Vamos a entrar en un periodo masivo de reestructuraciones
German Morales german.morales@cr.gt.com | Viernes 12 febrero, 2021
La inactividad de muchas empresas durante el confinamiento las ha llevado a una situación límite, en la que resolver las necesidades de liquidez a corto plazo es una prioridad para garantizar su supervivencia.
Tras la financiación de tipo alivio financiero otorgado, se abre una nueva fase en la que banca, fondos de deuda privados serán encargados de ofrecer soluciones a compañías que se verán obligadas a reestructurar su pasivo y a transformarse a marchas forzadas para adaptarse al escenario post Covid. Evitar el concurso de acreedores es siempre el objetivo, pero en algunos casos será inevitable.
Con la crisis del COVID-19, muchas compañías necesitan refinanciarse o reestructurarse, ¿cómo está el flujo de caja?
Vamos a entrar en un periodo masivo de reestructuraciones. Las entidades financieras están reforzando sus equipos ante la avalancha de procesos de los meses siguientes. Parece que existe todavía el efecto placebo de las Líneas de Financiación en los bancos del sistema financiero nacional y la obligación de los bancos de mantener sus posiciones de circulante en las compañías.
Esta crisis se va a largar más de lo esperado y eso demorará la recuperación de los flujos de caja anteriores al Covid-19 de las compañías, que tendrán que hacer frente a un mayor endeudamiento. Durante las próximas semanas empezaremos a ver más movimientos de refinanciación y reestructuración, que irán incrementándose a medida que pasen los meses.
La flexibilidad de los bancos vendrá en función de que se relaje la aplicación de la normativa contable IFRS, por la que se rige la dotación de provisiones de la deuda, estarán en disposición de mantener sus posiciones de circulante, esenciales en estos momentos, y ver alternativas de aumentar el plazo incluyendo carencias para permitir acomodar el pago a la generación de caja y facilitar el plazo de recuperación de la actividad de las compañías.
Ante la incertidumbre de los flujos de caja, veremos como proliferarán las operaciones de fondos de distress, intentando posicionarse en el equity de las compañías mediante el canje importante a la deuda financiera.
Por un lado, sólo se someterán a concurso de acreedores las empresas que no cumplan con los pagos regularmente, es decir, cuando no tienen liquidez suficiente para hacer frente a sus obligaciones de pago: deudas fiscales, deudas con entidades de crédito, nóminas, proveedores y acreedores, etc.
La solicitud de concurso es una solución drástica. Por ello, se debe buscar opciones menos drásticas, que permiten a las compañías iniciar negociaciones en un plazo determinado con sus acreedores para intentar acomodar el pago de la deuda a la generación de caja de la actividad y así ayudarlas a superar esta situación.
Si nos atenemos al elevado porcentaje de compañías que llegan a la liquidación dentro de un concurso de acreedores, es evidente que una buena financiación es preferible a un concurso. La clave estará en anticiparse al problema de insolvencia para poder plantear un proceso de reestructuración, ágil y menos dañino para las entidades financieras y llegar a mejores acuerdos antes de caer en un proceso de refinanciación.
Por ello, lo mejor es analizar los flujos de caja de forma conservadora viendo los meses pasados para contar con el plazo necesario para abrir un proceso de reestructuración, antes de que se produzca el primer impago de la deuda financiera.
Las ventas de unidades productivas y la actividad de fondos distress van a incrementarse en la situación actual. Ya estamos viendo como muchos fondos están aumentando su tamaño ante el incremento de operaciones. No obstante, no habrá ninguna particularidad en especial. Como siempre, la celeridad es la clave para que materialicen las mayores oportunidades posibles.
Anticipación y escenarios conservadores son los mejores ingredientes en estos casos. Para ello, nosotros siempre aconsejamos anticiparse al problema mediante el análisis de los siguientes puntos: la identificación y elaboración de un plan con las principales contingencias operativas y financieras; la sensibilización y cuantificación de diferentes escenarios de necesidades de liquidez a corto plazo; una mejora continuada de la gestión de liquidez a corto plazo: working capital management; y un reposicionamiento estratégico de negocio y reestructuraciones operativas.
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