Vecinos cercanos pero lejanos
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Jueves 13 mayo, 2010
Turismo, energía y movilidad laboral son algunas áreas en las cuales Costa Rica y Panamá podrían colaborar más
Vecinos cercanos pero lejanos
Panamá es el mejor potencial socio de la región, asegura informe
Es una verdad sencilla que en condiciones semejantes es más fácil hacer negocios con gente cercana que con lejana, dado que las distancias son cortas, los precios de transporte son baratos, y normalmente hay varios factores culturales comunes.
Ejemplos de los buenos vecinos abundan.
España se transformó en tan solo 20 años de un país casi medieval a una sociedad avanzada, al incorporarse en la Unión Europea, y colaborar de forma estrecha con los vecinos productivos europeos.
Las economías de Estados Unidos y Canadá tienen éxito, en parte porque están muy integradas, cada una aprovechando las ventajas comparativas de la otra.
Lo extraño es que, en términos económicos, es casi como si los vecinos de Costa Rica no existieran.
Por cierto, las ventas de este país a Panamá el año pasado, ascendieron a $436 millones, o sea menos del 5% de las exportaciones totales.
Sería duro construir fuertes lazos de negocios con Nicaragua, el país más pobre de América Latina.
Pero no hay razón por la cual Costa Rica no pueda aumentar significativamente las relaciones comerciales con Panamá, que durante la mayor parte de la década pasada tenía el más alto nivel de crecimiento económico de Latinoamérica, y que cuenta con un fuerte sector financiero, así como una infraestructura de clase mundial, especialmente en aeropuertos, puertos y transporte marítimo.
Además, la semejanza en los estándares de vida de las poblaciones en ambos país, permitiría que un mayor nivel de integración se realizara de forma suave, asegura un informe divulgado el mes pasado por la Comisión Económica para América Latina.
En la actualidad, las empresas de cualquiera de los dos países enfrentan pocas restricciones sobre el comercio y la inversión en el otro.
Por cierto, Dos Pinos el año pasado inauguró una planta láctea en el país canalero, mientras Inmobiliaria del Parque tiene importantes proyectos panameños.
En lo que se refiere a las recientes inversiones panameñas en este país, se destacan Banco General, así como Grupo Mundial y ASSA en el sector de seguros.
El acuerdo de libre comercio entre Costa Rica y Panamá, que entró en vigencia en 2008, ayudará a fomentar la actividad bilateral.
No obstante, los gobiernos e instituciones estatales de ambos países pueden hacer más para incrementar la cooperación en áreas que incluyen turismo, energía, movilidad laboral y mercados de capitales.
En el sector turístico, ambos pueden manejar su frontera común de tal manera que los visitantes puedan disfrutar de varios sobresalientes destinos regionales.
Estos incluyen Corcovado y Puerto Viejo en Costa Rica, y Boquete y Bocas del Toro en el lado panameño.
En la actualidad, los turistas pierden horas realizando trámites migratorios en una serie de chozas medio colapsadas en la región fronteriza del oeste.
Mientras tanto, en un cruce de la costa del Caribe, se obliga al visitante a trepar por un viejo puente herrumbrado, de un solo carril, gran parte de cuya calzada desde hace mucho tiempo ha caído en el río Sixaola, mientras trata de no ser aplastado por camiones remolque cargados de banano.
Un plan conjunto bien diseñado permitiría a los dos países transformar los aeropuertos existentes uno a cada lado de la frontera en instalaciones internacionales adecuadas para el resto de este siglo.
Esto podría significar el aeropuerto de Panamá, David, en la costa del Pacífico, o bien Limón o Bocas del Toro en el Caribe.
Un enfoque tal permitiría evitar los enormes costos de capital, eliminando la necesidad de hasta cuatro aeropuertos en la misma región, dos de ellos duplicando las funciones de los demás.
En el sector energético, Costa Rica principalmente a través del capital y de los conocimientos técnicos proporcionados por el Instituto Costarricense de Electricidad podría ayudar a Panamá con la importación energética desde Colombia, un gran y eficiente productor, que tiene exceso de capacidad, y que está buscando nuevos mercados de exportación.
