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Vencer sin convencer

Leiner Vargas lvargas@una.ac.cr | Martes 19 mayo, 2015


Ciertamente el vencer sin convencer lleva a no gobernar y a paralizar el desarrollo

Reflexiones

Vencer sin convencer

Quiero hacerles llegar a mis lectores de la columna Reflexiones mi primera reacción al resultado de las elecciones de la UNA de este 15 de mayo recién pasado, esperando que exista aún espacio para la razón en el mundo de la sinrazón.
Algunas veces en una elección no hay que ser el mejor o tener los mejores planteamientos en la contienda, tan solo basta ser la persona y la propuesta que se quiere escuchar. Después de gastar más de seis meses en intentar convencer a la Comunidad Universitaria sobre la necesidad de realizar un cambio y de plantear, de forma concreta y clara, la orientación, el camino y el contenido de dicho cambio, estoy convencido de que la Comunidad Universitaria de la UNA no quería escuchar de cambios en este momento de la historia.
Seguramente, resulta un tanto curioso el resultado de una campaña, donde el que gana solo vence, no convence. Vencer en política solo lleva implícito el ganar, no necesariamente el poder gobernar. El que vence sin convencer está destinado a negociarlo todo, dialogar para no tomar decisiones, está destinado a ser gobernado por los mandos medios de la institución que solo buscan su zona de confort y que no quieren cambiar nada.
Muchas veces la sociedad solo quiere permanecer inerte, sin cambios, siguiendo el ritmo de lo que hasta hoy ha tenido. Cambiando para no cambiar, dejando pasar las oportunidades de mejorar para evitar perder lo que se tiene hoy.
Las personas se agobian ante lo desconocido y prefieren entonces un discurso superfluo, vago, general y confuso, para evitar validar las posibilidades de un cambio, por más leve o suave que este se haya pretendido asomar en el horizonte.
La maravillosa sonata de la retórica se convierte en un avasallador canto que endulza hasta el más inteligente ante la amenaza de perder cualquier privilegio alcanzado, importa poco quién sea el mensajero e importa poco el mensaje, hasta llegar a perder el total interés de escuchar, solo es necesario asumir cualquier etiqueta que pueda justificar el no pensar, el saber inteligente o la duda queda oculta con solo el hecho de evitar discutir o simplemente escuchar la alternativa.
Es lo más contradictorio del mundo académico, es un sinsentido donde solo hace falta alardear de saber y no importa si se miente, si lo que se dice tiene o no fundamento, si se pasa por encima de las personas o de sus ideas, lo importante es ganar a toda costa, ganar para no cambiar nada, ganar a costa de todo, pero perder la posibilidad de convencer.
Es un mal que pareciera carcomer a todos y a todo en el país de la democracia más antigua de América Latina.
Lo peor de todo es que en un año o dos veremos a esos mismos que hoy no fueron capaces de escuchar, elevar sus voces de descontento con el sistema o con sus resultados. Ciertamente el vencer sin convencer lleva a no gobernar y a paralizar el desarrollo.

 

Leiner Vargas Alfaro
www.leinervargas.com
 

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