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COLUMNISTAS


“Qué ironía de la vida”

Leiner Vargas lvargas@una.ac.cr | Martes 14 febrero, 2017


Reflexiones

“Qué ironía de la vida”

Es claro que 2017 marca un cambio de tendencia en lo económico y en lo político. En lo económico se vuelve a presentar la compleja y difícil situación a la que se enfrenta, quien ha asumido deudas para vivir por encima de su presupuesto a pesar de haber contado con tiempo suficiente para ajustarse y una bonanza importante para evitar el sacrificio de hacerlo, pudo más la borrachera del consumo y el mantener la casa tranquila, que la responsabilidad de enfrentar a tiempo y con decisión los ajustes. Para Costa Rica han sido tres años perdidos que se suman a la irracionalidad de la Sala Cuarta y a la incapacidad política de ponerse de acuerdo, en un tema central: el ajuste fiscal. Así las cosas, la medicina que era para una gripe fuerte ahora debería ser para una pulmonía, el enfermo empieza a levantar su fiebre y si bien, aún no pasa a cuidados intensivos, nadie podría pensar que con una aspirina se recupere.
A pesar del disgusto de algunos que pidieron una forma diferente de gobernar, el país no ha aprendido la lección básica de la economía, es imposible vivir de a prestado siempre. La deuda se acumula y si bien los malabares de Hacienda para evitar un aumento en las tasas de interés han sido exitosos hasta el momento, no es posible esconder un déficit que tendrá resultados muy negativos en la sociedad y sobre todo en aquellos, que dependen de un salario para llevar el sustento a sus familias. Los márgenes del ciclo político se han agotado, a pesar de las rabietas del Presidente, la campaña electoral ya se ha iniciado y las posibilidades de encontrar acuerdos para avanzar en la agenda de reformas, es inviable. Por supuesto, cualquier político conoce que los tiempos de acción sustantiva han pasado y que ahora solo queda, administrar la crisis y tirar la bola al frente, algo muy conocido en el país, por cierto.
Lo sustantivo y estructural en la agenda económica del país se mantiene, el país sigue sufriendo como hace cuatro años, de un deterioro sustantivo en los indicadores de empleo, de una creciente desigualdad económica y de grandes desafíos y promesas no cumplidas en materia de infraestructura. Se agregan ahora temas nuevos, como el deterioro en las pensiones y la grave situación de inseguridad ciudadana, que vuelve a ser elocuente en la preocupación de la ciudadanía. Así las cosas, el país experimenta una vez más y la lección aprendida vuelve a ser la misma, no se puede vivir de administrar la crisis, se debe enfrentar la tarea de gobernar, que va más allá de lo que opina y aplaude la gradería de sol, lo que pasa necesariamente por tomar la decisiones de un estadista y olvidar los temores de un político.
Lo internacional vuelve a la picota, producto de la era Trump, una especie de pesadilla de terror para los que afilian al liberalismo conservador. Ahora resulta que el comercio libre y la apertura son recetas de los moderados socialdemócratas en el mundo, más que los extremistas de la ultraderecha conservadora liberal. Quién hubiese dicho eso hace un par de décadas? “Qué ironía de la vida”, como dice una buena canción romántica hoy que celebramos San Valentín, la situación política se tensa por el lado más amargo, el empleo. Ciertamente, la angustia mayor del siglo XXI, la revolución científico y tecnológica que nos pone ante los grandes avances de la humanidad, pero también nos refleja, los enormes desafíos en materia de humanismo y solidaridad. Encontrarse y encontrarnos en esta nueva era de cambios será quizás, la única opción viable para sobrevivirla.
Como si fuese una pesadilla de terror, las nubes se ponen oscuras, las siluetas de la recesión han iniciado a moverse con fuerza, los discursos populistas a la vuelta de la esquina y la ciudadanía, lejana y sin voz. Ese es el panorama de 2017, uno que pone en entredicho la acción de los políticos, acostumbrados a tiempos diferentes. Tal como lo dije en el pasado, la responsabilidad y la buena dirección no requieren solamente un buen capitán o timonel, se requiere una sociedad consciente y activa, una ciudadanía dispuesta a escuchar con calma y racionalidad, se requieren temple y mucho más cuidado, para evitar ser presa del cambio para no cambiar o un viraje al extremo, que será sin duda, una aventura al fracaso y al precipicio social.

Dr. Leiner Vargas Alfaro
www.leinervargas.com

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