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Venciéndome a mí misma

Marcela Ayub-Daou metamorfosis.sph@gmail.com | Lunes 05 septiembre, 2016


“Nadie encuentra su camino, sin haberse perdido antes varias veces”

Si es de los que ha vivido de dieta en dieta, de nutricionista en doctor, sicólogo e “inventólogo”. De tratamiento pagado a “tonteras” descargadas por Internet. Se cosió la lengua con la famosa malla lingual  (sí, yo también). Probablemente conoce el dolor de los raros aparatos estéticos que prometen una silueta genial “sin importar el sobrepeso”. Las “agujitas” de la mesoterapia le restaron un poco de miedo a las inyecciones. Si dijo “YO TAMBIÉN” a más de una de las opciones anteriores, debe ser parte de las personas que piensa como yo lo hacía, ¡bajar de peso es la receta mágica para la eterna y completa felicidad! Pues no. ¡No lo es!

Hasta hace poco más de dos años, decidí dejar, poco a poco, los tratamientos y decisiones como los que antes mencioné, unos más rápido que otros; de repente, aún hoy, me verán luchando conmigo misma para no caer en alguno, convenciéndome de #soloporhoy mantenerme en esa búsqueda de un cambio real en mi estilo de vida, sin desesperarme. Ojalá pudiera decir que soy 100% libre de mi mente, pero después de perder 54kilos, a veces parece que recuperar 8kilos, me pesa más que los 46 que ya no están. ¿Por qué?, Hay muchas razones, les cuento las que nadie me dijo:

Cada kilo perdido suma un punto en la exigencia conmigo misma, ahora puedo decirme “bien Marce”, pero inmediatamente hay un “ni crea que aquí vamos a parar”. Después de un tiempo uno sonríe cuando se lo dice, pero al principio es casi una amenaza.

El peso se pierde, pero la mente cuesta más “adelgazarla” el cuerpo se acostumbra a todo, por lo tanto hay que seguir aprendiendo, conociendo, estudiando, las estructuras e ideas con las que bajé, en este momento ya no funcionan como antes, entonces debo variar, DE NUEVO, mis planes. Esto nos lleva a la desesperación y queremos dejar todo botado. Hasta que llega el día donde entendemos que “hacer trampa” de vez en cuando, es parte del proceso y es muy importante, aunque tratemos de tener una alimentación perfectamente saludable, lo que realmente funciona es: encontrar el equilibrio y el disfrute, aunque eso nos tome tiempo y muchos pleitos con nuestra mente.

Me tocó presentarme conmigo misma, feo momento, porque no tenía armas para defenderme de mi, nada más cruel que la autocrítica llena de baja autoestima. Después de un tiempo uno aprende a defenderse de casi toda la gente, algunos aún abren heridas, pero ¿contra uno mismo?, se debe empezar a hacer equipo con el que ha sido el peor enemigo. Y es tal vez, la tarea más difícil, pero la más importante, ya que llegamos a entender que sin “est@”, o sea nosotros mismos, no podemos lograr nada.

Es un proceso que requiere de tolerancia y amor AL CUERPO Y LA PERSONA QUE ME GUSTA TAN POQUITO. Nos dicen que hay que tener paciencia, pero es mucho más que paciencia. Hay que ser tolerante con esa llantina que no le hace caso a los abdominales, con esas ganas de comerse el bendito paquete de galletas, con la inoportuna “crítica constructiva” de la familia y con el grito desesperado de la báscula que dice “noooooo, igual que el mes anterior”. Pero un día, ese número empieza a perder importancia y comenzamos a valorar lo que hay encima de la báscula, esa persona que se esfuerza, que se ha caído, la que hoy, aún sobre la báscula, sigue de pie luchando.

Nos convertimos en el imán de opiniones y miradas de quién conoce nuestro proceso. Después de un tiempo, me di cuenta que muchas de las cosas que, según yo la gente pensaba de mi, estaban ahí, en mi creativa mente; Algunas nunca fueron realmente pensadas por alguien más. Pero esto sí es real, si. Muchos de los que conocen mi pasado, mi proceso y mi lucha, si ven y analizan mi plato, ¿Qué estas comiendo?, ¿Cuántas calorías tiene?, Ah ¿Eso se vale en la dieta?, ¡Qué comida más aburrida!, ¿Solo eso vas a comer? Pero esto nos lleva a concluir y elegir con quién queremos comer, compartir y hablar. ¡Simple! Con quien que me puedo tomar mi copita de sangría, mi deliciosa hamburguesa o mi sencilla botella con agua, con mi ensalada de pollo cesar, sin que se le salgan los ojos o un comentario por mi decisión.

El miedo no se va del todo. Una partecita nuestra sigue estando nerviosa de despertar, verse al espejo y que sea un sueño, que esta “libertad en proceso”, se convierta de nuevo en esclavitud permanente. Por lo menos en mi caso, porque no quiero fallarle a quienes han creído en mi, entonces me he dado cuenta que quienes siguen mi página o han encontrado en mi un apoyo, terminan dándome más fuerza cuando mi convencimiento o fuerza no son suficientes. Tranquilos, aprendemos a manejar el miedo, ya no nos gana todo el tiempo, pero hay días de días.


Por supuesto, hay más positivo que negativo, NO ME ARREPIENTO NI UN DÍA, es solo para que no los tome por sorpresa como a mí. Ya que hoy me veo comiendo con gusto el famoso “zacate insípido”, hasta me sabe rico uno que otro vegetal que juré jamás comer, porque en el caminar en este tema nos descubrimos, nos conocemos y aprendemos a darle gusto a nuestro paladar con comidas ricas, pero saludables; Sí, nos restringimos en muchas cosas, para la gente tal vez en demasiadas, pero la verdad es que ahora la comida es más que solo comida, es alimento, es salud, es investigación, estudio, ES ALIMENTACIÓN CONSCIENTE. La comida dejó de ser mi abrazo en los momentos difíciles y mi simple celebración para los logros; Pasó a convertirse en parte de mis diferentes procesos; Sí, ahora entiendo que es un camino y que es para siempre, un convencimiento diario, un #soloporhoy, que vale la pena, porque aún cuando no es fácil, descubrí que vencerme a mí misma, es de las victorias que más disfruto.

“Si crees totalmente en ti mismo, no habrá nada que esté fuera de tus posibilidades.” Wayne Dyer






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