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Voto: libertad de pensamiento

Claudio Alpízar redaccion@larepublica.net | Jueves 06 marzo, 2014


El voto igual que el libre pensamiento no puede estar sujeto a condicionamientos previos de ningún individuo sobre otro, no puede estar sujeto a censuras o manipulación


Voto: libertad de pensamiento  

La máxima libertad de una persona, la que nadie puede controlar, es la del libre pensamiento, la llamada libertad de conciencia.
Es imposible que ese pensamiento no esté permeado por muchas cosas aprendidas en la familia, con los amigos, en la escuela; o en lo que se lee, escucha o se ve. Pero el libre albedrío permite escoger lo que más se acople a nuestras aspiraciones.
La democracia es el único sistema político que se sustenta en la libertad de pensamiento, puesto que permite la diversidad de creencias ideológicas, religiosas y más. Una sociedad que comprende la diversidad como su mayor sustento se obliga a comprender a la política como el instrumento más valioso para buscar acuerdos y coincidencias.
La política debe ser escenario de la máxima expresión de libertad por ser la que facilita y promueve la democracia, sin política no existe democracia real.
Así, el voto secreto es la máxima expresión de intimidad política, es el espacio en que nadie puede, ni debe, controlar la decisión que expresará usted con su mano.
Antes de ese momento culminante, los partidos políticos intentan influirle mediante ideas en debates o reuniones, o con una fuerte campaña de mercadeo político, lo cual es válido. Empero, al final, usted agrupa las ideas y toma en la intimidad la decisión.
El voto es la máxima expresión de libertad de pensamiento, por eso la importancia de contar con una institución como el Tribunal Supremo de Elecciones; obligado gendarme para que esas decisiones íntimas e individuales se respeten una a una.
Para que su sumatoria final sea reflejo fiel de un pensamiento que se expresará en común y se cuantificará en una aparente simple cifra, que tiene una trascendencia y un valor extraordinario.
En Costa Rica se dio una guerra civil (1948) para la defensa de esa verdad y decisión común. Coincidió en el año en que la ONU definió la libertad de expresión como un derecho humano fundamental, tal vez como el que más si quisiéramos jerarquizarlos.
En otros países los que ostentan el poder buscan amenazar este derecho, por el peligro que representa la libre expresión a sus mezquinos intereses.
El voto como parte de la libre difusión de las ideas es clave para el descubrimiento de la verdad. Es una forma de generación de conocimiento y de verdad cada cuatro años, más aún cuando se tiene como premisa que las verdades de hoy son mentiras que aún no han sido evidenciadas como tales.
El voto igual que el libre pensamiento no puede estar sujeto a condicionamientos previos de ningún individuo sobre otro, no puede estar sujeto a censuras o manipulación.
Aunque sí estará —de igual forma que la libertad de expresión— sujeto a responsabilidades ulteriores por la escogencia que hacemos de un individuo y un grupo para investirlo con la potestad de gobernar por un periodo perentorio.
Cuando alguien intenta evitar o manipular la libertad de expresión que representa el voto, en el fondo lo que busca es evitar los insumos disonantes con sus intereses particularizados, ese es el momento preciso en que la democracia entra en decadencia.

Claudio Alpízar Otoya

Politólogo


 

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