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Aroma de jazmines

Arnoldo Mora mora_arnoldo@hotmail.com | Viernes 04 febrero, 2011



Aroma de jazmines


El mundo se ha conmocionado por lo que está pasando en varios países árabes. Se trata de la eclosión de la revolución democrática que, desde hacía muchos pero muchos años debía haberse realizado en todo el mundo de cultura musulmana. Lo que debió haberse dado desde inicios de la descolonización a partir de la última postguerra, pero no se llevó a cabo por culpa de los países occidentales, que solo han visto en esas regiones el petróleo u otros intereses geopolíticos pero se desinteresaron de hacer respetar los derechos fundamentales de su población. Ahora las nuevas generaciones comienzan a reivindicar su libertad, el derecho a ser dueños de su destino y a construir el tipo de sociedad que responda a sus intereses y sea acorde con su cultura. La opinión pública mundial mira con simpatía y solidaridad estas justas reivindicaciones.
Por su parte, los gobiernos de los países industriales se han apresurado a tomar posición más por temor a que dichos movimientos caigan en manos de fundamentalistas islámicos que pensando en el respeto de la voluntad soberana de esos pueblos empobrecidos y sojuzgados por tanto tiempo.
Todo comenzó hace pocos días en Túnez, uno de los países más pequeños de la región. Fue la juventud de clase media la chispa que hizo arder la pradera. Salió de los colegios y universidades, se habituó a informarse por Internet (el efecto Wikileaks), no tienen trabajo y sufren despiadadamente las consecuencias de una crisis económica no causada por ellos sino por los países industrializados, unido a la ausencia de libertades públicas por causa de un régimen político que llevaba cerca de treinta años imponiendo una feroz dictadura con la complicidad de esos países que se dicen defensores de la democracia y de los derechos humanos, pero que en el Tercer Mundo solo les preocupa defender los intereses de sus empresas que controlan las precarias economías de esos países. A esta generación de jóvenes muy pronto se sumó la inmensa mayoría de un pueblo ancestralmente empobrecido y sojuzgado
No es de extrañar que, en la época de la globalización de las comunicaciones, muy pronto este movimiento se extendió en el vecindario. Hoy ya son varios los países árabes que reclaman democracia con justicia social. Argelia, Yemen, Jordania y Egipto, el más poblado e importante geopolíticamente hablando de la región, han visto en sus calles multitudes que perdieron el miedo y gritan sin descanso LIBERTAD. Es la Francia de 1789. Es la América Latina de hace dos décadas que hizo caer las dictaduras y hoy logra un crecimiento económico que las potencias del Norte envidian.
Hoy esos pueblos ven la posibilidad real de saborear las mieles de una libertad que consideran tanto más preciada cuanto que está siendo alcanzada por mérito propio y sin ayuda de nadie.
Pero no se han contentado con reclamar la expulsión del déspota; quieren igualmente acabar con el último vestigio del viejo régimen y por eso exigen que en el gobierno de transición que debe realizar la elecciones verdaderamente democráticas, no haya ningún representante del gobierno anterior. Estamos, pues, ante la cercana eventualidad de que se dé una revolución auténticamente popular y, por ello mismo, profundamente democrática, la primera que esos sufridos pueblos tienen en décadas.
Al patriótico y heroico movimiento que ha dado origen a esta hermosa página de la historia, se le ha llamado LA REVOLUCION DE LOS JAZMINES que, como todo exquisito aroma, hoy se expande en sus alrededores.

Arnoldo Mora

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