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Una carretera sumamente peligrosa

Carlos Denton cdenton@cidgallup.com | Miércoles 12 agosto, 2009



Una carretera sumamente peligrosa


¡Olvidémonos de la famosa platina! El hecho de que haya un pequeño espacio en el puente sobre el río Virilla no es nada. La verdad es que la carretera de la Sabana hasta el aeropuerto es una de las más transitadas en todo Centroamérica, y una de las más peligrosas. Es arriesgada por la negligencia e incapacidad gubernamental, y el hecho que no se hayan tomado medidas de emergencia para arreglar por lo menos en parte la situación, es difícil de comprender.
Puedo decir que el día que se me desinfle una llanta en esa carretera, por más que ande triángulos y encienda luces de alerta, no me atrevería a cambiarla. No quiero morir embestido por un vehículo que no pudo frenar. No hay espaldón, y el que corre la mala suerte de sufrir un problema, tiene que quedarse varado en uno de los tres carriles, porque circulan miles de vehículos a velocidades de 60 a 90 kilómetros por hora.
Uno podría intentar rodar con la llanta desinflada unos cuantos metros para encontrar un espacio seguro, pero hay puntos donde no existe espaldón en más de cuatro kilómetros. ¡Tiene que ser la única autopista de seis carriles en el mundo sin espaldón!
Después está la situación de los dos puentes que son de cuatro carriles, mientras que la pista es de dos más. Hay accidentes de todo tipo todos los días, cuando de repente los vehículos frenan para tratar de unirse en menos filas para pasar los puentes.
Afortunadamente la carretera nueva a Caldera tiene una malla que hace virtualmente imposible que un peatón intente cruzarla a pie. ¡No es así en la del aeropuerto! La última vez que pasé de Alajuela a San José, en tres distintos puntos encontré personas, en un caso una señora con un chiquito, sentadas en la división del medio, alistándose para correr al otro lado.
A veces aparecen inspectores de tránsito; les gusta especialmente estacionar sus motocicletas por el INA. Supongo que cuando ocurre otro accidente pueden cruzar el puentecito allí, si tienen que salir en dirección contraria. Las grúas esperan por el semáforo del aeropuerto y quizás allí mismo por el INA, pero si un auto queda varado (ni hablar de accidentado) en cualquier punto y no llega una grúa en cinco minutos o menos, se forman presas que se extienden kilómetros.
Por presentar tantos problemas, debería haber más inspectores de tránsito; quizás podrían pasar algunos de los asignados a confeccionar partes en la circunvalación a quienes violan la restricción de placa, a la autopista del aeropuerto para proteger a la ciudadanía que la transita.
El concesionario de la autopista a San Ramón, que incluye este trecho especialmente peligroso, aparentemente no encuentra quien pueda brindarle financiamiento para las obras. Ya el contrato ha sido modificado, reduciendo las obras que originalmente iban incluidas en el cartel. Aun así, no encuentra el dinero. Aparentemente el impasse es que si el Gobierno arregla de forma importante la pista, reconstruyendo los dos puentes y creando espaldones, queda inválida la concesión y habría que re-licitarla.
¡Hay vidas en juego con esta decisión y me parece que ya tiene que entrar el gobierno de emergencia! Si se pierde la concesión, por lo menos se salva a los habitantes que usan esta carretera.
cdenton@cidgallup.com

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