Ticos
Abel Pacheco apacheco@larepublica.net | Lunes 04 abril, 2011
Parlatica
Ticos
Nuestros hermanos centroamericanos bautizaron "ticos" a los soldados costarricenses que junto a ellos combatían contra William Walker y su tropa filibustera en 1856. El vocablo gustó, pegó, y se hizo extensivo a todos nosotros, hijos e hijas de este suelo bendito.
Mucho les llamaba la atención a estos camaradas nuestra manera de hablar, y la manera original de aplicar los diminutivos parlatíquicamente.
En otros países algo pequeño es algo chiquito, chiquitín, chiquitillo o chiquitito, pero nosotros decimos chiquitico y hasta acentuamos la calidad con chiquititico.
No se si esa costumbre fue traída desde algún remoto poblado español, o si nació de los primeros abuelos criollos, pero el caso es que "ticos" nos quedamos desde entonces y para siempre.
Aquella heroica gesta sirvió para conocer a los otros centroamericanos, ya que aunque la sangre y la historia nos unen, la abrupta y casi intransitable geografía del istmo nos había mantenido separados.
No era fácil transitar por la región en aquellos tiempos, con caminos que sólo eran trochas a través de tupidas selvas, chupadores pantanos, y escarpados precipicios. Cruzando ríos caudalosos y traicioneros y sin más compañía que fieras y alimañas.
Así pues, la noble guerra que nos confirmó como nación soberana, nos hizo superar la difícil geografía y conocer a nuestros hermanos y compañeros en el largo viaje por la historia y salir todos "bautizados", no sólo los hasta entonces "costarricas" y en adelante "ticos".
Los guatemaltecos habían considerado la norteña provincia de Chiapas como parte integral de su territorio, pero los chiapanecos decidieron separarse y unir su destino a México. Dolidos llegaron a combatir contra Walker por la reciente pérdida territorial nuestros hermanos, e imagino que compulsivamente hablaban con añoranza de Chiapas. De esa cabanga les nació el apodo de "chapines" para sécula seculorum.
A los valientes y aguerridos salvadoreños se les acusaba de quejarse de las jornadas, del rancho, del armamento, de cuanta cosa pasara, de modo que los llamaron “Guanacos", haciendo referencia a un ave de quejido quejumbroso.
Los hondureños venían capitaneados por dos gallardos militares, los hermanos Pedro y Florencio Xatruch, hijos de un inmigrante catalán.
La gente decía al verlos venir: "¡Ahí vienen los Xatruches!", palabra que pasó a ser Xatraches, y finalmente catrachos, como hoy llamamos a los hondureños.
Lo de "nicas", es obvio que proviene de su patria Nicaragua, cuna y reino del cacique Nicarao en tiempos de la conquista.
Así pues, de un aguerrido ejército nació el gentilicio para los y las habitantes de este pacífico país. De una tropa valiente, heroica y bendecida que, comandada por los inmensos Mora y Cañas, nos permitió sobrevivir como nación.
De no haber sido por ellos, ni usted ni yo estaríamos aquí. Bueno, quizá algún rubio desteñidón estaría escribiendo una columna en inglés llamada "Ticotalks", en un diario de nombre "The Republic".
Abel Pacheco
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