También en China, el diablo está en los detalles
| Martes 18 mayo, 2010
También en China, el diablo está en los detalles…
China- Nuestro conocimiento y comprensión sobre China es limitado. Su lejanía geográfica y horaria, las barreras idiomáticas y culturales, restringen nuestro entendimiento sobre los sorprendentes procesos sociales, políticos y económicos que pasan en este sorprendente país. Visitarlo algo que ojalá más ticos podamos hacer con más frecuencia es un ejercicio fundamental para adentrarse en la globalización y en el mundo contemporáneo. En un sistema político originalmente conceptualizado con una homologación entre gobierno, estado, partido y empresa, donde las discrepancias políticas eran entre fracciones y se sometían a códigos rigurosos que solo permitían ventilarse “hacia dentro y en privado”, las cosas han venido cambiando.
La dinámica de pesos y contrapesos que todo país requiere, en China resulta cada vez más obvio que se desarrolla, al menos por ahora, entre gobierno y sector privado, más en la arena económica que en la ideológica o política. Se trata de una dinámica distinta a la nuestra y que allá da resultados.
Producto de esa dinámica, el Gobierno central en Pekín acaba de emitir nuevas disposiciones (actualizando las emitidas en 2005), para interesar y atraer la inversión privada hacia más y nuevos sectores, muchos de ellos casi exclusivamente sujetos a inversión pública hasta hoy.
El Consejo de Estado del Gobierno central abrió y definió mecanismos de estímulo para que el sector productivo privado, local e internacional, invierta con mucha más intensidad, con nuevos incentivos y menos trabas, en transportes, agua, energía petróleo y gas natural así como electricidad, minería, comercio y telecomunicaciones.
Pero además, las nuevas disposiciones invitan y estimulan al sector privado a llevar sus inversiones a sectores nuevos y hasta hace poco impensables, como servicios públicos, servicios financieros, de salud, de bienestar social y defensa. En su “exposición de motivos”, las nuevas “guías” o “disposiciones para la inversión privada” establecen la importancia estratégica que para China tiene la expansión de la inversión productiva y social privada, como mecanismo fundamental para un desarrollo económico sostenible del país. En sus declaraciones a la prensa, el primer ministro chino Wen Jiabao con claridad manifestó que “el florecimiento de la inversión privada en la nación es símbolo de su desarrollo económico y un reflejo de la capacidad del país y la confianza interna y externa en su futuro”.
Como reacción, y en evidente ejercicio de esa dinámica de pesos y contrapesos, el influyente Centro de Investigación para la Inversión Extranjera de la Academia de las Ciencias Sociales de Shanghái, públicamente alabó las medidas y llamó la atención indicando que, como en otras ocasiones, las medidas son acertadas, pero la capacidad institucional del Gobierno y los mecanismos para implementarlas, pueden amenazar su eficacia e impedir el logro de los objetivos.
El análisis del Centro llama la atención sobre lo complejo y crítico que resulta, hacer que la política pública pase en China de las palabras a los hechos, y establece, palabras más palabras menos, que también en China “el diablo está en los detalles”.
Alexander Mora Delgado
China- Nuestro conocimiento y comprensión sobre China es limitado. Su lejanía geográfica y horaria, las barreras idiomáticas y culturales, restringen nuestro entendimiento sobre los sorprendentes procesos sociales, políticos y económicos que pasan en este sorprendente país. Visitarlo algo que ojalá más ticos podamos hacer con más frecuencia es un ejercicio fundamental para adentrarse en la globalización y en el mundo contemporáneo. En un sistema político originalmente conceptualizado con una homologación entre gobierno, estado, partido y empresa, donde las discrepancias políticas eran entre fracciones y se sometían a códigos rigurosos que solo permitían ventilarse “hacia dentro y en privado”, las cosas han venido cambiando.
La dinámica de pesos y contrapesos que todo país requiere, en China resulta cada vez más obvio que se desarrolla, al menos por ahora, entre gobierno y sector privado, más en la arena económica que en la ideológica o política. Se trata de una dinámica distinta a la nuestra y que allá da resultados.
Producto de esa dinámica, el Gobierno central en Pekín acaba de emitir nuevas disposiciones (actualizando las emitidas en 2005), para interesar y atraer la inversión privada hacia más y nuevos sectores, muchos de ellos casi exclusivamente sujetos a inversión pública hasta hoy.
El Consejo de Estado del Gobierno central abrió y definió mecanismos de estímulo para que el sector productivo privado, local e internacional, invierta con mucha más intensidad, con nuevos incentivos y menos trabas, en transportes, agua, energía petróleo y gas natural así como electricidad, minería, comercio y telecomunicaciones.
Pero además, las nuevas disposiciones invitan y estimulan al sector privado a llevar sus inversiones a sectores nuevos y hasta hace poco impensables, como servicios públicos, servicios financieros, de salud, de bienestar social y defensa. En su “exposición de motivos”, las nuevas “guías” o “disposiciones para la inversión privada” establecen la importancia estratégica que para China tiene la expansión de la inversión productiva y social privada, como mecanismo fundamental para un desarrollo económico sostenible del país. En sus declaraciones a la prensa, el primer ministro chino Wen Jiabao con claridad manifestó que “el florecimiento de la inversión privada en la nación es símbolo de su desarrollo económico y un reflejo de la capacidad del país y la confianza interna y externa en su futuro”.
Como reacción, y en evidente ejercicio de esa dinámica de pesos y contrapesos, el influyente Centro de Investigación para la Inversión Extranjera de la Academia de las Ciencias Sociales de Shanghái, públicamente alabó las medidas y llamó la atención indicando que, como en otras ocasiones, las medidas son acertadas, pero la capacidad institucional del Gobierno y los mecanismos para implementarlas, pueden amenazar su eficacia e impedir el logro de los objetivos.
El análisis del Centro llama la atención sobre lo complejo y crítico que resulta, hacer que la política pública pase en China de las palabras a los hechos, y establece, palabras más palabras menos, que también en China “el diablo está en los detalles”.
Alexander Mora Delgado