Logo La República

Jueves, 25 de abril de 2024



NACIONALES


“Hay que demostrar cada día si uno es bueno”

Redacción La República redaccion@larepublica.net | Sábado 14 diciembre, 2013


Como Ministro de Cultura trato de abrir posibilidades para artistas ticos, pues pasé por los mismos problemas, indicó Manuel Obregón, pianista y ministro de Cultura. Esteban Monge/La República


Manuel Obregón

“Hay que demostrar cada día si uno es bueno”

Llegó al Ministerio de Cultura tras consolidar una carrera como pianista profesional

“Uno siempre tiene dudas de si será bueno o no”

Desde los tres años supo que las teclas del piano serían su herramienta de trabajo, cuando su abuela le enseñó a tocarlo con sus hermanos en su antigua casa en Santa Ana.
Sin embargo, su familia lo presionó para que estudiara una carrera más “normal”, como derecho, pues le decían que la de artista era para morirse de hambre.
A los tres años de estudio en una profesión que no quería escuchó las palabras de un profesor que le hicieron tomar una decisión definitiva, “serías un abogado mediocre, pero un gran artista”.
El actual Ministro de Cultura, pianista y artista nacional logró convencer a su familia y a un país de que la música autóctona puede dejar huella como lo hizo con el grupo Malpaís.


¿Cuándo se apasionó por la música?

Al principio a mis conciertos iba muy poca gente, hasta que Malpaís trajo miles de seguidores, explicó Manuel Obregón, pianista y ministro de Cultura. Esteban Monge/La República

Mi abuela era profesora de piano, así que desde los tres años nos enseñó a mis tres hermanos y a mí; en esa época había un ambiente muy artístico y político en mi familia, pues mi papá era diputado, era una mezcla de las dos cosas.

¿Cómo mezclaba la música con sus estudios?
Cuando entré al kínder y a la escuela Andrés Bello de Santa Ana sabía algunas piezas, así que me ponían a tocar piano en los actos cívicos. En esa época por mi casa había dos salones de baile, “El valle del Sol” y “La Guaria”, así que me dormía todas las noches escuchando cumbia, cimarronas y merengue, al día siguiente trataba de reproducirlas en el piano.

¿Su familia trató de apartarlo de la música?
Quería entrar al Conservatorio de Castella para desarrollar más la música, pero mi familia no estaba muy de acuerdo con que me dedicara a la cultura y el arte, así que me pusieron en el colegio La Salle, pero curiosamente había muchas ferias artísticas, así que fundé grupos de rock.

¿Por qué empezó a estudiar derecho?
Mi pasión era la música, pero tenía que estudiar una carrera un poco más “correcta”, empecé en la UCR y otros dos años en España, pero cuando cumplí tres años estudiando, un profesor que me vio en un concierto me dijo algo que me hizo dejarlo todo , “serías un abogado mediocre, pero un gran artista”, así que agarré mis libros y me fui.

¿Cómo fue la transición al desafiar el deseo de su familia?
Trabajaba tocando en varios lugares como España y Suiza, pues viví ahí hasta principios de los años 90, toqué por dos años con una banda que se llamaba “Los sureños”, daba clases, acompañaba clases de ballet como pianista, me casé muy joven a los 22 años y tenía que ver por mi familia, no fue hasta finales de esa década que regresé a Costa Rica.

¿Qué le dijo su familia cuando dejó de estudiar derecho?
En cualquier familia hay temor de que un hijo se dedique a las artes, porque se dice que todos los artistas se mueren de hambre, pero a partir de ese momento tuve una carrera exitosa, cuando vieron que no era tan desastroso como creían, me apoyaron: pero muchos de mis familiares fueron por primera vez a un concierto mío ya cuando tenía 30 o 40 años, pues no estaban muy convencidos.

¿Qué ocurrió cuando llegó al país?

Al principio fue muy difícil porque pasé una etapa de crisis en muchos ámbitos de mi vida, me separé de mi esposa, me desorienté mucho, así pasé como dos años, hasta que un día un médico me preguntó qué quería hacer, le dije que grabar un disco, pero no tenía el dinero para hacerlo porque costaba ¢600 mil.

¿Cómo logró grabarlo?
En 1992 el mismo doctor me ayudó económicamente para grabar el disco, a partir de ahí empecé a trabajar con grandes artistas nacionales como Fidel Gamboa en un grupo de jazz y Café con Leche.

¿Cómo fue el inicio de su carrera en el país?
Cuando volví tenía que empezar de cero, pues había pasado diez años fuera del país, empecé tocando en lugares como la Sala Garbo, al principio recuerdo que casi no llegaba gente, pues no había una cultura de ir a escuchar al artista nacional.

¿Por qué decidió crear su propio sello disquero?

Papaya Music nació en 1999 con el objetivo de impulsar la música centroamericana, pues en esa época solo existía Sony Music y no les interesaba el arte nacional.

¿Qué es Malpaís en su vida?

Fue una bendición formar parte de ese proyecto, pasaron diez años hasta que el grupo tuvo éxito, al principio la gente no nos iba a ver en vivo, pero en un momento llegamos a reunir miles de personas y era impresionante, habían desde niños hasta adultos mayores, sin importar clases sociales.

¿Qué le permitió lograr el éxito como músico?
La constancia, las personas a veces nos cansamos muy rápido de intentar las cosas, pero el que quiere algo debe seguir y seguir hasta que lo logre, además de saber en qué es bueno, pues a veces nos puede gustar algo, pero si no se tiene el talento, es mejor hacer otra cosa.

Angie Calvo
acalvo@larepublica.net
@La_Republica







© 2024 Republica Media Group todos los derechos reservados.