Vivimos un autismo político
Que pueda, la Costa Rica de los tiempos modernos, crecer en el clima de paz que le permitió hacerlo a la de antes
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Viernes 29 abril, 2011
Mientras se acerca el 1° de mayo, día en que se recuerdan esfuerzos de la humanidad por alcanzar su derecho al trabajo digno, en la Asamblea Legislativa las aguas se mueven agitadas ya que también ahí la fecha tiene su particular significado y trascendencia.
El Congreso es el Primer Poder de la República y en él la democracia se manifiesta por ser la representación de la voluntad del pueblo.
Sin embargo, la falta de sincronía entre los principales problemas de la ciudadanía y los anhelos y proyectos a los que dedica su tiempo esa representación elegida, demuestran la situación de autismo político que vivimos.
Hoy, el gran debate se centra en quién presidirá la Asamblea Legislativa. Mientras tanto, la población a la que debe servir continúa preguntándose por qué no legisla de modo tal que se comiencen a solucionar sus múltiples y agobiantes problemas.
Para luchar por la Presidencia del Congreso, se ha unido la oposición en un bloque que ha presentado una temática de trabajo. Pero, aunque afirma tenerlos, no ha dado a conocer aún proyectos concretos de interés nacional en los que haya logrado ponerse de acuerdo.
Probablemente en esto último es donde se fijará la atención de la población. Es decir, en la capacidad de este flamante bloque de oposición, surgido al calor de una elección, de convertirse en grupo permanente, dispuesto a accionar para el beneficio de la ciudadanía.
Sin embargo, este bloque opositor al grupo oficial significará solo parte de una parsimonia reglamentaria si la Asamblea Legislativa no se dedica a escuchar, con detenimiento, las urgencias y el dolor de la población.
Son muchos los problemas. Existe una violencia tal en la sociedad que supera la capacidad del Estado para controlarla y devolver la paz al clima social.
La falta de infraestructura y de recursos de todo tipo para el sistema público de salud y de educación, comienza a pasar una peligrosa factura. Si esto no se atiende sin demoras se destruirá el saludable e inteligente tejido social con que cuenta el país para construir su desarrollo y esto lo sufrirán todas las clases y sectores de la nación.
Nadie quiere una Costa Rica agitándose en las turbulencias de estos problemas sociales porque son, además de crueles por su naturaleza, el caldo de cultivo ideal para actitudes equivocadas y extremas, producto de la desesperación.
Hacemos votos por que nuestros representantes en el Congreso tampoco lo quieran. Que cualquier cosa que vaya a ocurrir este 1° de mayo conduzca a armonizar las necesidades y anhelos de la población costarricense con la labor parlamentaria. Que pueda, la Costa Rica de los tiempos modernos, crecer en el clima de paz que le permitió hacerlo a la de antes.