El proyecto consistiría en un ducto submarino que transportaría la electricidad colombiana a Panamá, que a su vez se conectaría a Costa Rica a través del Sistema de Interconexión Eléctrica de los Países de América Central.
Acceso a la energía colombiana significaría que Costa Rica pueda satisfacer las futuras necesidades energéticas a precios favorables, al tiempo que reduce la necesidad de construir nuevas plantas en territorio nacional.
En cuanto a los mercados laborales se refiere, los dos países lograrían beneficios importantes en eficiencia, si se permite una mayor movilidad.
Un mercado de trabajo completamente libre no causaría importantes cambios demográficos.
Dado que Panamá y Costa Rica son muy similares en lo que respecta a los ingresos individuales, la libertad política y la seguridad personal, pocas personas en cualquiera de los dos países se desplazarían hacia el otro.
Una alternativa más modesta sería la adopción de una norma similar a la que se aplica bajo los términos del acuerdo de libre comercio Estados Unidos-Canadá, que permite a diversos tipos de profesionales de cada país trabajar en el otro.
En este tipo de arreglo, las empresas de ambos países se beneficiarían de una mayor especialización, al igual que decenas de miles de profesionales y técnicos.
Un mercado bursátil es otra forma conjunta en la cual Costa Rica y Panamá podrían colaborar de manera productiva.
Los mercados de capitales son un tema crítico, en una región donde uno de los principales obstáculos para el desarrollo es el alto costo de la recaudación de capital, especialmente para las pequeñas empresas.
Incluso en su conjunto, los dos países no llegarían a formar un mercado masivo para acciones y bonos corporativos.
Pero cualquier cosa es mejor que el modelo actual de una microscópica bolsa de valores en cada país, cuyos costos de transacción generalmente superan los beneficios que un emisor podría derivarse de la venta de valores a los inversores locales.
Costa Rica, Panamá y El Salvador en los últimos años fracasaron en el intento de crear una bolsa regional, principalmente porque no podían ponerse de acuerdo sobre un conjunto común de reglas.
Definir las normas entre dos países debe ser más sencillo.
Es posible para una economía desarrollarse sin la ayuda de un vecino. Pero si el país cuenta con uno dinámico, compatible y estable, ¿por qué no ver al menos qué podrían hacer en conjunto, para crecer más?
Vecinos cercanos pero lejanos
Panamá es el mejor potencial socio de la región, asegura informe
Es una verdad sencilla que en condiciones semejantes es más fácil hacer negocios con gente cercana que con lejana, dado que las distancias son cortas, los precios de transporte son baratos, y normalmente hay varios factores culturales comunes.
Ejemplos de los buenos vecinos abundan.
España se transformó en tan solo 20 años de un país casi medieval a una sociedad avanzada, al incorporarse en la Unión Europea, y colaborar de forma estrecha con los vecinos productivos europeos.
Las economías de Estados Unidos y Canadá tienen éxito, en parte porque están muy integradas, cada una aprovechando las ventajas comparativas de la otra.
Lo extraño es que, en términos económicos, es casi como si los vecinos de Costa Rica no existieran.
Por cierto, las ventas de este país a Panamá el año pasado, ascendieron a $436 millones, o sea menos del 5% de las exportaciones totales.
Sería duro construir fuertes lazos de negocios con Nicaragua, el país más pobre de América Latina.
Pero no hay razón por la cual Costa Rica no pueda aumentar significativamente las relaciones comerciales con Panamá, que durante la mayor parte de la década pasada tenía el más alto nivel de crecimiento económico de Latinoamérica, y que cuenta con un fuerte sector financiero, así como una infraestructura de clase mundial, especialmente en aeropuertos, puertos y transporte marítimo.
Además, la semejanza en los estándares de vida de las poblaciones en ambos país, permitiría que un mayor nivel de integración se realizara de forma suave, asegura un informe divulgado el mes pasado por la Comisión Económica para América Latina.
En la actualidad, las empresas de cualquiera de los dos países enfrentan pocas restricciones sobre el comercio y la inversión en el otro.
Por cierto, Dos Pinos el año pasado inauguró una planta láctea en el país canalero, mientras Inmobiliaria del Parque tiene importantes proyectos panameños.
En lo que se refiere a las recientes inversiones panameñas en este país, se destacan Banco General, así como Grupo Mundial y ASSA en el sector de seguros.
