Solo pido "fair play"
| Martes 28 octubre, 2008
Solo pido “fair play”
El día que fue detenido Rafael Angel, me tocó vivir una de las experiencias más traumáticas y dolorosas de mi vida. Con la confusión que me embargaba, lo que alcancé a suponer fue que la situación se prolongaría por unas horas, llegué a pensar con cierto temor que podrían ser días. Los mismos abogados no acertaban a darme un pronóstico pues ni ellos tenían claro qué estaba ocurriendo, cuáles eran los procedimientos que se estaban utilizando y de qué se acusaba a mi marido.
Horas, días, semanas, meses, pasaron ¡años!
Cuatro años han pasado desde entonces, todos marcados por sentimientos de angustia, incertidumbre, inseguridad, aunados a un sinnúmero de rumores, que me han llevado a vivir momentos de ansiedad y desconcierto.
Creí primero que el juicio sería de inmediato. Pero a pesar de las muchas manifestaciones, por parte del Fiscal General, de que el caso estaba prácticamente listo para su presentación ante los tribunales. tuvieron que pasar más de tres años para que se elaborara una acusación, y uno más para que se fijara una fecha para dar inicio al juicio.
No celebro que se realice un juicio en contra de mi marido, pero luego de todo lo que he sufrido como esposa y madre, sí celebro que al fin tengamos la oportunidad de demostrar la inocencia de Rafael Angel.
Cuando pienso en todo lo que me falta por vivir, le doy gracias a Dios que al menos ya estamos más cerca del final. Estoy segura de que los jueces analizarán y valorarán la prueba que hemos aportado y en pocos meses mi vida saldrá definitivamente del paréntesis en que la han sumido.
Tengo fe en que, a diferencia de aquellos días que se convirtieron en meses y años, en esta oportunidad el juicio se desarrolle en un plazo razonable.
Hace cuatro años, más de un medio de comunicación, convencido de que su papel además de informar era juzgar, condenó a mi esposo y de paso a mi familia. Este no es un reclamo, es una preocupación que me asalta pues lo último que quisiera volver a sentir es que soy parte de un “reality show”, en el que los niveles de rating estén condicionados al sufrimiento y la angustia de mi familia.
Me pregunto entonces:
¿Será mucho pedir que ahora dejen a los jueces hacer su trabajo? ¿Que se le dé la oportunidad a la opinión pública de valorar en forma objetiva y sin pasiones los hechos y las pruebas? ¿Será posible que se informe sobre los testimonios sin que se agreguen adjetivos o se descalifique a los testigos? ¿Existirá la voluntad de buscar la verdad por encima de cualquier otra consideración? ¿Hasta dónde la libertad de prensa no será usada por algunos como pretexto para publicar solo aquello que les interese resaltar?
El juicio mediático que se ha venido realizando en el caso de Rafael Angel es un hecho probado como lo dictaminó el Juez Penal del Circuito Segundo Judicial de Goicoechea, quien expresó “de manera paralela se están realizando juicios mediáticos por la prensa, que ejercen una gran presión, pues la opinión pública a veces es manipulada por el informador, con grave riesgo para los imputados y la institucionalidad”.
Creo que Rafael Angel, como todo ciudadano, merece un juicio imparcial, libre de contaminaciones y criterios inducidos. Tenemos claro lo que un sector de la prensa piensa de los políticos; dejemos ahora que sean las pruebas las que hablen y determinen la inocencia o la culpabilidad de las personas.
“Fair play”, dirían los deportistas, no hay necesidad de recrear un circo mediático que obstruya la justicia y la búsqueda de la verdad. Si lo que en verdad se quiere es que se haga justicia dejemos entonces a la Justicia actuar. Que sean los jueces de la República, los que con su experiencia, independencia y honestidad, dicten un fallo que pondrá fin a este triste episodio en la vida nacional.
Espero en Dios que nos ilumine, nos dé serenidad y fortaleza para enfrentar este último proceso, y una vez probada la inocencia de Rafael Angel, nos permita volver a vivir nuevamente en paz.
