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Sobre el Canciller Lara

| Miércoles 28 noviembre, 2012


Sobre el Canciller Lara

Una de las primeras veces que escuché mencionar el nombre de Fernando Lara Bustamante fue en medio de una lección de Historia del Derecho, impartida por don Jorge Sáenz Carbonell. Luego me enteré de que el distinguido profesor Sáenz publicó en 2011, una biografía titulada “El Canciller Lara”, para conmemorar el centenario de su nacimiento.
A la fecha, personas de diferentes tendencias políticas han escrito y opinado sobre el Canciller Lara, coincidiendo unos y otros, en los siguientes dos puntos específicos: su honorabilidad y su dedicación a la Patria.
Las palabras del profesor Sáenz nos permiten concluir que el contenido de su libro debería ser de estudio obligatorio para cualquier funcionario público. Principalmente para quienes nos representan en el exterior. Lo cierto es que debería ser leído por todos los costarricenses.
Una segunda enseñanza del libro es bastante optimista. Demuestra que nuestro país ha sido representado —en su historia— por hombres y mujeres de primera línea, quienes tenían claro que si se ostenta un cargo público es para servir al bienestar de las mayorías, por encima de cualquier otro interés.
Don Fernando Lara formó parte de la estirpe que hoy recordamos con nostalgia, en medio del desencanto de esta época.
Cierto que hoy impera una creciente desilusión en torno a la política nacional. Pero esto obedece también a nuestro propio desinterés hacia los asuntos cívicos.
Gran parte de la población se sabe de memoria el nombre de celebridades foráneas y hasta los guiones de programas televisivos sin contenido. Al contrario, pocos se interesan en aquellos personajes de quienes heredamos lo esencial. La estabilidad política, el reconocimiento internacional, entre tantos otros ejemplos.
En estos momentos, los señores diputados tienen en sus manos el proyecto de ley para declarar Benemérito de la Patria a don Fernando Lara Bustamante. Quisiera agregar a estas breves líneas, que nuestros legisladores harían bien en honrar la memoria de quien tantos aportes legó al país.
No solo fue uno de los más destacados diplomáticos. También fue un prominente legislador. Un ejemplo de que las curules deben ocuparse por quienes tienen méritos suficientes para colaborar, y no según los colores de un partido político.
Declarar el benemeritazgo de una persona cuya bonhomía es ampliamente reconocida, es un gesto de nobleza. Es además un mensaje positivo para la juventud. Es, también, un ejemplo de que nuestra sociedad no es ingrata con quienes aportan al país en forma desinteresada.

Javier Sauma Rossi
Estudiante UCR

 






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