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Miércoles, 11 de diciembre de 2024



FORO DE LECTORES


Y un próspero Año Nuevo

Andrzej Baranski a.baranski@nyu.edu | Jueves 23 enero, 2020

Andrzej Baranski

Es probable que ya algunos perdimos cuenta de las veces nos han deseado un próspero año nuevo y de igual forma quizá también perdimos la cuenta de los gastos de diciembre, lo cual paradójicamente atenta contra los deseos de prosperidad. Con las emociones a flor de piel en medio del espíritu festivo y el constante bombardeo de estímulos, dejamos de pensar con objetividad. Se nos bloquean la visión de largo plazo y la capacidad de evaluar los costos y beneficios de nuestras acciones.

El ser humano vive tomando decisiones cada instante de su existencia. Algunas decisiones son fáciles de procesar, pero otras pueden ser muy complicadas porque conllevan incertidumbre sobre sus costos y beneficios, o porque hay un desfase temporal entre el beneficio que proveen y el costo que conllevan.

Cuánto dinero ahorrar suele ser una de esas decisiones complicadas, no solo por los motivos anteriores, sino por una serie de trampas mentales en las que solemos caer los homos sapiens. Una de esas trampas es el optimismo irracional. ¿Espero un bono laboral a mitad del año o incremento de salario? ¿Será posible que pierda mi trabajo? La mayor parte de las personas sobrestima el ¨sí¨ a la primera pregunta y el ¨no¨ a la segunda, al igual que más del 50% de mis estudiantes aseguran al inicio del curso que estarán entre el 10% mejor calificado, y los emprendedores suelen estimar la probabilidad de éxito de su propio negocio por encima de la tasa natural.

El optimismo per se como una herramienta para enfrentar la adversidad claramente confiere ciertas ventajas psicológicas y existenciales (el ser humano no piensa tan a menudo en la posibilidad de su muerte pese a que es certera). Pero exagerar la probabilidad de un buen escenario y descontar los malos escenarios conlleva a tomar decisiones financieras permanentemente sesgadas tales como incurrir en más deuda de la que se puede pagar y ahorrar menos de lo necesario para enfrentar las vacas flacas.

El ser humano se diferencia de muchos otros mamíferos en gran parte por su capacidad avanzada de planeamiento individual y colectivo. Sin embargo, estudios en economía conductual recientes reflejan que tenemos ciertas dificultades cuando comparamos escenarios presentes y futuros, en especial cuando las consecuencias de una decisión están desfasadas en el tiempo. Esto puede afectar drásticamente nuestra capacidad de planear y actuar oportunamente. Por ejemplo, los beneficios de dejar el fumado se viven en el largo plazo, pero el sacrificio del placer momentáneo de la nicotina se experimenta en el presente. Los buenos hábitos como el ejercicio y la dieta sana conllevan algunos costos presentes con muy grandes réditos en la salud futura.

Es altamente probable que un fumador muestre gran disposición a dejar de fumar dentro de un mes si le preguntamos hoy. Igualmente, muchas personas afirman que el próximo mes empezarán a ajustarse un plan financiero o a una dieta sana. No es de extrañarse que al llegar el próximo mes enfrenten la misma decisión que hoy y nuevamente postpongan su accionar.

Cada quién sabrá su forma óptima de comparar el futuro y el presente, pues sobre dicho balance no hay prescripción única. Pero existen algunas herramientas para evitar las trampas mentales a la hora de planear y de actuar. Es esencial estar anuentes de nuestra tendencia a descontar los escenarios negativos y sobreestimar los positivos para evitar caer en optimismo irracional a la hora de delinear nuestros planes financieros. Una forma de mejorar las decisiones de ahorro es empezando con metas pequeñas, razonables, y con un plazo corto de evaluación con el fin de encaminarlas hacia el objetivo mayor. Los cambios drásticos suelen ser efímeros, pero las transiciones graduales tienden a ser duraderas y con mayor probabilidad de convertirse en hábitos. Por último, a la hora de hacer un plan a futuro es bueno preguntarse si uno mismo ejecutará su propio plan cuando llegue la hora. La mejor prueba de credibilidad es saber si uno lo empezaría hoy mismo.

Andrzej Baranski

Doctor en Economía especializado en Economía Política Experimental

Profesor de Economía de Economía New York University Abu Dhabi








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