, gastado dinero en hoteles y restaurantes y hecho negocios con más frecuencia que la esperada, porque solo estoy a una hora y puedo ir por el día y volver o pegar el fin de semana con trabajo el viernes antes o el lunes siguiente. Joaquín por su parte, ha visitado comercios josefinos, restaurantes, médicos del Cima, seguro con mayor facilidad que antes. Igualmente, sus hijos podrían estudiar en centros educativos del oeste sin estar limitados a la oferta de Jacó y Orotina que sin ser mala, es al menos limitada. Yo solo pienso en los otros países maravillosos que están a menos de dos horas, si existiera una buena carretera: Monteverde, San Carlos, Limón. Luego pienso que es injusto el aguacero de críticas que ha de estar recibiendo la empresa concesionaria, por la nota de un noticiero mostrando imágenes de un caudal de barro y piedras que se apoderaba de un carril de la carretera, como si la lluvia y el mal trazo de la vía, anterior a la concesión, fuesen culpa de la concesionaria. No tengo por qué defender ni criticar a quien administra la vía. Solo sé que, a menos de una hora del aguacero torrencial ya había apostadas vallas protectoras, luces de aviso, maquinaria trabajando y funcionarios empapados controlando el tránsito. Esta rápida respuesta, que echamos de menos en las demás carreteras del país, es lo que procede. Hay que hacer más puentes, más carreteras que nos acerquen a países maravillosos y hay que hacerlo con inversión privada, que los impuestos se deben guardar para educación, para financiar pymes, para conservar pericos y lapas y ni modo, para pagar intereses y policías. Ya es hora de que nos acostumbremos a pagar por lo que usamos y no a esperar del Estado sin entender que debemos pagar por lo que recibimos. Pagar estos peajes es quizá una buena forma de ir cambiando nuestra relación con el colectivo: no free lunch.
Francisco Villalobos
fvillalobos@icsconsultores.com
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