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EDITORIAL


Una moneda seria

Redacción La República redaccion@larepublica.net | Martes 29 julio, 2008


Editorial


En un mundo globalizado, Costa Rica compite mediante varios productos y servicios sobresalientes, incluidos el turismo, bienes raíces, centros de llamadas, agricultura y mucho más.

Pero para que la economía sea aún más dinámica, los empresarios, inversionistas y consumidores necesitan una moneda estable, que proyecte una imagen positiva ante el mundo.

Es cierto que desde la década de 1980 se mantenían bastante estables los factores que normalmente afectan el valor de la moneda nacional, o sea, el nivel de las importaciones y las exportaciones, así como los flujos de capital, de modo que el sistema de las minidevaluaciones fijas venía funcionando.

No obstante, durante los últimos años la economía internacional ha cambiado, actualmente las variaciones en la demanda de bienes costarricenses son mucho más grandes y abruptas que antes, de modo que un sistema de moneda fija ha perdido vigencia.

Por eso, el Banco Central decidió en 2007 pasar a un sistema de flotación controlada, que permite que el valor del colón responda a la realidad del mercado, pero de una manera suave.

No obstante, lo que se ha experimentado en los últimos seis meses es que ni siquiera el ajuste parcial de la moneda nacional ha sido suficiente ante los cambios en el nivel de oferta y demanda para los bienes costarricenses.

Ante esta situación, Costa Rica tiene dos opciones.

Primero, podría permitir que el colón flote libremente, en este caso el tipo de cambio se ajustaría automáticamente al mercado y se eliminaría el problema de la inflación causada por los ingresos o egresos de divisas.

Por otro lado, una moneda flotante muestra de vez en cuando altos grados de volatilidad, de modo que los importadores, exportadores e inversionistas encuentran muchos problemas que planificar.

Además, un colón flotante crearía oportunidades para la especulación.

La segunda opción es dolarizarse, pese a que el ingreso (o salida) de muchos dólares en cualquier momento causaría aumentos (o reducciones) en los precios locales.

Sin embargo, dado que Estados Unidos es nuestro más importante socio comercial, nunca habría variación alguna en el tipo de cambio que se aplique en las transacciones entre Costa Rica y el país norteño, ni tampoco en las que se realicen con El Salvador y Panamá, entre otras naciones, por estar estos también dolarizados.

Se reduciría el costo de esas transacciones, dado que los comerciantes e inversionistas utilizarían la misma moneda.

El uso del billete verde además ayudaría a Costa Rica a atraer más negocios productivos por parte de inversionistas extranjeros, que confían mucho más en el dólar que en el colón.

No existe el mecanismo perfecto para manejar una política cambiaria.

No obstante, Costa Rica necesita una moneda estable y competitiva.

Por cierto, alrededor de la mitad de las inversiones y transacciones en el país ya se efectúan en dólares.

Es tiempo de dolarizar el resto.







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