Un nuevo Egipto
En otros países del Magreb, incluida Argelia, persisten condiciones similares en algunos casos peores a las que provocaron la caída de Mubarak
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Martes 15 febrero, 2011
El viernes pasado, Hosni Mubarak decidió renunciar a la presidencia de Egipto y encargó a las fuerzas armadas administrar los asuntos del país.
Tras los acontecimientos de la Plaza de Tahrir, el mundo no puede actuar como si la situación en Egipto fuera la misma que prevalecía hasta el jueves pasado; aunque el escenario pueda parecernos lejano, las nuevas circunstancias llaman a una adaptación de los tiempos.
Por ahora, los egipcios y el mundo guardan suspicacias en cuanto a que los militares cumplan sus promesas. Esta incertidumbre afecta la estabilidad del país, ya que impide prever cuándo regresarán los turistas, que son fundamento en la economía de Egipto.
También existe temor de que los generales instauren un régimen autoritario; si bien las masas volverían a rebelarse, la revolución recién concluida debe en parte su éxito a que las fuerzas armadas no intervinieron contra el pueblo.
El ejército de Egipto debería convocar a elecciones en un plazo breve. Una actitud equivocada de los militares podría frustrar las ilusiones del pueblo.
Las condiciones en Oriente Medio podrían continuar cambiando, incluyendo la posibilidad de que el Islam recaliente su política hacia Israel. El Gobierno de Israel haría bien en buscar acuerdos con los dirigentes palestinos con respecto a la situación en la Franja de Gaza.
En otros países del Magreb, incluida Argelia, persisten condiciones similares —en algunos casos peores— a las que provocaron la caída de Mubarak. La Rebelión de los Jazmines podría persistir en diferentes puntos de la región.
Mubarak gobernó en El Cairo durante 30 años y siempre fue considerado por líderes mundiales —y por la prensa internacional— un garante de estabilidad en Oriente Medio.
Las críticas a su régimen son tan válidas en este momento, como debieron serlo cuando él se encontraba en el poder.
Los países árabes, por lo general, se encuentran bajo sistemas reacios a los principios democráticos. Sin embargo, la comunidad internacional omite pronunciarse a favor de un Estado de derecho en estas regiones.
Egipcios, argelinos y árabes, al igual que todos los pueblos, merecen tener acceso a un régimen de libertad y derechos.