Urge reactivar la economía
Miguel Angel Rodríguez marodrige@gmail.com | Lunes 30 julio, 2018
Urge reactivar la economía
El Banco Central de Costa Rica (BCCR) acaba de presentar su Revisión del Programa Macroeconómico 2018-2019 y nos confirma la desaceleración de nuestra producción y la disminución del empleo.
El año pasado el crecimiento resulto inferior al estimado inicial del BCCR, y también inferior a la corrección a la baja que hizo esa institución a mediados de año. El crecimiento del PIB que finalmente se dio en 2017, fue el segundo más bajo desde 2010.
El PIB trimestral viene disminuyendo su crecimiento desde finales de 2016.
Ahora el BCCR nos señala que en el primer semestre de este año el crecimiento interanual fue de solo 3,1, igual al de 2017, y 0,6 puntos porcentuales menor al de 2016.
En este documento el BCCR baja su estimado de crecimiento del PIB para 2018.
Expresamente señala: “El programa macroeconómico 2018-2019 contempló aumentos en el PIB para 2018 y 2019 del 3,6% y 3,9%, respectivamente. Con cifras observadas al primer semestre, los pronósticos apuntan a incrementos en la actividad económica del 3,2% para 2018 y 3,4% para 2019, valores inferiores al promedio de los últimos cuatro años (3,7%)”.
¿Volverá a ser inferior a esta proyección el resultado real?
El Índice Mensual de Actividad Económica (IMAE) tuvo una revisión al alza en mayo por la conclusión de proyectos de construcción del sector privado que crearon un muy fuerte incremento medido por los metros concluidos y que produce un efecto de aumento en los meses anteriores. Pero el BCCR en su revisión del Programa Macroeconómico solo estima para el primer semestre de 2018 un crecimiento en el sector de construcción de 3,3 por lo que no se puede concluir que el IMAE esté señalando una aceleración de la producción. Tanto es así, que el BCCR —como he indicado— señala para todo este año un crecimiento del PIB de solo un 3,2%, similar al del primer semestre.
La gran caída del crecimiento del crédito bancario hace más preocupante la desaceleración de la economía. El crédito bancario total en los primeros seis meses de 2017 tenía un crecimiento interanual del orden de un 12% a un 13%, y en los últimos siete meses de 2016 había crecido cada mes más del 12%. Pero desde julio del año pasado viene disminuyendo su crecimiento interanual mes con mes, hasta llegar en junio a solo un 0,4%. En este último mes el crédito de los bancos estatales DECRECIÓ respecto al año anterior un 0,3% y el de los bancos privados solo aumentó un 5,4% frente a entre un 14% y un 16% en el primer semestre del año pasado. Esto ha sido causado por disminución de la demanda de fondos prestables (incertidumbre fiscal, aumento tasas de interés internacionales, medidas de supervisión de riesgos) y de la oferta (temor de funcionarios públicos a que créditos incobrables se consideren como delitos).
Adicionalmente los graves problemas de Nicaragua están disminuyendo nuestras exportaciones en el orden de $5 millones diarios.
Esta desaceleración de la economía no toma en cuenta los posibles efectos de las medidas de control del déficit público mediante aumento de ingresos y disminución del crecimiento de los gastos del gobierno, que en el corto plazo tienen un efecto negativo para el crecimiento económico por su efecto sobre la demanda agregada.
Estas circunstancias hacen necesario que se adopten cambios estructurales para acelerar el crecimiento, tanto aumentando la capacidad de crecer a mediano plazo, o sea haciendo mayor el PIB potencial, como disminuyendo la brecha entre el PIB actual y el PIB potencial.
Estos esfuerzos por aumentar la productividad y la dotación de capital físico y de capital humano para acelerar el crecimiento del PIB son indispensables para enfrentar nuestros más serios problemas: una pobreza estancada, una desigualdad creciente, un desempleo muy alto, una informalidad y una inseguridad ciudadana crecientes, carencias de infraestructura básica, y desequilibrio financiero en nuestro sistema básico de pensiones (IVM) y en el Régimen de Enfermedad y Maternidad de la CCSS.
Los cambios estructurales para lograr la aceleración del crecimiento económico demandan un gran esfuerzo del gobierno y en el corto plazo significan un costo político. ¿Se puede enfrentar esa circunstancia cuando se tiene urgencia en atender el desequilibrio de las finanzas públicas que también obliga a incurrir en grandes costos políticos?
A pesar de las dificultades políticas, no se puede posponer el problema del lento crecimiento económico, y se deben tomar las acciones requeridas a la par de las medidas por atender la situación fiscal, disminuir el déficit y limitar primero y eliminar después el aumento de la deuda pública con relación al PIB.
Si no se actúa de esta manera el impacto recesivo de las medidas para lograr el ajuste fiscal harán mucho más difícil obtener el equilibrio hacendario, y agravarán nuestros problemas.
En estas condiciones no se puede dejar de lado ni posponer el ajuste estructural requerido, ni podemos darnos el lujo de no considerar y evaluar todas las alternativas por rigideces ideológicas o por cálculos electoreros.
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