El acuerdo de libre comercio entre Costa Rica y Panamá, que entró en vigencia en 2008, ayudará a fomentar la actividad bilateral.
No obstante, los gobiernos e instituciones estatales de ambos países pueden hacer más para incrementar la cooperación en áreas que incluyen turismo, energía, movilidad laboral y mercados de capitales.
En el sector turístico, ambos pueden manejar su frontera común de tal manera que los visitantes puedan disfrutar de varios sobresalientes destinos regionales.
Estos incluyen Corcovado y Puerto Viejo en Costa Rica, y Boquete y Bocas del Toro en el lado panameño.
En la actualidad, los turistas pierden horas realizando trámites migratorios en una serie de chozas medio colapsadas en la región fronteriza del oeste.
Mientras tanto, en un cruce de la costa del Caribe, se obliga al visitante a trepar por un viejo puente herrumbrado, de un solo carril, gran parte de cuya calzada desde hace mucho tiempo ha caído en el río Sixaola, mientras trata de no ser aplastado por camiones remolque cargados de banano.
Un plan conjunto bien diseñado permitiría a los dos países transformar los aeropuertos existentes uno a cada lado de la frontera en instalaciones internacionales adecuadas para el resto de este siglo.
Esto podría significar el aeropuerto de Panamá, David, en la costa del Pacífico, o bien Limón o Bocas del Toro en el Caribe.
Un enfoque tal permitiría evitar los enormes costos de capital, eliminando la necesidad de hasta cuatro aeropuertos en la misma región, dos de ellos duplicando las funciones de los demás.
En el sector energético, Costa Rica principalmente a través del capital y de los conocimientos técnicos proporcionados por el Instituto Costarricense de Electricidad podría ayudar a Panamá con la importación energética desde Colombia, un gran y eficiente productor, que tiene exceso de capacidad, y que está buscando nuevos mercados de exportación.
El proyecto consistiría en un ducto submarino que transportaría la electricidad colombiana a Panamá, que a su vez se conectaría a Costa Rica a través del Sistema de Interconexión Eléctrica de los Países de América Central.
Acceso a la energía colombiana significaría que Costa Rica pueda satisfacer las futuras necesidades energéticas a precios favorables, al tiempo que reduce la necesidad de construir nuevas plantas en territorio nacional.
En cuanto a los mercados laborales se refiere, los dos países lograrían beneficios importantes en eficiencia, si se permite una mayor movilidad.
Un mercado de trabajo completamente libre no causaría importantes cambios demográficos.
Dado que Panamá y Costa Rica son muy similares en lo que respecta a los ingresos individuales, la libertad política y la seguridad personal, pocas personas en cualquiera de los dos países se desplazarían hacia el otro.
Una alternativa más modesta sería la adopción de una norma similar a la que se aplica bajo los términos del acuerdo de libre comercio Estados Unidos-Canadá, que permite a diversos tipos de profesionales de cada país trabajar en el otro.
En este tipo de arreglo, las empresas de ambos países se beneficiarían de una mayor especialización, al igual que decenas de miles de profesionales y técnicos.
Un mercado bursátil es otra forma conjunta en la cual Costa Rica y Panamá podrían colaborar de manera productiva.
Los mercados de capitales son un tema crítico, en una región donde uno de los principales obstáculos para el desarrollo es el alto costo de la recaudación de capital, especialmente para las pequeñas empresas.
Incluso en su conjunto, los dos países no llegarían a formar un mercado masivo para acciones y bonos corporativos.
Pero cualquier cosa es mejor que el modelo actual de una microscópica bolsa de valores en cada país, cuyos costos de transacción generalmente superan los beneficios que un emisor podría derivarse de la venta de valores a los inversores locales.
Costa Rica, Panamá y El Salvador en los últimos años fracasaron en el intento de crear una bolsa regional, principalmente porque no podían ponerse de acuerdo sobre un conjunto común de reglas.
Definir las normas entre dos países debe ser más sencillo.
Es posible para una economía desarrollarse sin la ayuda de un vecino. Pero si el país cuenta con uno dinámico, compatible y estable, ¿por qué no ver al menos qué podrían hacer en conjunto, para crecer más?