Un modelo energético para el siglo XXI
| Jueves 26 mayo, 2011
Un modelo energético para el siglo XXI
En la segunda mitad del siglo XX, vimos el crecimiento de la producción y consumo mundial de petróleo. Pero nuestra dependencia de esa fuente energética, implica una creciente vulnerabilidad de nuestro sistema económico y social, la cual irá aumentando en los años por venir.
En la primera mitad del siglo XXI, vamos a ver el inicio de la decadencia del petróleo como principal fuente de energía del mundo, debido a su escasez creciente y consecuentemente precios progresivamente más altos.
Veremos también el surgimiento de un nuevo paradigma, conformado por una mayor diversidad energética, impulsada inicialmente por los combustibles de transición, que son tecnológica, económica y ambientalmente viables hoy en día, pero también abundantes, como es el gas natural.
Veremos igualmente en un plazo posterior, el surgimiento comercial de las nuevas fuentes de energía, impulsadas por continuos adelantos tecnológicos (hidrógeno, por ejemplo), con una penetración lenta, producto de la inercia de cualquier sistema energético, que se caracteriza por ser intensivo en tiempo y en capital.
Estos procesos evolutivos de la mezcla de las fuentes de energías disponibles en un momento dado, van a tardar varias décadas, en ciclos cambiantes en el tiempo. Se dará una competencia intensa entre las diversas fuentes.
Unas irán disminuyendo su participación y otras irán aumentando su participación en esta matriz. Muchos expertos estiman que de aquí a 2030 no habrá una tecnología nueva que tenga un impacto significativo en la matriz energética mundial.
Costa Rica no puede quedarse atrás de estos procesos de cambio en un sector, que afecta el progreso social, el desarrollo económico, la calidad ambiental, y el costo de los alimentos, entre otros factores.
El no cambiar de modelo energético va a crear un severo retroceso de nuestro desarrollo, un aumento de las tensiones sociales, de la desigualdad y de la pobreza. Transcurren muchos años (inclusive décadas) entre las decisiones energéticas que tomemos hoy y la producción de energía que ellas generarán, pero la escasez y los impactos económicos y sociales de una crisis energética tienen efectos inmediatos, con poco margen de maniobra.
Hoy dependemos masivamente del petróleo importado como si este fuera para siempre abundante y barato. Pero, ya no es ni abundante ni barato, y en el futuro lo será menos.
En el sector eléctrico, dependemos masivamente de nuestra principal fuente de energía renovable, que es la hidroelectricidad. Si bien este recurso es limpio y bueno para el país, el problema que debemos atender desde ya es el crecimiento de las necesidades del respaldo energético con energía firme, que esta importante fuente nacional de energía renovable va a requerir en los años a venir.
Las proyecciones del efecto del cambio climático señalan que en nuestra región las estaciones secas en el futuro serán cada vez más fuertes y prolongadas. No podemos pensar en brindar este respaldo con petróleo importado, como lo hemos hecho en los últimos 50 años.
La vulnerabilidad petrolera de nuestro sistema energético continúa aumentado año con año. En una época de cambio del paradigma mundial, tenemos que cambiar el modelo nacional también.
Roberto Dobles
Expresidente de Recope y del ICE
Exministro de Energía
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