El dinero para la frontera
| Sábado 25 agosto, 2012
La apertura de la Trocha abrió a su vez una vitrina que muestra la falta de atención, de desarrollo ordenado y supervisado en la frontera norte
El dinero para la frontera
El mal estado de nuestras zonas fronterizas, no atendidas como era debido por una sucesión de gobiernos, se pone en evidencia ahora ante la cantidad de requerimientos solicitados por entes públicos que deben enfrentar la vigilancia y la buena marcha de las actividades en la frontera norte.
Muchos de estos requerimientos, detallados en alguna medida en una nota de este medio el viernes anterior, probablemente se hicieron al calor de la esperanza de que, al fin, podrían algunos funcionarios tener algo de lo que necesitan para realizar su trabajo.
En otros casos, pudiera ser que se solicitaran artículos o infraestructuras innecesarios, también al calor de que “a río revuelto ganancia de pescadores”.
Esto, lamentablemente, es lo que ocurre cuando en vez de avanzar de acuerdo con un plan país en donde se determinen las prioridades, la asignación de recursos de acuerdo a ello, la eficiente administración y el debido control, se avanza apagando incendios producidos por el desorden, la improvisación o las ocurrencias que no responden al interés por el bien común.
Hoy la apertura de la llamada Trocha abrió a su vez una vitrina que muestra la falta de atención, de desarrollo ordenado y supervisado en una de nuestras fronteras, la norte.
Múltiples frentes de acción pueden tornarse ahora en graves problemas si no se toman las medidas correctas, sin demoras burocráticas innecesarias pero a la vez con estrictos controles.
Ahora, el despliegue millonario de recursos que se anuncia para responder a la invasión nicaragüense a Isla Calero, se debe al pésimo estado de desarrollo de nuestra zona fronteriza y llega en momentos en que el gobierno más bien debe abocarse a reducir el gasto público, disparado en los últimos años sin que ello representara una mejoría considerable para la mayoría de los habitantes y para un crecimiento adecuado y armónico del país en general.
Por el contrario, no solo nuestras fronteras están desatendidas, sino que se ha producido un deterioro en la sociedad y en muchas instituciones, evidenciado en gran medida por la mala administración con la consiguiente desmejora de los servicios a la población y un aumento en la desigualdad.