Gloria de Calderón
Ex Primera Dama de Costa Rica
El día que fue detenido Rafael Angel, me tocó vivir una de las experiencias más traumáticas y dolorosas de mi vida. Con la confusión que me embargaba, lo que alcancé a suponer fue que la situación se prolongaría por unas horas, llegué a pensar con cierto temor que podrían ser días. Los mismos abogados no acertaban a darme un pronóstico pues ni ellos tenían claro qué estaba ocurriendo, cuáles eran los procedimientos que se estaban utilizando y de qué se acusaba a mi marido.
Horas, días, semanas, meses, pasaron ¡años!
Cuatro años han pasado desde entonces, todos marcados por sentimientos de angustia, incertidumbre, inseguridad, aunados a un sinnúmero de rumores, que me han llevado a vivir momentos de ansiedad y desconcierto.
Creí primero que el juicio sería de inmediato. Pero a pesar de las muchas manifestaciones, por parte del Fiscal General, de que el caso estaba prácticamente listo para su presentación ante los tribunales. tuvieron que pasar más de tres años para que se elaborara una acusación, y uno más para que se fijara una fecha para dar inicio al juicio.
No celebro que se realice un juicio en contra de mi marido, pero luego de todo lo que he sufrido como esposa y madre, sí celebro que al fin tengamos la oportunidad de demostrar la inocencia de Rafael Angel.
Cuando pienso en todo lo que me falta por vivir, le doy gracias a Dios que al menos ya estamos más cerca del final. Estoy segura de que los jueces analizarán y valorarán la prueba que hemos aportado y en pocos meses mi vida saldrá definitivamente del paréntesis en que la han sumido.
Tengo fe en que, a diferencia de aquellos días que se convirtieron en meses y años, en esta oportunidad el juicio se desarrolle en un plazo razonable.
Hace cuatro años, más de un medio de comunicación, convencido de que su papel además de informar era juzgar, condenó a mi esposo y de paso a mi familia. Este no es un reclamo, es una preocupación que me asalta pues lo último que quisiera volver a sentir es que soy parte de un “reality show”, en el que los niveles de rating estén condicionados al sufrimiento y la angustia de mi familia.
Me pregunto entonces:
¿Será mucho pedir que ahora dejen a los jueces hacer su trabajo? ¿Que se le dé la oportunidad a la opinión pública de valorar en forma objetiva y sin pasiones los hechos y las pruebas? ¿Será posible que se informe sobre los testimonios sin que se agreguen adjetivos o se descalifique a los testigos? ¿Existirá la voluntad de buscar la verdad por encima de cualquier otra consideración? ¿Hasta dónde la libertad de prensa no será usada por algunos como pretexto para publicar solo aquello que les interese resaltar?
El juicio mediático que se ha venido realizando en el caso de Rafael Angel es un hecho probado como lo dictaminó el Juez Penal del Circuito Segundo Judicial de Goicoechea, quien expresó “de manera paralela se están realizando juicios mediáticos por la prensa, que ejercen una gran presión, pues la opinión pública a veces es manipulada por el informador, con grave riesgo para los imputados y la institucionalidad”.
Creo que Rafael Angel, como todo ciudadano, merece un juicio imparcial, libre de contaminaciones y criterios inducidos. Tenemos claro lo que un sector de la prensa piensa de los políticos; dejemos ahora que sean las pruebas las que hablen y determinen la inocencia o la culpabilidad de las personas.
“Fair play”, dirían los deportistas, no hay necesidad de recrear un circo mediático que obstruya la justicia y la búsqueda de la verdad. Si lo que en verdad se quiere es que se haga justicia dejemos entonces a la Justicia actuar. Que sean los jueces de la República, los que con su experiencia, independencia y honestidad, dicten un fallo que pondrá fin a este triste episodio en la vida nacional.
Espero en Dios que nos ilumine, nos dé serenidad y fortaleza para enfrentar este último proceso, y una vez probada la inocencia de Rafael Angel, nos permita volver a vivir nuevamente en paz.
Gloria de Calderón
Ex Primera Dama de Costa Rica