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¡Somos herederos gastando su heredad política!

Emilio Bruce ebjreproduccion@gmail.com | Viernes 07 abril, 2017


Algo incorrecto hicimos, la familia se ha disuelto y las madres solteras luchan por dar de comer a sus hijos. El consumismo ha reemplazado al ahorro y la previsión. La lectura se ha perdido. La consideración entre las personas también. Y de lo sublime a lo corriente el país ha perdido. Ha perdido liderazgo, ha perdido profundidad en el entendimiento de su ruta y objetivos

Sinceramente

¡Somos herederos gastando su heredad política!

Las grandes luchas de los fundadores de nuestra Costa Rica han quedado en el pasado. Los grandes esfuerzos que vieron sangre, lágrimas, determinación y constancia hasta lograr el objetivo pareciera que han quedado también atrás. La república que construyeron nuestros bisabuelos yace cuestionada. Muchas buenas personas rehúyen entrar a la política. El mínimo esfuerzo ha reemplazado al trabajo lleno de tesón.
Algo que aún no comprendo sucedió con la educación y con los objetivos vitales de nuestras generaciones de hoy.
Miles de personas han comenzado a señalar su inconformidad con este país porque quieren más, mucho más, pero de lo que el estado debía en su concepto hacer por ellos. Quieren más, no fruto del esfuerzo sino fruto del clientelismo y del paternalismo. ¡Si un niño destaca en la escuela es un nerd o un sapo! ¡Si un trabajador se queda un rato más terminando sus tareas del día sin cobrar extras es un bruto! ¡Critican todo, aportan cero soluciones! Hay una expresión del doctor Norbert Raven Stiegler muy emblemática: “si no quieres dificultades no muestres cualidades”, que describe una realidad el día de hoy. El no destacar públicamente es una forma de no exponer la seguridad y la serenidad personales. Algunos dicen que vivimos en un banco de carpintería y que cada vez que alguien saca la cabeza le dan un martillazo para aplanarlo…
Los enemigos de la democracia buscan acabar con el liderazgo democrático y su legitimidad para acabar con el sistema. Todos corruptos, siempre los mismos comenzaron a repetir. El gobierno y la Asamblea Legislativa fueron desacreditados, el Poder Judicial aún más, señalando que estaba vendido a los políticos, solo porque sus veredictos no coincidían con los linchamientos callejeros y mediáticos. Los enemigos de la democracia abonan el campo para una revolución antidemocrática. Muchos que creen en la democracia no han entendido la consecuencia en la institucionalidad de hacer que las gentes no crean en ella y los siguen en sus maniobras. Ya nadie cree en nada, leo asombrado en las redes sociales.
Hoy se escuchan más insultos que razones. Hoy se leen más descalificaciones que propuestas. En los medios aparecen diariamente críticas pero no se leen argumentos para construir. El insulto reemplazó a la razón. La difamación a la juridicidad. El linchamiento al juicio en los estrados. Las gollerías de una convención colectiva o de un puesto político son la primera escogencia antes del esfuerzo por emprender un negocio legítimo y personal.
Muchos comienzan hoy a rumorar que se necesita un “comandante” que mande y se olvide de tanta ley. Muchos consideran que para qué elecciones si lo que se necesita es fuerza y rapidez en las decisiones. Muchos han volcado sus esperanzas de que el clientelismo y el paternalismo estatal se incrementen con un régimen popular y de fuerza. Las grandes escuelas del pensamiento liberal, demócrata cristiano o social demócrata son desconocidas y cuando se mencionan los postulados de estas escuelas de pensamiento menudean afirmaciones absurdas y la consabida descalificación.
Pareciera que los nietos y bisnietos de los que se sudaron la independencia y luchaban cada día en el surco por la comida, hoy son “ranas pidiendo rey”. Nadie valora suficientemente lo que no se ha ganado. Nadie lucha por conservar lo que le vino del cielo y por gran suerte. Somos herederos dilapidando su herencia política e institucional. En una generación no habrá pensamiento político serio, solo proceso electoral. En una generación tendremos al país de rodillas frente a sus enemigos que desean el despotismo.
Debemos valorizar la democracia, el esfuerzo individual, el trabajo duro, la sobriedad de vida, la independencia nacional, la simplicidad en las leyes, la funcionalidad del estado, la excelencia de los funcionarios y la idoneidad de los políticos. Debemos ver para atrás y ver lo que hemos perdido. Por extremos como esos de buscar un “hombre fuerte” como solución social muchos países se desangraron en el siglo XX. Por encontrar orden en su país, muchos perdieron la libertad. Por buscar cerrar brechas sociales o de ingreso con una receta populista, algunos perdieron hacha, calabaza y miel.
Algo incorrecto hicimos, la familia se ha disuelto y las madres solteras luchan por dar de comer a sus hijos. El consumismo ha reemplazado al ahorro y la previsión. La lectura se ha perdido. La consideración entre las personas también. El irrespeto por los padres, líderes políticos, profesores universitarios y personas de bien es cosa de todos los días. En redes sociales los troles reemplazaron al “blackjack” de los años 30. Y de lo sublime a lo corriente el país ha perdido. Ha perdido liderazgo, ha perdido profundidad en el entendimiento de su ruta y objetivos. Ha perdido su capacidad de proponer, de acordar y de avanzar.
No hay tiempo que perder hay que poner manos a la obra para reconstruir los valores y principios que quedaron atrás y defender democracia y libertad con justicia y solidaridad para todos.
Emilio R. Bruce
Profesor
ebruce@larepublica.net

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